Blesa no pudo con la presión y el repudio

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

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Salas | EFE

La autopsia que se le practicó ayer al cuerpo confirmó que el expresidente de Caja Madrid se suicidó

21 jul 2017 . Actualizado a las 08:09 h.

«Muerte por autolesión por arma de fuego». En un brevísimo comunicado, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía hacía público en la mañana de ayer el resultado de la autopsia que los forenses le practicaron al cuerpo de Miguel Blesa, y que confirmaba así la hipótesis principal -y prácticamente exclusiva, pese a que la familia se aferraba a la del accidente- con la que la Guardia Civil había trabajado desde el momento en el que encontraron el cadáver del exbanquero, poco después de las 8.30 de la mañana del miércoles.

En lo que la opinión parece unánime es en que fueron la presión y el repudio social los que finalmente lo doblegaron, pese a que no se mostró deprimido en la última etapa, aunque sí «preocupado» por los procedimientos judiciales.

Blesa se pegó un tiro en el corazón con una de las quince armas de caza que poseía, la única que llevó consigo -en contra de su costumbre- a la finca Puerto del Toro, en la localidad cordobesa de Villanueva del Rey.

Las conclusiones de los forenses, que le practicaron la autopsia entre las nueve y las once de la mañana en las dependencias del Instituto de Medicina Legal de Córdoba, fueron contundentes. En contra de lo que los familiares barajaban como causa probable de la muerte, para mitigar el dolor producido por el impacto de tan inesperada noticia, el de su escopeta no fue un disparo fortuito al sacarla del maletero del coche, sino un tiro calculado y certero. 

Una herida a quemarropa

La lesión -un solo orificio de entrada de bala, de siete milímetros-, según el informe forense, fue «a cañón tocante», es decir, a quemarropa, y se produjo al colocarse el rifle contra el tórax, a la altura del corazón y apretar el gatillo. La muerte fue inmediata. Blesa se encontraba en el exterior de su vehículo y tras el disparo su cuerpo resbaló sobre el capó y cayó al suelo, a la altura de las ruedas delanteras. No había signos externos de violencia ni señales de forcejeo, pero sí restos de pólvora en sus manos. Los investigadores lo tuvieron claro desde el principio: suicidio.

Y la hipótesis se fue confirmando con los testimonios de allegados y amigos, que relataban cómo habían sido los últimos días del expresidente de Caja Madrid y su extraña visita de caza a la finca en la que murió.

De «comportamiento raro» calificó Fermín Gallardo, íntimo del exbanquero y gerente de Puerto del Toro, la indecisión de Blesa sobre si ir o no a cazar a la finca. Explicó que, frente a su naturaleza ordenada y metódica, en esta ocasión había confirmado y anulado la visita en varias ocasiones y que solo avisó de su llegada en la noche del martes, cuando ya estaba a 80 kilómetros. Que no llevara equipaje, «más que una muda y un neceser», que fuera solo y que portara arma propia en lugar de usar las de la finca, como acostumbraba, fueron más indicadores del desenlace.

Tras la autopsia, su cuerpo fue trasladado al tanatorio de Las Quemadas, donde fue incinerado para ser trasladado después a Linares (Jaén), su localidad natal. Allí, en el panteón familiar, serán inhumadas sus cenizas, mientras que el funeral se oficiará a las 19.30 de la tarde en la iglesia parroquial, en la intimidad. 

Iglesias lamenta su muerte, pero recuerda a los que se suicidaron por sus manejos

Un día después de que el secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político de Podemos, Íñigo Errejón, expresara su pésame a la familia al expresidente de Caja Madrid, el secretario general de la formación morada, Pablo Iglesias, lamentó ayer la muerte de Miguel Blesa y «de cualquier ser humano», pero subrayó que su «recuerdo» está en estos momentos con «las muchas personas que fueron víctimas de desahucios y estafas» durante su gestión al frente de Caja Madrid y, sobre todo, «con todos aquellos que también se suicidaron por esas causas.»

En la rueda de prensa posterior a la reunión que mantuvo con el nuevo secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo, Iglesias advirtió que «cuando se habla de una persona se omite a otras». Por eso precisamente, quiso dejar bien clara su «solidaridad» con todos los que padecieron las consecuencias «de los corruptos y del saqueo generalizado» que se produjo en España durante años.

Miguel Blesa era uno de los personajes que la formación morada incluyó en su ya famoso y polémico tramabús como símbolo de la corrupción y de los abusos en las cajas de ahorros por la «estafa» de las preferentes.

Ajetreo en la casa familiar de Linares, a escasos metros de la plaza en la que murió Manolete

Vuelve hoy Miguel Blesa a su Linares natal, la que será su última morada ya la que siempre se mantuvo ligado. Y ayer en la casa familiar de la localidad jiennense, un imponente inmueble de piedra situado en el casco histórico, a escasa distancia de la plaza de toros que vio morir a Manolete, se ultimaban los preparativos para el último adiós al exbanquero.

Su familia tiene previsto depositar las cenizas del expresidente de Caja Madrid en el panteón que los Blesa tienen en el cementerio de la localidad, y donde descansan los padres del exbanquero

«Lo suyo ha sido como lo de Rita Barberá»

«Miguel Blesa es Rita Barberá. La presión se cargó a Rita Barberá y la presión se ha cargado a Miguel Blesa». Así lo aseguraba ayer, a la entrada del tanatorio de Córdoba, Fermín Gallardo. El amigo íntimo del exbanquero y administrador de la finca Puerto del Toro, estuvo presente en el tanatorio donde tuvo lugar la cremación, y donde también se reunieron otros familiares y allegados del fallecido, entre ellos, dos de sus hermanos y la viuda, Gema Gámez, con quien Blesa contrajo matrimonio en el 2013. 

«Se echó a llorar y colgó»

Precisamente Gallardo fue el encargado de trasladarle telefónicamente a Gámez el fallecimiento de su esposo la víspera. «Le dije que era algo muy duro lo que tenía que decirle. Traté de prepararla, pero cuando se lo comuniqué empezó a llorar y me cortó el teléfono», explicó.

Que avisaran a su mujer fue otra de las cosas de las que Blesa se ocupó antes de quitarse la vida, ya que, simulando un recordatorio casual, le dio el número al gerente de la finca, diciéndole, «por si la tienes que llamar». Fue otra de las pistas que, antes del suceso, nadie supo interpretar como preludio de la gravedad de lo que estaba a punto de ocurrir.

De hecho, quienes le conocían insistieron en que no se le había visto un ánimo especialmente decaído ni tampoco ningún comportamiento que alertara de que pensaba acabar con su vida, ya que el actual no estaba siendo su peor momento, al menos no a ojos ajenos. «Voy fuera a cambiar el coche de sitio para dejarlo a la sombra», fueron las palabras con las que el miércoles se levantó de la mesa en la que desayunaba, antes de iniciar lo que iba a ser una jornada de caza. Minutos después, se disparó un tiro en el pecho.