Una filtración destapa la oscura negociación del pacto que revolucionará el comercio global

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

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RUBEN NEUGEBAUERGREENPEACE

Los documentos revelan las presiones de Estados Unidos para que la UE relaje los controles

09 may 2016 . Actualizado a las 20:23 h.

«Las interpretaciones que se está dando a estos textos parecen ser engañosas en el mejor de los casos y descaradamente erróneas en el peor». Así valoraba ayer un portavoz de la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos, organismo dependiente de la Casa Blanca, el fabuloso revuelo generado a raíz de la filtración, por parte de la sección holandesa de la organización ecologista Greenpeace, de parte de los documentos de la negociación del Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés), celosamente mantenidos en el más estricto de los secretos.

El caso es que la documentación hecha pública (248 páginas con trece de los diecisiete textos consolidados, es decir, en los que hay acuerdos) desvela diferencias profundas entre ambos bloques negociadores en áreas tan sensibles como la salud, el medio ambiente o la agricultura, así como fuertes presiones norteamericanas -es continua la referencia a consultas con lobbies o grupos de presión- para que la UE rebaje sus niveles de regulación en dichos ámbitos.

Ejemplos de las posiciones más enfrentadas los hay en el caso de los cosméticos o los organismos genéticamente modificados, ya que Europa tiene normativas mucho más restrictivas que prohiben realizar pruebas con animales para productos de belleza (solo se permiten con fines sanitarios). Lo mismo ocurre en el caso de los alimentos alterados genéticamente, algo que Estados Unidos quiere que el Viejo Continente acepte, renunciando al principio preventivo vigente en Europa que solo permite que se comercialicen productos que se haya demostrado que no son nocivos para la salud ni el medio ambiente. En su lugar se adoptaría el principio de riesgo que rige en EE.UU. y que implica comercializarlos mientras no se demuestre que son dañinos.

La postura de EE.UU., pública

Los informes filtrados por Greenpeace son previos a la decimotercera ronda de negociaciones del tratado que tuvo lugar la pasada semana (entre el 25 y el 29 de abril) en Nueva York y su importancia radica precisamente en que por primera vez queda al descubierto la posición de Estados Unidos en los diferentes capítulos abordados.

El controvertido TTIP es el acuerdo comercial más ambicioso del mundo, ya que Estados Unidos y la UE suman casi el 60 % del PIB mundial, 850 millones de consumidores y un tercio del comercio internacional de bienes y servicios. Es decir, que ambas partes, que negocian este nuevo marco de relaciones comerciales desde el 2013, se juegan mucho y lo hacen a contrarreloj porque la Administración Obama pretendía despedirse anotándose el tanto político de dejar el acuerdo aprobado, igual que la canciller alemana, Angela Merkel, que se enfrenta a elecciones el próximo año. El objetivo común era rentabilizar políticamente un tratado que, en la práctica y a la luz de los documentos conocidos ayer, contiene aún profundísimas diferencias a ambos lados del Atlántico bajo las que laten fuertes presiones.

De hecho, en la rueda de prensa que Greenpeace dio ayer en Berlín para explicar la documentación, la organización ecologista insistió en que los papeles mostraban que la intención norteamericana es que se reduzca el nivel de protección en la UE. De ahí su insistencia en llevar las negociaciones en secreto, aspecto este muy criticado incluso desde el Parlamento Europeo.

Bruselas dice no

El alcance de la filtración obligó a la UE a defender su postura en las negociaciones. La comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, insistió en que Europa no acordará una reducción en la protección al consumidor y al medio ambiente, ni tampoco de los estándares de seguridad alimentarios dentro del polémico tratado comercial.

En su blog, Malström señaló que los documentos publicados solo reflejan «la posición negociadora de cada parte», en la que puede haber «distintos puntos de vista», pero sin que ello signifique que una parte sucumba a las pretensiones de la otra. El jefe negociador comunitario, Ignacio García Bercero, afirmó por su parte que «se está exagerando el grado de divergencia de puntos de vista» y apuntó que Estados Unidos ya «ha aceptado que nada de lo que las dos partes hagan puede debilitar el grado de protección en nuestras respectivas regulaciones». También Alemania cerró filas: «Creemos que es muy importante un cierre rápido de un ambicioso acuerdo».

Los ecologistas subrayaron que la publicación de los papeles (accesibles en su web) respondía al intento de «ofrecer transparencia en unas negociaciones» que afectan a millones de personas.