La divertida odisea de una gijonesa traduciendo el polaco

Nacho G. Ruano REDACCIÓN

EMIGRACIÓN

María Pérez Presa en la ciudad de Wroclaw, donde cursa su estancia de Erasmus
María Pérez Presa en la ciudad de Wroclaw, donde cursa su estancia de Erasmus

María Pérez Presa llegó a Wroclaw en septiembre de 2018 tras un viaje que fue toda una aventura

05 mar 2019 . Actualizado a las 16:43 h.

Un Alsa a Madrid, un viaje con escala en Manchester y un aterrizaje en Polonia. Así fue el viaje que María Pérez Presa hizo para llegar a su destino de Erasmus. Una aventura doblemente desafiante para la gijonesa, que llegaba a un destino culturalmente desconocido para ella, donde debía proseguir sus estudios y aprender a llevar el dia a día sola, lejos de su familia. Una estancia que le ha deparado hasta la fecha multitud de anécdotas en su intento de comprender el estilo de vida polaco, así como la odisea de comprar en los supermercados de su destino de Erasmus.

La llegada a Wroclaw, a pesar del duro viaje y de encontrarse en un país desconocido para ella, fue muy acogedor para la asturiana. El hecho de haber escogido una residencia de estudiantes para alojarse durante su estancia en esta ciudad polaca ayudó a la gijonesa a que el proceso de adaptación fuese más llevadero. «Entré por la puerta y empecé a conocer a otros estudiantes que estaban igual de perdidos que yo», explica María Pérez, que quiso afrontar en compañía de sus nuevos amigos la primera toma de contacto con el país polaco. Una aproximación a la realidad de Polonia dificultada por el idioma, ya que las expectativas de la asturiana no se cumplieron en este sentido. «Tenía la idea de que siendo la tercera ciudad más importante de Polonia, la gente a pie de calle sabría hablar algo de inglés», afirma la estudiante.

La sorpresa de la gijonesa llegó cuando tuvo que enfrentarse al desafío de comprar en los supermercados polacos. La falta de conocimiento de la lengua polaca hizo que la asturiana protagonizase una divertida anécdota con un envase de comida. Un producto con una etiqueta en la que aparecía un oso pescando un salmón, bajo el nombre de  atrajo la curiosidad de la estudiante que, días después de ver dicho envase por primera vez, decidió adquirirlo para cocinar lo que creía que era, por la ilustración y la palabra que acompañaba la imagen, carne de eso. «Traduje toda la etiqueta del producto con la ayuda de Google Translator esperando encontrar un modo de cocinado. Mi cara al leer que lo que había comprado era salmón ahumado salvaje pescado en Alaska tuvo que ser todo un poema», comenta divertida la asturiana.

Otro factor cultural que sorprendió mucho a la gijonesa en sus primeros días en la ciudad polaca fue «lo silenciosos que son por la calle». María Pérez destaca la ausencia de ruidos tanto en el tranvía como en el bus, y el hecho de que la gente hable susurrando para no causar molestias. La independencia familiar polaca es un aspecto que choca mucho con la forma de entender las relaciones familiares en España, donde los hijos suelen tardar en salir de la casa de sus padres. En Polonia, por el contrario, los hijos suelen buscar trabajos con los que convalidar sus estudios y poder salir del hogar paterno.

A pesar de la distancia con Asturias y la poca afluencia de asturianos en Wroclaw, la gijonesa mantiene su tierrina siempre presente, y se erige como embajadora de la cultura regional en su destino de Erasmus. La estudiante quiere embriagar a sus amigos con las tradiciones y costumbres del Principado, y tanto les ha involucrado que hasta han firmado la bandera asturiana que la gijonesa siempre lleva allá donde vaya en el extranjero. Un orgullo patrio que sale a relucir en las conversaciones que mantiene con sus compañeros de aventuras en su destino de Erasmus. Palabras como pota, tendal o enseñanzas sobre el escanciado de la sidra aparecen recurrentemente en las charlas en las que la asturiana pregona a sus amigos las bondades de las costumbres del Principado. 

Una región cuya actualidad sigue la gijonesa a través de Internet, donde se entera de la última hora de su tierra natal. Una comunidad a la que vuelve siempre que puede, y donde no ve cambios aparentes, más allá de que la gijonesa la valore más por la distancia. «No creo que Asturias cambiase, creo que al haber estado este tiempo fuera ahora la veo yo más bonita, la aprecio más», apunta. La llama del amor por Asturias da calor a esta estudiante para hacer frente al frío carácter polaco.