«Me gustaría pensar que mis abuelos estarían orgullosos de ver en qué se ha convertido la empresa»

Noelia Rodríguez AVILÉS

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Cartonajes VIR recibe el Premio Familia Empresaria
Cartonajes VIR recibe el Premio Familia Empresaria

Cartonajes VIR recibe el Premio Familia Empresaria después de que cuatro generaciones de Iglesias se hayan dedicado al negocio

10 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Sus abuelos decidieron lanzarse a la aventura de emprender después de pensar que vender las cajas que elaboraban artesanalmente en casa podría ser un negocio mejor que trabajar como asalariados en una tienda textil y ahora sus nietos y biznietos tienen puestas las miras en cómo la impresión digital puede aplicarse al cartonaje. Han pasado 85 años desde que Vicente Iglesias Rodríguez -de ahí las iniciales de la empresa- y su mujer, Julieta Vincelle Argüelles, fundaran la marca en la que han trabajado hijos, nietos y ahora biznietos. Lo han hecho manteniendo ese espíritu familiar pero también adaptándose a los tiempos que venían y eso les ha servido para haber sido distinguidos con el Premio Familia Empresaria, que ayer les concedió la Asociación Asturiana de Empresa Familiar. Cada año comercializan más de 50 millones de cajas, han tenido más de un millar de clientes y han dado trabajo a otras 113 familias. De hecho, minutos antes de recoger el premio, Inaciu Iglesias, consejero delegado de Cartonajes VIR, aseguraba que la distinción «reconoce a las 114 familias con las que trabajamos». También que «me gustaría pensar que mis abuelos estarían orgullosos de en lo que se ha convertido la empresa».

Cuando Vicente y Julieta decidieron convertirse en sus propios jefes lo hicieron desde casa. Allí es donde ellos confeccionaban artesanalmente las cajas que luego vendían y entregaban a domicilio a otros negocios de Oviedo. «Pasaron de ser dependientes a independientes», explica su nieto. Años después se incorporaron los hijos al negocio, «de forma escalonada y fueron sofisticándolo». La empresa creció durante las siguientes décadas y los Iglesias tuvieron que afrontar sucesivos retos. Un incendio en el taller, la guerra civil, crisis económicas… «No es que sean oportunidades, es que hay que saber verlas», apunta Iglesias. Compraron maquinaria, sacaron la empresa de casa y la trasladaron a Siero y fueron evolucionando y adaptándose a las necesidades del mercado. Uno de sus grandes hitos fue en los años 60 cuando nació la demanda del cartón ondulado y multiplicaron su producción. Otro, 30 años después, cuando se incorporó la tercera generación de la familia al negocio y se hizo una apuesta por la calidad y la innovación al tiempo que la empresa se convertía en sociedad anónima.

Inaciu Iglesias se muestra convencido de que «no hay mayor homenaje a la tradición que renovarla para que pueda seguir» y así lo han venido haciendo ellos durante todo este tiempo. «No se puede hacer lo mismo que hace 80 años», asegura. Sus abuelos hacían cajas a partir de cartones viejos, «de aquella se ocultaba el reciclaje y ahora se presume de ello», apunta Iglesias. Y ahora VIR diseña, fabrica y entrega «soluciones en cartón». También el márketing ha cambiado en estos 80 años. Entonces se buscaba la utilidad y ahora «el cliente quiere cajas guapas y baratas, como el que va a Zara quiere ropa guapa y barata y el que va a Ikea muebles guapos y baratos. Y para eso hay que gestionar bien y comprar máquinas caras», apunta el consejero delegado de la empresa.  

Trabajar con la familia

En Cartonajes VIR trabajan hermanos, primos, tíos… e Inaciu Iglesias reconoce que «no es fácil trabajar con la familia, pero nos ayuda que tenemos buenas intenciones, podemos equivocarnos, pero teníamos buenas intenciones». También destaca el sentido del humor, «que nos ayuda a relativizar las cosas» y da un consejo «no obsesionarse con la continuidad» cuando se forma parte de una familia con empresa propia. «La vinculación no es sólo trabajar en ella, se puede ser accionista, consejero delegado o basta con saber que tu nombre aparece en la fachada».