El 8 de agosto, día decisivo para España

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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Quique García | EFE

Si antes de esa fecha Carles Puigdemont no convoca elecciones, la situación en Cataluña sería ya irreversible

24 jul 2017 . Actualizado a las 11:37 h.

Para pasmo de muchos, el Gobierno y la Generalitat siguen aguantando el pulso en lo que en Estados Unidos llaman el chicken game, y que no es otra cosa que ese duelo al estilo de la mítica película Rebelde sin causa, en la que dos conductores dirigen su coche a toda velocidad hacia el abismo con la esperanza de que sea el otro el que frene antes para proclamarse así vencedores del desafío. El triunfo solo se alcanza si el rival se rinde antes por miedo a estrellarse definitivamente, convirtiéndose así en un gallina. 

La idea generalizada es que ese loco pulso se está prolongando mucho más de lo esperado, porque apenas quedan dos meses hasta el 1 de octubre, fecha que los independentistas catalanes han fijado para la celebración de un referendo que supondría un punto de no retorno a partir del cual ya no habría solución política posible, porque en ese duelo entre Mariano Rajoy y Carles Puigdemont ya solo podría quedar uno. Si el presidente catalán se saliera con la suya y consiguiera que, pese a la oposición del Gobierno, se acabara celebrando un referendo ilegal que ha sido expresamente prohibido por el Tribunal Constitucional, el jefe del Ejecutivo estaría acabado, porque su desprestigio sería absoluto. Al contrario, si después de años de órdagos y amenazas el presidente de la Generalitat diera marcha atrás y esa consulta ilegal sobre la independencia de Cataluña no llegara a celebrarse, a Puigdemont no le quedaría otra opción que presentar la dimisión irrevocable.

Esa, decimos, es la idea generalizada sobre una coyuntura que parece una locura política. Pero la situación es en realidad es mucho peor. Para llegar a ese dramático punto de no retorno, por increíble que parezca, no faltan dos meses, sino poco más de dos semanas. Y ello es así porque tanto en el Gobierno como en la Generalitat saben que la única opción con la que ambas partes podrían salvar los muebles sería que Puigdemont acabara anunciando que ante la asfixiante presión del Gobierno para impedir el referendo no le queda más remedio que convocar unas nuevas elecciones autonómicas que se celebrarían precisamente el 1 de octubre, y que de esta forma se presentarían como un plebiscito a favor o en contra de la independencia, dando apariencia de que se cumple la promesa de que los catalanes puedan decidir en la fecha anunciada. El Gobierno siempre ha estado convencido de que ese es en realidad el plan de los independentistas, porque nadie en la Moncloa cree que sean capaces de llevar hasta el final lo que consideran una locura. Pero el problema es que el tiempo de esa opción se agota. Para que esos comicios autonómicos pudieran celebrarse el 1 de octubre, la fecha límite para convocarlas es el 8 de agosto, es decir, dentro de 15 días. A partir de ese día, estaríamos ya en un tiempo de no retorno, en el que el presidente de la Generalitat no tendría otra opción de llevar su órdago hasta el final, sean cuales sean las consecuencias. Es decir, que si antes del 9 de agosto Puigdemont no frena su coche, España entrará en una situación de caos absoluto con una Generalitat lanzada ya hacia el abismo, sin que ni siquiera el Gobierno pueda garantizar qué ocurrirá finalmente.

El PSOE, dividido ante la investigación sobre Angrois

El asunto no está teniendo excesiva repercusión fuera de Galicia, pero el giro emprendido por Pedro Sánchez para impulsar una comisión de investigación sobre el trágico accidente ferroviario de Angrois puede marcar un antes y un después en el partido. No hay precedentes de que un partido propugne una investigación sobre hechos que, aunque se produjeran bajo un Gobierno de otro signo político, puedan comprometer a un exministro de sus mismas siglas. Hay un sector amplio y muy relevante del PSOE que considera incomprensible que Sánchez vaya a dejar a un ex vice secretario general del partido como José Blanco a merced del acoso parlamentario del Gobierno y del resto de la oposición.

Un candidato sin opciones puede decidir en el PSdeG

En el PSOE no se ponen de acuerdo respecto a lo que hubiera sucedido si Patxi López no se hubiera presentado como candidato en las primarias socialistas. Hay quien opina que el vasco perjudicó a Susana Díaz porque dispersó el voto más conservador del partido frente a la aventura incierta que suponía Pedro Sánchez. Pero hay también quien considera que, de no haberse presentado López, la victoria de Sánchez habría sido aún mayor, porque habría agrupado todo el voto antisusanista. En todo caso, la candidatura sin opciones de López condicionó el resultado final. Esa película se va a repetir en las primarias del PSdeG, en las que habrá un candidato sin opciones que, sin embargo, será decisivo.

Expectación máxima ante la declaración judicial de Rajoy

A 48 de horas de que Mariano Rajoy se convierta en el primer presidente de Gobierno en ejercicio que declara en un juicio, la tensión es máxima y la incertidumbre, total. Hay todo tipo de especulaciones sobre el estilo de declaración que utilizará, pero ni en su propio partido, ni por supuesto fuera de él, tienen la más mínima idea de por dónde saldrá. La situación recuerda a la de aquella entrevista con el rey en la que Rajoy y toda España sabían que el monarca le ofrecería, a su pesar, formar Gobierno. Parecía que Rajoy no tenía escapatoria posible, pero el líder popular dejó atónitos hasta a sus más cercanos al rechazar la oferta real. Hay expectación por saber si Rajoy tiene otro conejo en la chistera.