Una sanitaria que «repara vidas» en Palestina

Nacho G. Ruano REDACCIÓN

EMIGRACIÓN

Azucena Esteban atiende a una mujer en uno de los campamentos saharahuis
Azucena Esteban atiende a una mujer en uno de los campamentos saharahuis

Azucena Esteban también participó en la reconstrucción médica de Nicaragua tras el paso del huracán Mitch

26 mar 2019 . Actualizado a las 13:16 h.

Cerca de 35 años realizando labores humanitarias en todo el mundo. Casi el mismo tiempo que esta sanitaria burgalesa de origen lleva afincada en Asturias, donde fue presidenta de Médicos del Mundo durante cuatro años. Actualmente, dirige la sección asturiana de esta ONG en Palestina, donde realiza un seguimiento de los proyectos que llevan a cabo en esta zona del Próximo Oriente, ayudando a «reparar» la vida de los afectados por los conflictos existentes en este lugar. Además, también coordina los trabajos sobre el terreno de Médicos del Mundo Asturias en los campamentos de refugiados saharahuis. Entre sus experiencias profesionales, destaca su cooperación en Nicaragua por el paso del huracán Mitch.

Tras finalizar sus estudios de Medicina en Valladolid, se mudó a Asturias para realizar su carrera profesional. Su primera experiencia solidaria fue con una ONG alemana en en Nicaragua, en 1985, donde fue responsable del área de urgencias del hospital de Somoto, zona que se encontraba entonces en un conflicto armado. «Me movió el convencimiento de que, con mi profesión, tenía capacidad para aportar en esa situación», explicó Azucena Esteban, que en su trayectoria como cooperante y supervisora de proyectos ha estado en lugares como Nicaragua, Colombia, Guatemala, Mozambique, Sierra Leona, campamentos saharauis o Palestina.

Una trayectoria dilatada

De su larga trayectoria, destaca su experiencia en Nicaragua después del huracán Mitch en 1999. El paso de este ciclón tropical, considerado uno de los más devastadores de la era moderna, causó cerca de 11.000 muertos en América Central, y dejaron las redes de infraestructuras nacionales de la zona seriamente dañadas. Mitch dejó precipitaciones históricas en Nicaragua y Honduras. La cooperante participó en el análisis que se realizó sobre la situación médica en el país nicaragüense tras el paso del huracán, estudio que se empleó para organizar las ayudas posteriores para reconstruir el sistema de salud en Nicaragua.

La dureza de su trabajo y la exigencia psicológica que acarrea enfrentarse a unas realidades difíciles no impide a esta cooperante ver el lado bueno de su trabajo. Aprender de las experiencias vitales de los afectados por la adversidad, ponerse en su lugar, empatizar... Sin embargo, los esfuerzos dedicados a salvar vidas y cuidar a los damnificados no siempre acaban con final feliz. «Lo más gratificante es siempre la mirada de los afectados por la situación. Su punto de vista, su forma de vivenciar la adversidad, de disfrutar lo que tienen, su alegría... Lo más duro es que las mejoras a veces son muy lentas, o parecen insuficientes. Siempre hace falta más», señala, aunque considera que es necesario una vista a largo plazo y perspectivas de futuro.

Su nutrida experiencia le ha servido para poder conocer y entender mejor las realidades de las zonas de conflicto en las que Médicos del Mundo desarrolla sus proyectos. Palestina, como señala la cooperante, es un entorno altamente complejo. La labor de la ONG se divide en dos zonas muy diferenciadas: Cisjordania, donde sus proyectos involucran a las comunidades beduinas, y en Gaza. La difícil situación en estos dos lugares requiere de un intenso apoyo psicosocial a los habitantes afectados. «Las comunidades beduinas sufren una situación de acoso permanente por las instituciones israelitas, en general y por los colonos, en particular, que condicionan todas sus acciones», narra.  

La labor Gaza

Su labor en Gaza tampoco es baladí: millón y medio de personas se encuentran encerradas y sin posibilidad de entrada o salida de personas o mercancías. Un duro aislamiento en el que tienen que sobrevivir a los ataques aéreos que, debido a la ausencia de material de construcción, provocan que no puedan volver a edificar sobre las ruinas de sus anteriores hogares. «La violencia es cotidiana y afecta a la salud mental de los más vulnerables, los niños, que desarrollan patologías de estrés crónico», apunta. Además de la mencionada labor psicosocial, realizan formación para identificar patologías y orientar en técnicas y tratamientos.«Tenemos también comisiones de traumatología y ortopedia infantil: 4 veces al año, llegan a realizar intervenciones quirúrgicas, gran parte de ellas de cirugía reparadora», explica.

Su experiencia en cooperación al desarrollo se extiende en un amplio abanico de campos: programas de salud sexual y reproductiva y de violencia de género, evaluación técnica de proyectos y seguimiento de la calidad de los proyectos llevados en terreno por Médicos del Mundo. Una capacidad multidisciplinar que demuestra cada vez que coge las maletas y pone rumbo a cualquier zona del mundo par seguir «reparando vidas». Mientras tanto, a la espera de su próximo viaje, sigue ejerciendo como médica de familia en el centro de salud número dos de La Calzada.