Laureano Oubiña: «Entiendo que haya dudas, pero no volveré a ser narcotraficante»

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO MADRID / LA VOZ

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Javier RomeroBenito Ordóñez

Asegura que vivirá de la pensión que le corresponde por lo que cotizó. «De cuando fui autónomo», dice

17 feb 2021 . Actualizado a las 19:33 h.

Los colectivos contra la droga lo responsabilizan de la heroína y cocaína que mutiló una generación. Ha cumplido 22 años en la cárcel y está de vuelta. Un huerto, un invernadero y un gallinero forman parte de su nueva realidad, mientras cuenta los segundos para regresar a su tierra, donde cree que puede pasear por la comarca de Arousa y el resto de Galicia «con la cabeza muy alta».

-¿Mereció la pena ser narcotraficante?

-No, claro que no.

-¿Se arrepiente?

-Me arrepiento de muchas cosas, pero arrepentirse ahora de poco vale. Claro que hay muchas cosas que no volvería a hacer, téngalo por seguro. No hay dinero en el mundo que pague un día de cárcel.

-¿Guarda rencor a alguien?

-A nadie, no soy rencoroso. Lo que sí tengo es un genio endemoniado, pero se me pasa rápido.

-¿Ni a los testigos que facilitaron su ingreso en prisión?

-Tampoco. Bastante tienen con lo que hicieron. Mintieron durante años.

-Uno de ellos, Ricardo Portabales, denunció en la Fiscalía que la operación Nécora fue un fraude.

-Eso es algo que ya sabía, y desde el principio. Yo no tenía nada que ver en eso, nada de nada.

-Pero traficó con hachís.

-Pero mucho tiempo después de cuando fui acusado por este señor. Y repito, hachís, nada más. Fui investigado por todos, y nadie lo probó. Reto a cualquiera en la Tierra o en la Luna a que lo haga.

-Del juicio de la Nécora queda para el recuerdo su actitud insolente con el fiscal y el presidente de sala: ¿lo haría otra vez?

-Hoy no lo haría, pero en aquel momento estaba muy quemado. Llevaba cuatro años y medio en prisión preventiva, con una acusación de unos hechos que no cometí. No fueron las formas correctas, es verdad, pero no fui capaz de evitarlo en aquel momento. De todas formas, me gustaría que ellos, entonces, se pusieran en mi sitio y a ver cómo reaccionaban. Serían más correctos que yo porque tienen más preparación y otro carácter. Pero me comporté mal, eso es innegable.

-¿Le pasó factura?

-¡Y tanto! Ahí estuve, 22 años a piñón fijo. De aquellos polvos vinieron estos lodos. Por ejemplo, a la hora de concederme permisos penitenciarios.

-Pasaron casi tres semanas desde que la Audiencia Nacional le otorgó el tercer grado y logró dejar la cárcel: ¿cómo lo valora?

-Valoro que antes mandaba más el general que el cabo, y ahora es al revés.

-¿Puede identificar al cabo?

-El servicio penitenciario, y el general, la Audiencia Nacional, que no tiene culpa ninguna.

-¿Conserva dinero del narcotráfico?

-No me queda nada, me lo sacaron todo.

-¿Qué patrimonio conserva?

-Ninguno, me lo quitaron todo.

-¿De qué va a vivir?

-De la pensión que tengo y que me corresponde por edad.

-¿Cotizó en algún momento?

-Doce años, es lo que tengo. Son de la época que fui autónomo. Hice más cosas que descargar cajas de tabaco y fardos de hachís.

-¿Lleva bien vivir con una pensión pequeña después de tantos años de lujo y abundancia?

-Me llega perfectamente, la libertad no hay dinero que la pague.

-¿Financió a partidos políticos?

-Sí, a AP.

-¿En qué época?

-El señor Fraga estaba al frente. Hablamos del año 1977 a 1979.

-¿Dio mucho dinero?

-Bastante. Y como yo, muchos.

-En su caso, ¿era dinero del tabaco o del hachís?

-Del tabaco. También financié a otro partido, pero ese me devolvió hasta la última peseta.

-¿Cuál?

-UCD.

-¿Se declaraban las donaciones?

-No.

-¿Cuál era su beneficio?

-Ninguno. Me lo pidió alguien que ya murió, y lo hice.

-Se le acusa de ser responsable de sobredosis de heroína y cocaína, pero nunca fue condenado por traficar con esas sustancias. ¿Cómo encaja que le llamen asesino?

-Nunca he tenido contacto con ninguna organización que traficara con nada que no fuera tabaco o hachís. Llevan 30 años llamándome asesino, y, que yo sepa, el hachís no mató a nadie. Son varios los que crearon en su día ese monstruo, cabeza de todos los turcos. Eso fue todo interesado.

-¿Por quién?

-Por doña Carmen Avendaño y compañía, cuando fundaron eso [en alusión a la Fundación Érguete] con Jorge Parada Mejuto y cierto comisario de la policía que ya no está entre nosotros. Y todos sabían muy bien la identidad de las personas que traficaban con heroína. El otro día tuve que oír que me sacaron el pazo porque sí, no sabía que eso era motivo para quitarle a alguien algo.

-¿Qué les diría a los que creen que volverá a traficar con drogas?

-Entiendo que existan dudas, pero no volveré a ser narcotraficante, no quiero volver a las andadas. Busco terminar bien lo que me resta de vida y acabar las memorias que estoy escribiendo con ayuda de alguien.

-¿Y a los que dicen que tiene dinero del narcotráfico guardado?

-Una de esas personas fue la señora Avendaño, y tendrá sus repercusiones judiciales.

-¿Volverá a Galicia?

-En cuanto el magistrado me autorice. Ahora estoy desterrado.

-¿Le preocupa que lo señalen?

-Para nada, he cumplido la condena y no hay reproche que hacerme. Puedo pasear con la cabeza muy alta por Arousa y Galicia.

-Le ofrecieron testificar contra otros narcos, pero no lo hizo...

-Soy leal y no hago eso. Antes, la cárcel, y así fue.

-El hachís era pakistaní, no marroquí. ¿Cómo lo traía?

-Con barcos desde el Mediterráneo y con camiones. Lo llevaba adonde los dueños de la mercancía me decían: Alemania, Holanda, Francia o Inglaterra.

-¿Cobraba en especies?

-No, yo nunca compré ni vendí un gramo de hachís. Yo lo transportaba y cobraba en dinero.

-¿Dónde ?

-En España no descargué mucho hachís, lo descargué en Portugal. De allí lo llevaban al destino que daban los dueños de la mercancía. Iba todo a Europa. En España no dejé un gramo de hachís, solo las ganancias. Fíjese: los políticos llevan el dinero al extranjero, y yo lo traía e invertía.

-Lo acusaron de pagar sobornos en la cárcel para comida y bebida.

-Eso es mentira, una más. Jamás soborné a ningún funcionario. Sé que hay cierto juez de poca monta que va a platós de televisión a decir mentiras.

-Sus hijas reclaman el pazo Baión. ¿Las secunda?

-Claro que sí, faltaría más. Eso fue un robo judicial, así de claro. La Justicia concluyó que el pazo era de Laureano Oubiña y de Esther Lago, y a ella no la juzgaron, al morir un año antes, por lo que no fue condenada. Conclusión: que saquen la parte que me corresponde para pagar multas, pero la de ella no puede quedársela el Estado.

De la condena por la Nécora en 1994 a la de blanqueo de dinero de ahora

El juez que ha concedido el tercer grado a Laureano Oubiña considera que la actividad en la oenegé en la que cumplirá sus obligaciones con la Justicia «le permitirá conocer, valorar y asumir las consecuencias de la actividad delictiva. Siendo importante como proceso de reinserción que el penado trabaje en la atención de personas en situación de marginalidad y, de forma más concreta, con aquellas personas que en su momento entraron en el mundo del consumo de tóxicos». Es el último paso de un largo proceso en el que Oubiña ha encadenado varias condenas relacionadas con el narcotráfico, todas impuestas por la Audiencia Nacional.

La última condena, de cuatro años y siete meses de prisión, le fue impuesta en septiembre del 2012 como autor de un delito de blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico. Recurrió al Tribunal Supremo, que confirmó la sentencia y señaló que en el caso se daban todos los ejemplos del blanqueo de capitales: la cantidad elevada de dinero, la vinculación con actividades ilícitas, la inexistencia de negocios lícitos que justifiquen el incremento patrimonial, las operaciones extrañas a las prácticas comerciales ordinarias, un entramado asociativo complejo que actúa como empresas pantalla y la apertura frecuente de cuentas corrientes.

La de blanqueo fue la última, pero Oubiña fue condenado en 1994 por la operación Nécora a 12 años de cárcel por dos delitos contra la Hacienda Pública, pena que fue rebajada a la mitad por el Supremo. En 1999 fue condenado a 4 años por delito contra la salud pública; en el 2002, a 6 años de prisión por un alijo de 6.000 kilos de hachís, y en el 2006 le cayeron otros 6 años por el hachís transportado en el barco Regina Maris.

La salida de Oubiña de la prisión de Navalcarnero se retrasó varias semanas debido a un incidente con un funcionario del penal a causa del aspecto de la barba del recluso. Al parecer, todo se originó al regreso de un permiso extraordinario para unas pruebas médicas. A Oubiña se le abrió un expediente por «calumniar, injuriar, insultar y faltar al respeto». Su abogado asegura que no hubo ninguna confrontación.