Bula alemana para la banca italiana

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

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GRIGORY DUKOR | REUTERS

Merkel da alas a las entidades transalpinas dejando caer que «las cosas acabarán bien»

13 jul 2016 . Actualizado a las 07:39 h.

Anda la banca italiana en el ojo del huracán. Nadando -ahogándose más bien- en créditos morosos. Cargan a su espalda las entidades transalpinas 360.000 millones de euros en créditos impagados. Ahí es nada. Tanto como un tercio de toda la morralla que se acumula en las entrañas del sistema financiero europeo. O el equivalente a casi un cuarto del PIB italiano. Esto es, de la riqueza que es capaz de generar el país en un año. Que se dice pronto.

Y anda el Ejecutivo italiano enredando en Europa para atajar el problema cuanto antes. Los tejemanejes comenzaron nada más conocerse la victoria en las urnas de los partidarios del brexit. Todo un tsunami al que el primer ministro Matteo Renzi se agarró como a un clavo ardiendo para conseguir su propósito. Lo que se puso entonces sobre la mesa fue la necesidad de una inyección de capital para los bancos italianos de 40.000 millones de euros. En forma de ayuda pública. Sin rescate. Y sin los sacrificios que este acarrea. Saltándose a la torera la normativa europea que obliga a pasar por caja a los accionistas y bonistas de un banco rescatado. Por su cara bonita. 

Lo que quiere Italia no es otra cosa que evitar a toda costa un rescate a la española, en el que los pequeños inversores -acuérdense de los accionistas de Bankia o los preferentistas de las antiguas cajas gallegas- sufragaron parte del rescate. Lo que busca Renzi es que sean los contribuyentes los que carguen con el mochuelo. No quiere el primer ministro Renzi enfadar a los pequeños ahorradores. La razón: tiene cita con las urnas en octubre para reformar el Senado. Necesita una victoria. Y los votos de esos pequeños inversores no son precisamente pocos. 

No está el horno para bollos

Pues, por raro que parezca, y con Alemania de por medio, todo apunta a que el italiano tiene papeletas para salirse con la suya. No está el horno para bollos en el seno de la UE. Lo del brexit es todo un socavón en sus cimientos y el avance de los populismos una piedra -y grande- en el zapato. En Europa no quieren ni oír hablar de otra sacudida política en uno de sus pesos pesados. Y a Renzi el referendo de octubre le puede costar el puesto. Así que por qué no hacer un poco la vista gorda con esto del rescate de los bancos. 

Cómo si no se entienden las palabras que ayer pronunció Merkel. «Hay discusiones intensas entre el Gobierno italiano y la Comisión Europea y estoy convencida de que las cosas acabarán bien», dijo la canciller. Fue abrir la boca la teutona y dispararse las cotizaciones de la vapuleada banca italiana. Dos ejemplos: Sirvan como ejemplo el 11,5 % que se anotó el Unicredit o el 9 % de Ubi Banca. Y eso que entre los aliados de Merkel en la gran coalición, el tema levanta ampollas.

Pero antes que Merkel, llegó el capote del BCE. Su vicepresidente, Vítor Constâncio, dejó caer hace algunos días que el castigo al que estaban siendo sometidos los bancos en la bolsa -sobre todo los italianos- tras la victoria del brexit «merece una profunda reflexión sobre cómo compensar algunas fallas del mercado con una pequeña aportación pública para mejorar significativamente la estabilidad de algunos bancos». A lo que Ignacio Vizco, gobernador del Banco de Italia -con asiento en el consejo del BCE- añadió: «Una intervención pública no puede ser excluida». Hasta el FMI ha señalado a Europa que ha de aplicar «con flexibilidad» las ayudas de Estado a los bancos. Y eso, después de alertar de que la situación puede acabar contagiando al resto de la UE, algo que Merkel rechazó ayer de plano. 

Con todo, y sea cual sea la solución por la que se opte para salvar al sistema financiero italiano de la ruina, los dirigentes europeos no deberían perder de vista que si aplican la manga ancha con Italia y dejan que Renzi salga victorioso de esta batalla estarán sentando un peligroso precedente. A ver si luego se lo niegan al que venga detrás (Portugal está a la cola). Y, no solo eso, estarán socavando, otra vez, la credibilidad del euro.