Draghi cierra el grifo a la mitad, pero deja correr el dinero hasta septiembre

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DANIEL ROLAND | Afp

Reduce de 60.000 a 30.000 millones el importe de sus compras de activos

27 oct 2017 . Actualizado a las 01:21 h.

Dejar el grifo abierto hasta septiembre del año que viene, pero con el agua corriendo a mitad de caudal. Es lo que ha decidido Draghi para eso del tapering. Un término que suena a chino, aunque sea inglés, pero que no es otra cosa que la retirada gradual de las muletas en las que se ha apoyado la economía europea durante los últimos años. Las armas con las que el BCE ha combatido la crisis financiera y de deuda soberana, primero; y el fantasma de la deflación, después.

Una decisión la de este jueves que todo el mundo esperaba y que supone un paso más hacia el fin del quantitative easing (QE), otro rebuscado vocablo anglosajón. Este para referirse al programa de compra masiva de deuda -sobre todo pública-, que -para disgusto alemán- puso en marcha Draghi en marzo del 2015. Una decisión sin precedentes y puede que la más arriesgada que se ha tomado nunca en la eurozona, siguen manteniendo algunos todavía hoy.

En estos momentos el BCE se está gastando una media de 60.000 millones de euros al mes. Compra, sobre todo, deuda soberana, aunque también de empresas no financieras. Y productos como cédulas hipotecarias. De la magnitud de su actividad da buena cuenta el balance de la autoridad monetaria, próximo a los 4,5 billones. Es el doble que en marzo del 2015, cuando arrancaron las compras. Y tanto como el 42 % del PIB de la eurozona. Pues bien, lo seguirá haciendo al mismo ritmo hasta que se acabe el año. Pero, a partir de enero se gastará la mitad: 30.000 millones de euros al mes. Y así durante nueve meses más. Hasta septiembre del año que viene. En total, otros 270.000 millones. Y eso siempre que las cosas no se tuerzan. Porque riesgos hay: el brexit, la situación en Cataluña, las elecciones italianas, el relevo al frente de la Reserva Federal... Draghi no se fía. Por eso dejó ayer la puerta abierta a incrementar nuevamente la cuantía o alargar la vida del programa si fuese necesario. Y eso que en la rueda de prensa el italiano se congratuló de la «sólida y amplia expansión económica» de la eurozona. Pero esta crisis ya ha demostrado que tiene más vidas que un gato y no conviene bajar la guardia.

Opta, pues, la autoridad monetaria por un recorte mucho más contundente que el que anunció en diciembre del año pasado y que suponía bajar de 80.000 millones a 60.000 el importe de sus compras mensuales a partir de abril.

Harina de otro costal es el precio oficial del dinero. En eso no ha habido cambios. Ni se vislumbran. «El consejo de gobierno espera que los tipos de interés oficiales del BCE se mantengan en los niveles actuales durante un período prolongado que superará con creces el horizonte de sus compras netas de activos», es la coletilla con la que la institución acompaña desde hace ya algún tiempo sus decisiones en ese capítulo. Ayer volvió a emplearla.

De ello deducen los analistas que el tipo de interés oficial, ahora en un histórico 0 %, difícilmente subirá antes del 2019, el año que verá el fin del mandato de Mario Draghi al frente de la institución.