La sentencia del bofetón abre un debate sobre qué castigos imponer a los hijos

a. mahía / s. carreira A CORUÑA / LA VOZ

ACTUALIDAD

Pablo CarballoS. RoucoD. Portela

Jueces, padres, psicólogos y expertos defienden, con matices, el cachete

20 jul 2017 . Actualizado a las 08:13 h.

La misma bofetada de un padre a un hijo puede ser condenada por un juez e indultada por otro. La legislación nunca ha sido precisa a la hora de establecer dónde está la frontera entre un cachete que ha de ser castigado y otro que no merece reproche. Así las cosas, la respuesta jurídica ante una agresión a un menor se deja a criterio de los juzgadores. La condena o la absolución depende de las circunstancias de cada caso. El 63 % de los padres, según una encuesta del INE, y muchos profesionales y juristas defienden la eficacia de un cachete en el momento justo y con la intensidad adecuada. Otros no, y algunos con matices. 

Emilio Calatayud
Emilio Calatayud RAMON LEIRO

emilio calatayud, juez

«Un bofetón en el momento justo y con la intensidad adecuada es una victoria». «Ahora mismo le pegas un azote a tu niño y te encuentras con que los vecinos te llaman la atención porque lo estás maltratando. Pero un buen azote cuando un crío coge una rabieta viene muy bien», afirma Emilio Calatayud, juez de menores de Granada cuyas sentencias ejemplares han marcado un hito. «En derecho ya tenemos los mecanismos suficientes para saber si estamos ante padres maltratadores o padres preocupados por la educación de sus hijos sin necesidad de prohibir el bofetón por ley». El juez va más allá. Sostiene que «un cachete o un bofetón en el momento justo y con la intensidad adecuada es una victoria».

Calatayud siempre defendió que «los menores son muy buena gente, pero nos hemos equivocado con ellos: hemos pasado de un Estado dictatorial a un Estado democrático, y en materia de menores no tenemos término medio. Nos ha dado miedo poner límites a nuestros hijos, por temor a que pasen lo que nosotros hemos pasado... Les hemos dado muchos derechos, pero no les hemos trasladado deberes. Hemos perdido el principio de autoridad. Hemos querido ser amigos de nuestros hijos. Y un padre es un padre, no un colega». 

Javier Urra
Javier Urra XOÁN A. SOLER

javier urra, psicólogo

«Una bofetada, aunque se deba evitar siempre, no es maltrato». El conocido psicólogo y primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Javier Urra, no cree para nada que las bofetadas tengan beneficio para la formación del menor, pero precisa que un cachete, «aunque se deba evitar siempre, no es maltrato; maltrato es algo más grave, continuado y dañino». Eso sí, aunque el bofetón, entendido este como puntual y con la mínima fuerza posible, no debe ser castigado judicialmente, Urra está convencido de que «no es bueno». Lo explica así: «Si reprendes a un niño de 7 años con una bofetada, ¿vas a hacer lo mismo cuando tenga 17?». 

¿Se puede educar sin dar jamás una bofetada a un niño? «Se puede y se debe. La bofetada no es pedagógica», dice Urra. Al final, el objetivo de los padres consiste en encontrar un equilibrio. Y es que no hay que olvidar que «los hijos tienen obediencia debida a sus padres», mientras que «es esencial para el bien de los menores que sus padres se empoderen». 

Ignacio Espinosa
Ignacio Espinosa

ignacio espinosa, letrado

«Condenar por una bofetada puntual y sin causar lesión daña aún más la relación paterno-filial». El abogado coruñés Ignacio Espinosa califica la sentencia dictada por Vázquez Taín de «justificada, racional y fructífera». Entiende este letrado que «abre un camino que no es la interpretación cuadriculada de la ley». Espinosa sostiene que «condenar por una bofetada puntual y sin causar lesión daña aún más la relación paterno-filial». 

Rosario Crespo
Rosario Crespo

Rosario crespo, abogada

«Tal vez estos casos tendrían que instruirse y no ir a juicio oral». Totalmente de acuerdo con la sentencia, esta abogada coruñesa de familia plantea una cuestión de fondo: «Si un menor denuncia a sus padres, es lógico que se investigue, pero ¿llegar al juicio oral? Tal vez sería mejor, o bien hacer una instrucción por parte de la Fiscalía, o bien pasarlo a mediación y no ir directamente a juicio». Es decir, que se cite al menor, a sus padres, sus tutores, médicos, familia... a aquellos que se considere para saber si el niño sufre malos tratos o lo ocurrido fue una sanción puntual a un hecho reprobable. «Una bofetada es un error, lo ideal es que no ocurra», recalca Crespo, pero hay que asumir que «llega un momento en que los derechos del niño terminan donde empiezan los de los padres». 

Eugenia Insua
Eugenia Insua

eugenia insua, psicóloga

«Una bofetada no es violencia si es una sanción simbólica». Eugenia Insua cree que «la familia se ha democratizado y diversificado: eso resquebraja la autoridad y viene el Estado a poner orden». Antes, explica esta psicóloga experta en niños, «la autoridad paternal era algo íntimo», y ahora «un niño de 11 años pone una denuncia en el juzgado, se comporta como un adulto». 

Para ella, «el juez ha actuado con mucho sentido común», porque a los padres la sociedad no solo les permite corregir, sino que espera que lo hagan. Además, «una bofetada no es violencia siempre que sea una sanción puntual, sin lesiones y tenga un contenido simbólico». Es un portazo, un límite: «Esto me lleva a preguntarme por qué el niño denuncia. Tal vez, sin conocer el caso, claro, el niño esté pidiendo un límite, algo de autoridad que necesita y no encuentra». 

Fernando Lacaci
Fernando Lacaci SANDRA ALONSO

fernando lacaci, anpas

«Os pais non teñen modelos, necesitan máis formación». Vicepresidente de Anpas Galegas, Lacaci cree que parte del problema es la impericia de los padres, especialmente quienes tienen un hijo único: «Antes tiñamos modelos nas familias, pero agora vivimos separados e os pais imos aprendendo coa práctica. Co primeiro fillo cometemos erros que corriximos no segundo». Para evitar ese «paso a paso» que acaba con la autoridad paternal, Lacaci propone «máis formación», algo como una clase de preparación al parto pero de educación. Y más ayuda puntual, un lugar en el que preguntar: «Un pediatra diche que a tose non é pulmonía; pois outro profesional pódeche dicir cousas que teñen que ver cos límites e a educación». 

La tendencia es la absolución de los progenitores, salvo en casos de malos tratos continuados

Un castigo físico puntual a un hijo es visto por los jueces como un hecho aislado y no constitutivo de un delito de malos tratos. Otra cosa es si el golpe es exagerado o hay otros componentes. En los últimos años en Galicia ha habido varias sentencias en ambos sentidos, según la gravedad de la situación. 

Bofetada para evitar una huida en Lugo. Un padre fue juzgado y absuelto en el 2012 en Lugo de pegar una bofetada a su hijo tres años antes. En el juicio hasta el adolescente reconoció que su padre no lo maltrataba. La agresión ocurrió cuando el padre lo llevaba a terapia orientativa y el chico se bajó del coche y trató de marcharse: el padre le agarró del brazo y le dio una bofetada. 

Empujón a la hija en Monforte. Aunque la Fiscalía pedía seis meses de cárcel, un vecino de Monforte fue absuelto en el juicio por malos tratos a su hija. Los hechos sucedieron en el 2013: el hombre inició una discusión con su hija, menor en ese momento, y el enfrentamiento acabó con un empujón contra una pared. No trascendieron las circunstancias de la discusión. 

Juzgados por permitir que faltase al colegio. A los padres no se los acusa solo por enfrentamientos con sus hijos. En el 2012 en Ourense unos progenitores acabaron sentados en el banquillo por permitir que su hijo, que en ese momento estudiaba segundo de ESO, faltase reiteradamente a clase durante el curso, con 15 o 16 faltas de asistencia en algunos meses. 

Agresión en un punto de encuentro. En algunas ocasiones, la violencia física y verbal hacia los hijos resulta intolerable para un juez. Es el caso de una mujer que en el 2014 acudió a un punto de encuentro familiar a ver a sus hijas y acabó no solo pegando a la mayor, sino diciéndole que «estaba muerta para ella». Fue condenada a 55 días de trabajos comunitarios, aunque el fiscal pedía un año de cárcel. 

Condenado por darle un bofetón, tirarle del pelo, empujarla y darle una patada. Un maltratador de Ourense fue condenado a nueve meses de cárcel en noviembre del 2015 por maltratar a su hija después de haber bebido. Le dio una bofetada, le tiró del pelo, la empujó y le dio una patada cuando estaba en el suelo. ¿El motivo? No querer encender la luz. 

Inexistencia de lesiones y con ánimo de corregir

El maltrato a un menor en el ámbito familiar queda a interpretación de los jueces en la mayoría de los casos. La exculpan, principalmente, cuando se dan dos condiciones: la inexistencia de lesión y que el progenitor no tenga intención de maltratar o violentar a su hijo, sino, en último extremo, solo reprender o corregir, dentro de un marco que no supone exceso, desmesura y que se produce en un momento puntual.