Crece el fraude empresarial de los «falsos autónomos»

Pablo Batalla Cueto GIJÓN

ACTUALIDAD

MARCOS MÍGUEZ

Los primeros estudios sobre este fenómeno cifran el número de afectados en 275.000. Los expertos denuncian que es difícil de detectar. CSI lanza una campaña para denunciar esta práctica

20 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Sobre el papel son emprendedores, pero la práctica discurre por otros derroteros: más del 75% de sus ingresos, si no la totalidad, proviene de una única empresa de la que en ocasiones hasta visten el uniforme y ocupan un despacho. Son los falsos autónomos, una nueva figura laboral resultante de esos fraudes y trampas que tan duchos son en perpetrar algunos empresarios, y que en los últimos tiempos parece estar adquiriendo hechuras de plaga.

Así lo explica el catedrático de derecho del trabajo y de la Seguridad Social Ignacio González del Rey, de la Universidad de Oviedo: «Hay distintas formas de prestación de servicios retribuidos. La más habitual son los trabajadores asalariados, que trabajan por cuenta de otro y se insertan en su ámbito organizativo, pero la legislación laboral impone en esos casos determinadas obligaciones que algunas empresas consideran excesivas: la causalidad de la contratación temporal y del despido, la indemnización del despido, las cotizaciones a la Seguridad Social... Y una forma de eludir fraudulentamente esas limitaciones o rigideces es acudir a contratos de servicios, de mediación de seguros, civiles o mercantiles para una actividad que en realidad es prácticamente igual o igual a la de un trabajador asalariado: sólo se trabaja para esa empresa, se cumplen los horarios de esa empresa, se tiene un despacho en esa empresa, etcétera».

Las ventajas que para las empresas comporta contratar a sus trabajadores como autónomos en lugar de como asalariados son evidentes: los derechos laborales elementales pacientemente conquistados por el movimiento obrero a lo largo del último par de siglos -vacaciones pagadas, indemnización por despido, bajas por enfermedad, etcétera- se esfuman como por arte de birlibirloque cuando la relación con la empresa encargada de aplicarlos se establece mediante contrato mercantil o de servicios en lugar de a través de uno laboral. Y en estos tiempos en que las bridas del libremercado se han aflojado un tanto, hay entrepreneurs que han aprovechado para desprenderse de ese pesado lastre. «En estos contratos, la duración de los contratos es de libre pacto para las partes y no indemnizada», explica González del Rey.

Para el sindicalista Xurde Llano, uno de los coordinadores de una incipiente campaña que la Corriente Sindical de Izquierda está lanzando contra el fenómeno, «se habla mucho del riesgo que asumen los empresarios cuando invierten, pero en estos casos el riesgo es mínimo: muchas veces no hay ni sueldo fijo. Para las empresas es un chollo; todo beneficios. Es un fenómeno que parece nuevo, pero que lo es sólo entre comillas, porque que el empresario busque el mayor enriquecimiento posible pasando por encima de los trabajadores no tiene nada de novedoso».

Riesgos y beneficios

Concretar el fenómeno en estadísticas es harto difícil, pero algunos estudios y encuestas sitúan el número de falsos autónomos en España en unos 275.000. En cuanto a qué sectores afecta este fenómeno, Xurde Llano asegura que a todos los imaginables: «Desde que lanzamos la campaña nos hemos encontrado desde con fisioterapeutas hasta con periodistas, pasando por dentistas y hasta camareros. Nos hemos encontrado con escanciadores de sidra autónomos». Según una reciente encuesta, alrededor del 25% de los periodistas de España son autónomos, y de ellos un 75% quisiera no serlo.

La legislación, tal como sucede muchas veces, camina en este caso por detrás de la realidad. Así, según explica González del Rey, «en 2007 se aprobó un Estatuto del Trabajador Autónomo que intentaba proporcionar a eso que se llamó autónomos económicamente dependientes una protección parecida o cercana a la de los trabajadores asalariados, aunque más limitada. Lo que pasa es que para que se les proporcione esa protección se requiere que se firme un contrato de ese tipo además del de servicios, y prácticamente nadie lo hace, con lo cual tiene muy poca virtualidad».

Por lo demás, esta forma de fraude no es una fácil de detectar. «A no ser que haya una inspección de trabajo o una demanda judicial, nunca pasa nada», lamenta González del Rey. Y demandar no es fácil para quienes se ven en estas situaciones. Tal como explica Xurde Llano, «es un paso muy difícil de dar, porque a nada que te muevas puedes estar fuera del trabajo sin pestañear, y además mucha gente ni siquiera sabe que su contrato es fraudulento». Además, explica Llano, «aunque muchos falsos autónomos cobran muy poco, también hay muchos que perciben buenos sueldos, y eso hace que esa gente se diga: «¿Para qué voy a denunciar?». A esa gente habría que explicarle que te pueden despedir en cinco minutos y que, aunque sólo sea en previsión de eso, deberían ir guardando pruebas con vistas al juicio al que podrían acabar viéndose abocados». Añade Llano que «todo esto tiene mucho que ver con el pensamiento hegemónico que nos venden cada día: el emprendedurismo, la asunción de riesgos, tirar por la vía individual y si no puedes eres un fracasado… El discurso cala y acaban vendiéndonos como emprendimiento un empleo en el que tú asumes todos los riesgos y la empresa todos los beneficios».

CSI está preparando en este momento un protocolo para asistir a los falsos autónomos que se acerquen al sindicato en demanda de ayuda, que incluye tanto acciones judiciales como movilizaciones sindicales: concentración ante determinadas empresas y en Inspección de Trabajo, acompañamiento a juicios, tirada de panfletos y carteles, etcétera. El objetivo global de la campaña es triple: «señalar a las empresas que se aprovechan, exigir responsabilidad a unas administraciones que lo consienten y sobre todo ayudar a los trabajadores que lo sufren».