Duplantis cierra el Mundial con un récord que le corona como rey

x.r.c.

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DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

Más fuerte y veloz que nunca, bate por quinta vez la plusmarca de pértiga: 6,21m

26 jul 2022 . Actualizado a las 09:46 h.

El primer Mundial de atletismo al aire libre celebrado en Estados Unidos se cerró a lo grande. Con un colosal récord de Armard Duplantis en el salto con pértiga. Mondo aseguró su primer oro mundialista y pidió un centímetro más (6,21 metros) para batir su propio récord del mundo. Lo hizo al segundo intento, provocando el éxtasis en un estadio entregado. La guinda perfecta a un gran campeonato.

Duplantis nació y creció en Louisiana, pero eligió competir con el país de su madre. En el patio de su casa de Estados Unidos comenzó a saltar. Desde niño, la pértiga formó parte de su hábitat natural y sus vídeos no son los típicos de un chaval de cumpleaños, sino de un jovenzuelo corriendo como un loco por un pasillo imaginario que en realidad era un trozo de hierba, con un listón y una colchoneta esperándole en el muro que marcaba los límites del recinto.

Esa naturalidad la ha llevado Mondo a la gran competición. Saltar la pértiga no se ha convertido para el sueco en un juego de niño, sino que es su juego desde niño. «Cuando estoy ahí fuera compitiendo, me siento como si estuviera jugando de nuevo en mi patio trasero», comentó en alguna ocasión. Por eso superó la mítica barrera de los 6 metros para celebrar su mayoría de edad y ya ha sido capaz de saltar por encima de esa barrera en 48 ocasiones, dos más que Bukba, el hombre que cogió la disciplina en el sótano (5,83 metros) y la elevó 31 centímetros hasta los 6,14. El francés Lavillenie, a caballo entre ambos, subió el listón dos centímetros más, pero desde los 6,16, todo ha sido territorio Duplantis. El sueco ya ha batido el récord en cuatro ocasiones todas ellas bajo techo. En Eugene, para proclamarse campeón del mundo al aire libre, firmó el quinto y el primero sin techo.

Velocidad y fuerza

Pero entre las primeras apariciones y el momento actual, Duplantis no parece el mismo. Es cierto que su técnica, extraordinaria, parece de serie y que la familiaridad con la pértiga le viene de cuna, pero a esos dos aspectos prioritarios, el sueco ha añadido en los tres últimos años otros dos que marcan en la actualidad la diferencia: la velocidad, que se ha convertido en una especie de obsesión al considerarla clave para el índice de mejora, y la fuerza. Porque aunque suene raro, en todos los saltos, la clave en está en tierra.

Para comenzar, su cuerpo ha cambiado por completo. Armard dejó de ser un tirillas que saltaba de un modo innato a moldear su cuerpo para explotar su fuerza. La musculatura de sus brazos hace evidente esa transformación.

El segundo aspecto aparece en la rapidez con la que ataca el pasillo pese a llevar un artefacto de cuatro metros en sus manos. Porque hay una relación directa entre la velocidad en la que clava la pértiga en el cajetín y su impulso para el salto posterior. En el caso de Duplantis, hay algún estudio oficioso que habla de un recorrido de 10 metros por segundo, lo que equivaldría a correr un 100 en diez segundos, una marca de primer nivel. Si el atletismo fueran matemáticas, de una operación entre la velocidad de entrada y el ángulo de salida se podría sacar el salto de cada participante. Así de sencillo si no fueran los otros componentes que rodean al deporte.

La cita de Eugene

En Eugene, Armand demostró todas estas cualidades para firmar una actuación antológica. Primero aseguró el oro superando los seis metros; luego, buscó una cota intermedia en los 6,06, que también superó para asegurarse el récord de los campeonatos y desde ahí, al cielo: pidió 6,21: Para elevar en un centímetro la marca que le dio el oro bajo techo en Belgrado el invierno pasado, cambió a una pértiga más dura bajo la atenta mirada y los consejos de Lavillenie, el francés con el que mantenía competiciones a distancia desde el patio de sus respectivas casas en tiempos de confinamiento por el covid-19.

Con el nuevo artefacto entre sus manos, y tras un nulo, batió el récord universal con una facilidad pasmosa. Sin pensarlo, como comentó tras una celebración con voltereta y locura incluidas. «No pensé mucho en el récord, la verdad. Estaba concentrado en la victoria. Pero cuando coloqué la altura, fue como si todo se pusiera de mi lado».

Mondo se dejó en el salto del récord una separación de ocho centímetros entre el listón y su cuerpo, lo que invita a pensar que la próxima plusmarca puede estar al caer. Quizás en el Campeonato de Europa de Alemania, en menos de un mes, o en alguna de las citas pendientes de la Diamond League. En cualquiera. O en ambas. Lo suyo es un ascenso hacia la eternidad. «No sé hasta qué altura llegaré en el futuro, no lo quiero analizar», sentencia la estrella de un Mundial, que pasará a la historia por anunciar un tiempo nuevo en el mundo del atletismo.

Tobi Amusan logra en los cien vallas el primer récord universal para Nigeria

La despedida del Mundial deparó un segundo récord del mundo. En las vallas largas femeninas, con una Tobi Amusan excepcional que se colgó el oro con un tiempo de 12.06 segundos, un registro que no fue dado por válido por demasiado ventoso, pero sí el que cosechó la atleta en semifinales: 12.12, la primera plusmarca universal de Nigeria a lo largo de la historia. La nigeriana vio la oportunidad y corrió mejor que nadie para firmar el tercer récord mundial de los campeonatos celebrados en Eugene.

Por su parte, el noruego Jakob Ingebrigtsen superó la decepción por la derrota en 1.500 y firmó una gran exhibición en la final de 5.000. El campeón olímpico de 1.500 tomó la cabeza a falta de 900 metros y fue modulando su velocidad para alejarse cada vez más de sus rivales a medida que se aproximaba a la meta. Ganó con un tiempo de 13:09.24.

En la última jornada, también entraron en escena los relevos 4x400, y por una vez no hubo sorpresas. Estados Unidos hizo valer su favoritismo y se impuso a Jamaica tanto en hombres como en mujeres. Bélgica y Gran Bretaña completaron el podio masculino y femenino.