No solo es el jamón de Mercadona, China se fija en España y elige a Galicia

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ADRIAN BAULDE

El gigante asiático ha aumentado su inversión en la comunidad en los últimos años tras descubrir el gran potencial agroalimentario gallego

18 abr 2018 . Actualizado a las 13:43 h.

Un grupo chino filtró a la prensa esta semana su interés por hacerse con la principal proveedora de embutidos de Mercadona. La experiencia de pasear el carrito de la compra entre jamones y chorizos envasados no cambiaría demasiado: Incarlopsa tiene sus instalaciones en la provincia de Cuenca más un par de secaderos, pero el reverso de la etiqueta mostraría la marca Kam Fung Group Company. La familia propietaria se apresuró a negar las negociaciones, pero hace ya tiempo que el gigante dormido ha despertado su interés en España. Sobre todo en Galicia.

En 2016, China pareció haberse dispuesto a comprar la comunidad. Nunca antes hubo una inversión tan alta desde el país asiático en empresas gallegas: 61 millones de euros, según los datos que maneja el portal público Datainvex. En la última década pasaron a manos chinas Gándara Censa, la mayor calderera de España; el astillero Rodman; o Hijos de Carlos Albo, histórica conservera viguesa. También adjudicatarias en ciudades gallegas como Urbaser, que gestiona el agua de Ferrol o la basura de Lugo, fue comprada por un grupo chino. Incluso el Celta estuvo a punto de pasar a propiedad de un holding chino.

Desde el año 1993, los empresarios chinos han invertido más de 4.000 millones de euros en España según los datos recogidos por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, pero la comunidad gallega no ha sido un socio prioritario para ellos hasta los últimos años. «Ven a Galicia como una potencia muy rica. Por ejemplo, con el vino. Es la autonomía con más denominaciones de origen de España», explica Pablo Cabanelas, coordinador del Máster de Comercio Internacional en la Universidad de Vigo. «Tengo la sensación de que han descubierto el gran potencial agroalimentario después de conocer el sector de la pesca. Ahora observan que hay mucho más», añade.

En estos 25 años, la industria de la alimentación ha sido la que más inversiones ha recibido desde China, al suponer el 51,3% del total. El primer año del gran desembarco fue 2011. La principal operación aquel curso fue la venta de Gándara Censa al grupo Citic, líder en la fabricación de máquinas para el sector minero en China. El máximo accionista de la firma gallega era Carlos Mouriño, que cinco años después hablaría con la misma empresa para la venta del Real Club Celta de Vigo.

La relación entre ambos mercados tuvo un punto de inflexión en ese momento. Apenas 600.000 euros habían viajado desde China en veinte años. En los últimos siete, el montante supera los 118 millones. Y se espera que la cifra vaya a más. “Disponen de mucho efectivo y están dispuestos a invertir a largo plazo”, asegura Cabanelas.

Made with Flourish

Aprovechar el «brexit» y a Trump

«Parten con ventaja ante un contexto donde parece que los anglosajones se cierran», argumenta el analista económico tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el brexit que sacará al Reino Unido de la Unión Europea. Cabanelas explica que los chinos tienen «un enfoque distinto», apostando por relaciones más a largo plazo y con un aspecto conservador frente a la «especie de rodillo» que aplican los empresarios americanos o ingleses.

«Suelen mantener las mismas estructuras, los empleos, la inversión y los salarios. Son menos neoliberales», señala sobre la estrategia del país asiático, con una cultura milenaria y en un momento de bonanza económica con la creación de grandes fortunas tras años de gran crecimiento.

El PIB chino avanzó un 6,8 % en el primer trimestre del año, según informó este martes Xing Zhihong, portavoz de la Oficina Nacional de Estadística de China. «Nuestras puertas se están abriendo al resto del mundo y hay muchas áreas comerciales en las que tenemos potencial. Nuestras compañías domésticas son más competitivas y podemos mantener el equilibrio del comercio», destacó Zhihong para restar importancia a la amenaza proteccionista anunciada por Trump.  

El rechazo al «made in China»

La llegada de inversiones chinas genera cierta desconfianza en una sociedad habituada a que la presencia empresarial de este país se limite, hasta los últimos años, a bazares y manufacturas de baja calidad. «Los asociamos con eso, pero están cambiando su modelo productivo. Es casi un continente y hay zonas muy urbanas punteras tecnológicamente. Los proveedores se han instalado allí y las empresas han adquirido el know-how», subraya el profesor de la Universidad de Vigo.

El ejemplo más claro de aventuras empresariales chinas en el extranjero está en África. Un reportaje del New York Times se preguntaba en 2017 si China sería la nueva potencia colonial en el mundo. Las firmas del país pusieron sus ojos en el continente hace más de medio siglo, pero su intervención ha crecido de forma exponencial en los últimos años. Solo en 2016, China destinó una partida de 60.000 millones de dólares para financiar infraestructuras en África.

«China ha tenido gran impacto allí, pero aquí es un modelo distinto porque el tejido empresarial y las instituciones son diferentes», aclara Cabanelas. «Es cierto que, cuando las empresas dejan de tener capital doméstico, hay riesgo. Pero en este caso, siendo sobre todo un sector agroalimentario que tiene su riqueza en Galicia, es difícil que deje de estar aquí», añade.