La oposición exige la dimisión de Maza y de Catalá tras la renuncia de Moix

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

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Mariscal | efe

El fiscal general dice que intentó que siguiera porque no cometió ninguna ilegalidad

02 jun 2017 . Actualizado a las 09:10 h.

Su situación era ya insostenible. Se había quedado completamente solo, aunque dos días antes Mariano Rajoy aún decía que le mantenía su confianza. Pero ya el miércoles el Gobierno había decidido dejarlo caer tras la revelación de que posee un 25 % de una sociedad offshore en Panamá, Duchesse Financial Overseas, propietaria de un chalé en el municipio madrileño de Collado Villalba, valorado en 570.000 euros. Manuel Moix no pudo resistir más las presiones y decidió renunciar ayer, de manera irrevocable y alegando «motivos personales», como fiscal jefe Anticorrupción, tras solo 87 días en el cargo con varias polémicas. Ahora volverá a ser fiscal del Tribunal Supremo, de donde salió cuando fue nombrado.

Los fiscales, satisfechos

El fiscal general del Estado, José Manuel Maza, que fue quien lo nombró y el encargado de informar de su dimisión, defendió la honradez y las actuaciones de su subordinado, porque «he podido constatar de manera absoluta que no ha existido en su comportamiento ningún tipo de irregularidad ni de ilegalidad». En su opinión, poseer una compañía en un paraíso fiscal no es reprochable ni incompatible con ser el fiscal que encabeza la lucha contra la corrupción. En una comparecencia en la que no admitió preguntas, insistió en que no existían motivos para destituirlo, pero no había podido convencerlo de que siguiera porque su renuncia era «absolutamente irrevocable». Moncloa ya había bajado el pulgar que significaba que su salida era inminente.

En la marcha de Moix, que estaba dispuesto a aferrarse al puesto, ha sido clave que todas las asociaciones de la carrera fiscal, incluida la conservadora y mayoritaria Asociación de Fiscales, que le apoyó en su nombramiento, se la reclamaran. La tres asociaciones se felicitaron ayer por su marcha, que consideraron «necesaria» por el «riesgo» que suponía su permanencia para la imagen de la institución.

La imparcialidad de Moix ya había quedado en entredicho cuando se conocieron las conversaciones entre el expresidente madrileño Ignacio González y el expresidente de la Comunidad Valenciana y exministro Eduardo Zaplana, en las que se escuchaba al primero referirse así a la futura designación de Moix al frente de Anticorrupción: «Sería cojonudo. Es un tío bueno y serio».

La decisión fue recibida con alivio y silencio en el Gobierno. Mariano Rajoy eludió responder sobre la dimisión, pero en una intervención pública dijo que «hacer política es hacer las cosas a lo grande, fijarse en lo importante, tomar las decisiones y no ocuparse de los chismes». El ministro de Justicia, Rafael Catalá, quien había defendido a capa y espada a Moix en varias intervenciones en el Congreso, expresó su respeto por su decisión «personal» y reiteró que no veía motivo alguno para cambiar a Maza.

Tarde y mal

La oposición, sin embargo, apuntó al propio Maza y al ministro de Justicia e incluso a Rajoy para exigirles responsabilidades políticas. Además, criticó al fiscal general del Estado por asegurar que había intentado convencer a Moix para que se quedara. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, afirmó que el cese llegaba «tarde y mal», porque ya había sido reprobado por el Congreso, y destacó que el Gobierno hace dos días lo defendía y que el cambio de postura se debía a «la presión de los medios de comunicación y de la opinión pública». El secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, coincidió en que su renuncia «llega mal y tarde» y reclamó que tanto Maza, al que afeó que no vea motivos para la dimisión de Moix, como Catalá abandonen sus respectivos cargos. Pablo Iglesias disparó más alto, ya que «la cabeza de Moix» es solo una «pieza en el engranaje de la trama». «Ministros y fiscales offshore que degradan la democracia y parasitan las instituciones. Hay que echarlos», señaló. El secretario de análisis estratégico de Podemos, Íñigo Errejón, denunció que es «una vergüenza» que Moix pueda volver al Supremo y recordó que fue nombrado por Maza, por Catalá y en última instancia por Rajoy.

Al Supremo con más de 100.000 euros de sueldo

Una vez cerrada su breve etapa en Anticorrupción, el efímero jefe de la Fiscalía Anticorrupción regresa al punto de partida, al Tribunal Supremo. Aunque con una diferencia. Porque Moix, el mismo día en que fue designado por Maza para «poner orden» en Anticorrupción fue ascendido y se convirtió en fiscal de sala, que tiene la misma remuneración que el sueldo asignado al jefe de Anticorrupción: 106.922 euros anuales. En esto no sale perdiendo.