España asume que su pesca será de las perdedoras con el cambio climático

E. Abuín VIGO / LA VOZ

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Oscar Vazquez

Las especies del hemisferio norte se desplazan más al norte y las del sur, hacia el sur

03 oct 2017 . Actualizado a las 07:29 h.

A pesar de que se ha visto atún rojo en aguas del Ártico, merluza en aguas de Noruega y anchoas en el mar del Norte, aún quedan escépticos del cambio climático. Los padres de Myron Peck, sin ir más lejos, que recuerdan que a mediados del siglo pasado había atún en aguas alemanas y piensan que lo único que ocurre es que ahora ha vuelto a esas latitudes. Pero lo que los progenitores del profesor de Oceanografía Biológica y Ciencias Pesqueras de la Universidad de Hamburgo ven como un simple ciclo, es una de las percepciones que, sumadas, hacen cada vez más evidente que el cambio climático ya ha hecho mella en las pesquerías.

Así quedó patente en el Congreso que la FAO y Conxemar celebraron el lunes en Vigo como antesala de la feria que este martes arranca en Cotogrande. Los ponentes repitieron por activa y por pasiva que el calentamiento del agua, la acidificación del océano y el cambio en el régimen de vientos y corrientes están modificando la distribución de las especies, que ha variado -para peor- la productividad e, incluso, ha alterado el tamaño de las especies. John Pinnegar, director de Cambio Climático del Cefas (Centre for Environment, Fisheries and Aquaculture) británico, resumió algunas de estas variaciones: en 50 años los stocks se han movido, de media, 27 kilómetros por década, las migraciones también se han adelantado 4,4 días cada diez años, el PH del agua ha bajado un 0,1 desde la revolución industrial, en 24 zonas geográficas la temperatura ha subido 1,5 grados... En definitiva, que todo está cambiando muy deprisa. Que las especies del hemisferio norte se mueven más al norte y las del sur más al sur. Que en esa redistribución, que afectará a más del 60 % de las especies, según Pinnegar, habrá poblaciones perjudicadas y beneficiadas, y regiones ganadoras y perdedoras.

España asume que no estará en el primer grupo. «Es evidente», dado el desplazamiento de muchas pesquerías, admitió el lunes el secretario general de Pesca, Alberto López-Asenjo, que reconoció que esos movimientos, la «tropicalización de las especies», en términos de Pinnegar, van a «exigir también adaptar incluso nuestros sistemas de división de la pesca extractiva».

Proyecciones

Ahora bien, esa pérdida del 16 % de la producción primaria del Cantábrico que vaticinan para dentro de medio siglo los estudios citados en su ponencia por Guillem Chust, investigador de AZTI sobre cambio climático y ecosistemas marinos, es, a su juicio, una previsión «que se hace en base a escenarios y proyecciones» sobre los que planea un alto grado de incertidumbre.

Desplazamiento

Menos dudas hay sobre otras constataciones, como que la caballa desova 15 kilómetros más al norte, que el bonito del norte está desplazándose hacia el polo y la migración ya se ha adelantado casi dos semanas, que las larvas de anguila ya no llegan en la cantidad que hace años a los ríos europeos... Se libra la anchoa, que abunda, ha expandido su área y hasta sus puestas son de mayor densidad. Pero «aunque la flota española es una de las más importantes de Europa, no hay ningún estudio público sobre la forma en que el cambio climático impactará en ella», criticó Guillem Chust.

No fue el único reproche que se escuchó en la sede de Afundación en Vigo. La de la lentitud con la que se está haciendo frente al fenómeno fue una crítica recurrente. «Los cambios no esperan», espoleó Darío Alvites, director del Comité de Consumo Humano de la Sociedad Nacional de Industrias de Perú, que reprendió a los poderes públicos por no asumir un papel más activo que el de «esperar a que las instancias superiores» muevan ficha y a «consensos multilaterales». La rápida evolución de los acontecimientos requiere más agilidad, respuestas rápidas, incluso por adelantado y, sobre todo, «nuevas normas para redistribuir los derechos de acceso», un marco más flexible, planteó Poul Dengbol, experto en gestión pesquera y desarrollo de la comunidad costera de la Universidad de Aalborg (Dinamarca).

En Europa se está fraguando «la tormenta perfecta»

Sin George Clooney a bordo, pero en Europa se está fraguando la tormenta perfecta. Así definió Ernesto Penas al cóctel explosivo que las choke species (especies de estrangulamiento, esas que amenazan con paralizar la pesquería por la escasa cuota de la que se dispone), la inminente entrada en vigor de la prohibición de los descartes, el desplazamiento de las especies y la rigidez de la estabilidad relativa, conforman. Y eso sin contar con los cambios en los derechos de pesca que se derivarán del brexit. «Va a estallar», dijo el asesor principal de la política pesquera común de la DG Mare, que insistió, eso sí, en que no está sobre la mesa modificar esa clave de reparto que se fijó hace 30 años y que ahora debe conjugarse con un mapa de capturas que nada tiene que ver con el que había hace tres décadas. «Hay un desajuste mayor entre el sistema de gestión y la realidad de la industria pesquera» que se tendrá que poner sobre la mesa. Y aunque, de momento, la Comisión se hace la sueca, en algún momento habrá que estudiar cómo adaptar ese marco. «No se puede gestionar un mundo cambiante con un instrumento que lleva fijo 30 años».

Escaso aprovechamiento

Penas puso también el acento en que ha habido una recuperación de los stocks. No en el Mediterráneo, que está fatal, pero sí en la banda del Atlántico. Pero ocurre que, a la par que ha ido aumentando la biomasa, se ha producido un retroceso en las capturas. Así, según dijo, en el 2014 se pescó el 82 % del total admisible de capturas (TAC), pero un año después ese gasto bajó al 77 % y el año pasado solo se aprovecharon el 73 % de los recursos disponibles. «¿Eso es un buen resultado?». Pregunta retórica huelga decir.

Oportunidades

Ahora bien, no todo es malo en el cambio climático. También se ven oportunidades. Es más, hay quien, dejando aparte las situaciones locales, apunta que solo situándose en el peor de los escenarios aparece una caída del 30 % en las capturas globales. Y eso a pesar de que casi el 50 % de las especies dejarán su zona actual para moverse a otras. Lo dijo Steve Gaimes, profesor decano de Gestión Pesquera y Ciencia Medioambiental de la Universidad de Santa Bárbara, en EE.UU., que se colocó en los escenarios de no hacer nada ante la nueva situación o el de adaptarse y aplicar una gestión flexible. Sin duda, la mejor solución. Hay margen más que suficiente para adaptar las políticas de gestión para afrontar el cambio climático.

Galicia aporta su grano de arena con una estrategia y abriendo a socios su proyecto Climefish

Bueno para los cefalópodos, regular para los atunes y malo para el mejillón. Son algunas de las pinceladas del futuro pesquero que deja intuir el cambio climático, sobre el que hay más corazonadas que certezas. En la constatación y búsqueda de afirmaciones categóricas, Galicia también está aportando «o seu gran de area». Así lo dijo la conselleira de Pesca, Rosa Quintana, en la inauguración del Congreso. Un aporte que viene, por un lado, de esa Estratexia Galega de Cambio Climático e Enerxía 2050, «un instrumento transversal de planificación no que virán marcadas as grandes liñas de acción a seguir pola Administración no horizonte 2050» y que se centrará en el campo social, «nunha nova forma de producir e de consumir» y en el económico, «nunha modernización industrial baseada nunha forte inversión nas enerxías renovables».

«Con cabeza e corazón»

Pero su gran apuesta es el proyecto europeo Climefish, en el que participa el Cetmar (Centro Tecnolóxico do Mar), que trata de buscar en esa bola de cristal en la que todavía consultan todos «como vai afectar o cambio climático nos próximos 50 anos á produción de alimentos procedentes da pesca e da acuicultura». En este programa, el Cetmar lidera «as accións de interacción a través dunha plataforma que facilita a participación de diferentes axentes vinculados ao mundo do mar». Asimismo, la Xunta trata de apuntalar la investigación como el elemento clave y diferenciador que permita que Galicia mantenga su elevada posición en el campo marítimo pesquera. Porque, desde luego, la comunidad gallega no figura entre los escépticos del cambio climático, aunque está convencida de que traerá oportunidades «si se fan as cousas con cabeza e corazón».