Seis meses trabajando infiltrado en la economía del bajo coste: «Te deshumanizan, pero lo esconden»

LA VOZ

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SIMON DAWSON | REUTERS

Un periodista y escritor británico relata todo lo que vivió trabajando como infiltrado en Amazon y Uber

14 jun 2018 . Actualizado a las 17:36 h.

Un almacén del tamaño de 10 campos de fútbol, el sonido de una  sirena para anunciar la hora de comer, las interminables colas de trabajadores que deben atravesar el detector de metales, y  el «muévete tío, no tengo toda la tarde» de los guardias de seguridad. Esto es parte de lo que recuerda James Bloodworth de su primer día de trabajo para Amazon.

«Así me había imaginado siempre que sería una cárcel por dentro», dice el periodista en una entrevista para El Confidencial. Pero ese infierno, era su nuevo lugar de trabajo, donde tendría jornadas de casi 11 horas recorriendo 16 kilómetros entre estanterías cada día y con salario mínimo. Era el nuevo operario de almacén de Amazon.

Bloodworth, periodista y escritor de 35 años, retrata en su libro 'Hired: six months undercover in low-wage Britain', la realidad laboral detrás de gigantes tecnológicos como Amazon y Uber, donde trabajó como infiltrado durante varios meses. 

Para vivirlo en primera persona, el periodista fue hasta Rugeley, una pequeña localidad de 18.000 habitantes al norte de Birmingham, donde Amazon posee uno de los mayores almacenes del país con más de 2.500 empleados. Bloodworth solicitó un puesto, lo contrataron y pasó seis meses infiltrado de operario en Amazon. «Es imposible no salir cabreado de allí después de ver cómo tratan a la gente: como si fueran animales. Sucedieron tantas cosas inaceptables que me dije: tengo que contarlo. Y aquí estoy».

Trabajar en Amazon fue mucho peor de lo que él imaginaba. De hecho, cuenta que trabajó en un almacén antes de ir a la universidad, pero que jamás imaginó todo lo que iba a encontrarse esta vez. «Por ejemplo, si querías ir al baño tenías que pasar por un control de seguridad. Los guardias eran bastante desagradables. Tenías que dejar tu móvil, el reloj, el cinturón... igual que en un aeropuerto. Había un aire continuo de sospecha sobre ti por temor a que robaras algo».

A eso, se sumaron todo tipo de prohibiciones. Como la de no poder correr por el almacén, aunque tengas que hacerlo para poder cumplir tus objetivos. «No hay forma de lograrlos si no corres. En este sentido, es como estar en un internado o en una prisión. La realidad es que hacen todo esto porque quieren que haya una alta rotación de gente. La mayoría del personal de almacén son temporales con contratos de nueve meses. Te exprimen antes de que puedas ser permanente y tengas derechos laborales más amplios».

Como era de esperarse, Amazon salió al paso de estas acusaciones y en un comunicado aclaró que «no reconocen estas acusaciones como una representación precisa de actividades en nuestros edificios». Como prueba de las buenas condiciones que dice brindar a sus empleados, la compañía mencionó el nombramiento que le otorgó LinkedIn como el 7 ° lugar de trabajo más codiciado en el Reino Unido y el primer lugar que ocupa en los EE. UU.

 Durante su jornada, tenía que llevar encima un aparato en el que recibía las instrucciones y notificaciones como: «vas por debajo de objetivos, tienes que ir más rápido». El dispositivo también medía cuántos productos cogía por hora y si estaba cumpliendo con los objetivos, si este parámetro era negativo, algún manager hacía una advertencia. «Durante mi primera semana vino uno a decirme que estaba en la banda inferior del 10% en términos de productividad. Nadie tiene forma de saber si eso es cierto o no, quizás era una forma de hacerme ir más rápido, pero fue extraño, yo pensaba que lo estaba haciendo relativamente bien. Me dijo que si no aceleraba me pondrían un punto de sanción disciplinaria. Si acumulas seis puntos, te despiden».

 Además de los seis puntos acumulados, una enfermedad también podía ser motivo suficiente para un despido. No importa que tengas un justificante médico o avises con antelación. Te ponen el apercibimiento igual. «A mi me lo hicieron. Cuando me puse enfermo, y estaba malo de verdad, llamé con tres horas de antelación a pesar de que en teoría basta con una hora. Les dije que me iba a ser imposible hacer un turno de 10 horas y media, les aseguré que podía llevar un justificante del médico, y me dijeron que no me molestara, me iban a poner el punto igual». Al regresar, se atrevió a decir que lo que pasaba le parecía injusto y el supervisor le contestó que «es lo que siempre se ha hecho en Amazon».

En este punto, Amazon aclaró que dentro de sus nuevas iniciativas, hacen lo posible para ayudar a sus empleados en caso de que falten por enfermedad. «Ya no tenemos una política de asistencia basada en puntos: la cambiamos por los comentarios de nuestros asociados. Si alguien está enfermo, conversará con ellos para comprender sus propias circunstancias individuales. Apoyamos completamente a nuestra gente y usamos la discreción adecuada al aplicar nuestra política de ausencias», dice parte de su comunicado. 

También se pueden acumular puntos por llegadas tardías causadas por la misma empresa. «Conocí a una mujer que me contó cómo una mañana se estropeó el bus de Amazon que lleva a los trabajadores al almacén. Todo el mundo en ese autobús se llevó una sanción de un punto por llegar tarde a pesar de que la culpa era de la propia compañía, no de ellos», recuerda.

Y si en Amazon, el trabajo no perdona ausencias por enfermedad, tampoco admite perder mucho tiempo para ir al baño. A Bloodworth, llegaron a llamarle la atención por acumular demasiado «tiempo ocioso», que es la forma en que los supervisores se refieren al tiempo que usas para ir al baño. Esta tarea, por la disposición de los únicos dos aseos en planta baja para un almacén gigantesco, indefectiblemente llevaría mucho tiempo a cualquier empleado. «Cada vez que vas tienes que pasar por seguridad, quitarte el reloj, el cinturón. Calculé que te lleva más o menos 7 minutos. Eso siendo muy, muy rápido. Pero si no, te puede llevar 10 o 15 minutos. Eso es lo que llaman “tiempo ocioso” y por lo que te amenazan con un punto disciplinario. Así que o dejas de beber agua o tienes un problema».

Amazon desmintió estas acusaciones y aseguró que las «instalaciones sanitarias están a poca distancia a pie de donde están trabajando». También indicó que las pausas para ir al baño no son supervisadas.

 Su experiencia, lo lleva a comparar la situación con la era soviética, cuando el eslogan era del tipo «adoramos ir al trabajo cada día» para imponer un universo retórico sobre la realidad para esconderla y suavizarla. Para  Bloodworth, en Amazon pasa algo muy parecido «por ejemplo, nos llamaban a todos “asociados". En mi primer día me dijeron: "Jeff Bezos es un asociado, como tú", o si perdías tu trabajo no te "despedían", te "dejaban ir". Tampoco podías llamar al almacén “almacén” delante de tu manager: tenías que decir "centro de aprovisionamiento"».

Bloodworth define el trabajo en ese almacén como deshumanizante. «Amazon trata a sus empleados como escoria. En el mejor de los casos sentías que te trataban como a un animal. Ven a las personas como meras unidades de productividad. Es una especie de gestión leninista de los empleados: la idea de que por encima existe una élite, Jeff Bezos y compañía, que son los que mueven el mundo, y por debajo está la gente sobre el terreno a quienes hay que exprimir, sin importar su salud o bienestar».

 En cuanto al marco legal, el periodista asegura que Amazon incurre en ilegalidades a través de sus agencias de contratación. En su caso, aplicó al puesto a través la agencia Transline, con la cual no firmó un contrato. «Se lo reclamé muchas veces pero me decían que como era un trabajador de "cero horas" no tenía derecho a contrato. Es falso. Todos los trabajadores temporales deben tener por ley un contrato. En este caso era la agencia la que incurrió en irregularidades, pero es Amazon quien la contrata. En mi opinión la responsabilidad última de que esto ocurra es de Amazon».

 Su experiencia en Uber: «te deshumanizan igual y te tratan como basura»

 En Uber trabajó casi tres meses como conductor. Al principio le vendieron la idea de ser su propio jefe, tener plena autonomía, no ser un empleado más, gestionar su propio negocio al volante de un coche. Pero, a cambio de esta supuesta flexibilidad, «se pierde el derecho a salario mínimo, no te pagan si te pones malo, no te pagan las vacaciones… todo eso corre de tu cuenta».

Cuando fue a la formación inicial tras ser contratado, ya le dejaron claro que no podía seleccionar los viajes o trabajos que quisiera. «Si Uber te envía un viaje, lo tienes que aceptar. Si no lo haces, porque te encuentras mal o el cliente está muy lejos y vas a perder dinero, te pueden acabar desactivando de la plataforma». Uber también te dice lo que puedes y no puedes decir a los clientes, por ejemplo, está prohibido hablar de política, deporte o religión.

Las famosas estrellas de puntuación de pasajeros, también juega un papel importante. Cuando de las puntuaciones caen por debajo de 4,4, te avisan  que tendrás problemas. Primero te llaman para darte más formación, pero si sigues por debajo, te vetan temporalmente y luego de forma definitiva. «Al final, me daba la sensación de estar trabajando al 100% para Uber. Con la diferencia de que había perdido todos mis derechos laborales».

Y en esas condiciones, ¿cuánto gana un conductor de Uber? «Deduciendo todos los gastos rondaba el salario mínimo, unas 7,2 libras la hora (8,17 euros). Con la diferencia de que las vacaciones o los días de baja por enfermedad te los tienes que pagar tú. No recuerdo el número de horas exactas que trabajaba, pero muchas veces eran más de de 10».