Vincent Rosso: «La economía colaborativa tiene potencial si el producto es caro»

MONTSE CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

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Marcos Míguez

El responsable de Blablacar en España descubre la estrategia que aupó a la plataforma a 3,5 millones de usuarios

24 mar 2017 . Actualizado a las 08:13 h.

El ingeniero industrial Vincent Rosso (París, 1970) acompañó al fundador de BlaBlaCar, Frédéric Mazzella, desde la fase embrionaria de la empresa, cuando los dos trabajaban en la misma firma estadounidense de tecnología, hasta hace poco más de un año. Participó como inversor con la entrada en el capital del fondo especializado en nuevos proyectos en Internet Cabiedes & Partners, asumió la puesta en marcha de la plataforma en España cuando el modelo necesitaba contrastarse fuera de su país y, después de seis años de «mucho trabajo», con la red social de coche compartido respaldada en España por 3,5 millones de usuarios (45 millones en el mundo), decidió levantar el vuelo. «Necesitaba descansar y abordar otros proyectos, algunos también de economía colaborativa», explicó ayer en A Coruña antes de pronunciar una conferencia titulada 3x3 del emprendimiento: la experiencia de BlaBlaCar.

-¿Qué significa 3x3?

-Como emprendedor yo soy autodidacta. Tuve la increíble experiencia de BlaBlaCar y ahora estoy apoyando a muchas empresas que me han dado otra lectura. 3x3 son nueve parámetros aplicados a los tres pilares -emprendedor, equipo y start-up- que por mi experiencia considero importantes.

-¿Puede resumirlos?

-No sé si se entenderán. Visión, foco y ambición, por parte del emprendedor. Limitaciones, conocimiento compartido y trabajo en equipo, por parte del equipo. Y estrategia, capacidad para medir la eficiencia y paciencia, por parte de la empresa.

-¿Cómo fue el comienzo de BlaBlaCar España?

-Con muy pocos medios. La adaptación tecnológica al nuevo idioma y la nueva red de transporte fue complicada y cuando ya tuvimos el producto hubo que desarrollar la ingeniería de comunicación y márketing poco a poco. Los tres primeros años fueron difíciles. Después el efecto de red en Internet, por el que 1+1 puede llegar a ser 3, ayudó a conocer la plataforma.

-¿Importaron el modelo francés?

-No, en Francia la cultura de compartir coche era más sólida. Ayudó la huelga del 2008, con Sarkozy, que motivó un paro del transporte público de dos semanas. Cuando Frédéric fundó BlaBlaCar había otras tres empresas en el país haciendo lo mismo. En España no había tradición y el mayor obstáculo lo encontramos cuando buscamos el apoyo de las instituciones y vimos lo difícil que era convencer a la gente mayor de que esto era posible. Entonces nos dimos cuenta de que teníamos que hablar más con los jóvenes. Al fin y al cabo, BlaBlaCar es una red social sobre ruedas que encaja con ese perfil de jóvenes mayores de 18 años usuarios de Facebook y Twitter.

-Alguien dijo que en política los candidatos deben convencer a su electorado y olvidarse del rival. ¿Aquí también?

-Así es. Aunque al final necesitamos a los dos, a los que tienen coche y a los que lo necesitan, y tuvimos que dosificar muy bien las campañas para guardar esa coherencia entre la oferta y la demanda.

-¿Qué campos puede explorar la economía colaborativa?

-Aquí hay una parte empresarial y otra emocional y aunque la segunda está entusiasmada con el modelo vemos que la sostenibilidad económica toca dos conceptos, la casa y el coche, que son la mayor fuente de gasto de una familia. La oportunidad de negocio tiene que ver con el coste del producto. No sé si compartir taladros sería sostenible. Creo que la economía colaborativa tiene mucho potencial referida a productos caros, que cuestan dinero, y puede extenderse al mundo de la empresa, por ejemplo, dos constructoras que necesiten una grúa y puedan compartirla, o de los hospitales, con los aparatos médicos. Pero probablemente habrá que esperar a que la gente madure y acepte estas nuevas formas de colaborar. Es un cambio cultural.