Solo el 1% de las pymes familiares llega a la cuarta generación en Asturias

Raúl Álvarez REDACCIÓN

ACTUALIDAD

Mujer trabajando.Mujer trabajando en una oficina
Mujer trabajando en una oficina

El Consejo General de Economistas publica una guía de supervivencia para las empresas más pequeñas. El Colegio autonómico quiere profesionalizar la gestión

20 feb 2018 . Actualizado a las 12:17 h.

Las pymes mueren jóvenes. Su nacimiento es extremadamente dificultoso, su infancia resulta devastadora y apenas una minoría diminuta alcanza una madurez y una vejez provechosas. Solo una de cada cien pequeñas y medianas empresas familiares alcanza en Asturias la cuarta generación, señala el decano del colegio autonómico de economistas, Miguel de la Fuente. Uno de los principales motivos de esa enorme vulnerabilidad son las deficiencias en la gestión diaria por la falta de conocimientos y de profesionalidad entre sus directivos. Para remediarlo, el Consejo General de Economistas, en colaboración con la patronal Cepyme, acaba de publicar una guía de buen gobierno dirigida a todas esas compañías que no tienen el tamaño suficiente para dotarse de sus propios manuales de responsabilidad corporativa o de recursos humanos. «El escaso tamaño de las empresas es uno de los grandes problemas de la economía asturiana, en la que abundan las micropymes que no tienen más de cinco empleados. Dotarlas de protocolos para una actuación correcta es una contribución muy necesaria para que tengan un crecimiento sólido», apunta De la Fuente.

Según los criterios de la Comisión Europea para armonizar las definiciones en los 28 países de la Unión, solo son grandes empresas aquellas que superan los 250 empleados. Por debajo de esa categoría, se establecen otras tres: microempresas con menos de 10 trabajadores, pequeñas empresas, que tienen entre 10 y 50, y empresas medianas que superan el medio centenar sin llegar a 250. Tanto en Asturias como en España, según los datos del Directorio Central de Empresas (Dirce), el sistema de información del que se abastecen los estudios de Instituto Nacional de Estadística (INE), las pymes conforman la mayoría abrumadora del tejido empresarial. En ambos casos, representan el 99,9% de las compañías en activo, que son más de 67.000 en la comunidad autónoma y por encima de 3,2 millones en todo el país. Es también una tendencia en toda Europa, solo que en España es más acusada y en Asturias resulta llamativa por el enorme peso de las empresas más pequeñas, casi unipersonales. «Estamos casi tres puntos por encima de la media de la Unión y eso representa un problema tanto para la competitividad como para el crecimiento», advierte De la Fuente.

Las empresas familiares, que son un 85% del total, suponen un instrumento de medición particularmente afinado para determinar la longevidad de las empresas. Solo el 1% llega a la cuarta generación. En ocasiones, el fracaso puede deberse a las lagunas en la preparación de sus responsables o a la falta de intuición para los negocios de algunos de los herederos, pero esos elementos azarosos y personales no deben ocultar la existencia de impedimentos estructurales para la estabilidad de las pymes. «Por supuesto, cualquier empresa debe preparar la sucesión en su cúpula de una manera ordenada, pero a veces no resulta fácil tomar decisiones de manera rápida y eficiente en compañías que no tienen ni un consejo de administración ni directivos profesionales», añade el decano. La guía de los economistas intenta llenar ese hueco con «una herramienta útil y oportuna que ayude a sus destinatarios a conseguir una gestión más transparente, mejorar su eficiencia económica, mostrar un crecimiento sólido y reforzar la confianza de los inversores».

Los retos a vida o muerte para las pymes comienzan apenas iniciada su andadura. El 80% no cumplen un año de vida y menos de un tercio siguen en el negocio cinco años después de su fundación, según los datos del INE. La guía establece 12 principios y contiene 26 recomendaciones para ayudar a evitar los errores más comunes, robustecer las empresas y alargar su vida. También incluye un test para que cada compañía pueda evaluar si actúa en su día a día de acuerdo con los principios del buen gobierno.

La profesionalización de la gestión y el paso de la toma unipersonal de decisiones a la deliberación en órganos colegiados con una composición diversa en conocimientos, experiencia y género son dos de las recomendaciones que reciben mayor énfasis en la guía. «Desde luego, si el empresario no tiene unos conocimientos mínimos, la empresa se resiente. Es verdad que, a veces, al hablar con los descendientes del fundador de una firma familiar, les escucho explicar que el padre o el abuelo tenía un olfato para descubrir posibilidades de negocio que ellos no tienen, aunque le faltaran los estudios que los más jóvenes sí tienen. Pero eso no dice nada en contra de la formación. Los emprendedores sin conocimientos financieros, contables, de auditoría o de relaciones laborales que llegan al éxito lo consiguen porque son inteligentes para rodearse de colaboradores y asesores externos que sí son especialistas y les ayudan a sobrevivir», alega De la Fuente. A fin de cuentas, si una firma ha de establecer su posición y durar muchos años en ella necesita eficacia para mejorar su valor económico y su competitividad. Todas aquellas que no cotizan en bolsa necesitan seducir con esos atractivos a inversores potenciales para financiar nuevos proyectos.