A Pobra, un año sin Diana Quer: «Estamos hasta las narices»

Jorge Casanova
Jorge Casanova A POBRA DO CARAMIÑAL / LA VOZ

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IAGO GARCÍASENÉN ROUCO

Vecinos y turistas lamentan que el suceso haya manchado el nombre de A Pobra do Caramiñal

21 ago 2017 . Actualizado a las 10:59 h.

Si uno quiere hacer amigos en A Pobra, Diana Quer no es el mejor tema para introducirse. Nadie le entra al asunto con entusiasmo. Al contrario; es mucho más fácil que la gente se disculpe y eluda pronunciarse sobre un tema que provocó primero horror, luego indignación, después hastío y, por último, olvido. Hasta estos días, claro, cuando los medios hemos vuelto a revivirlo todo con motivo del aniversario de la desaparición.

«Aquí nadie se ha olvidado», sentencia con un poco de fastidio una señora de mediana edad en el mercado municipal: «Lo seguimos todo con mucho interés, porque es como si hubiera faltado del pueblo una hija nuestra». En la charla está presente otra placera. Pronto sale la frase más común que recogeré durante toda la jornada: «Pasó aquí pero podía haber pasado en cualquier sitio». Las dos tienen hijas, aunque ninguna mocita. Una ya es abuela y la otra todavía tiene a sus hijos pequeños. Podía haber pasado en cualquier sitio, pero el incidente les ha hecho reflexionar: «Si tuviera una hija en edad de ir a la fiesta con amigas o ella sola, sí tendría algo de reparo». 

«Hasta las narices»

No muy lejos de allí, tomando un aperitivo, Fernando, un vecino del pueblo de 65 años afronta la pregunta sin paños calientes: «La verdad es que ya estamos muy hasta las narices». El hombre, que en realidad ha utilizado para la metáfora otro apéndice menos olfativo, rememora los días informativamente más intensos y las cosas que se dijeron del pueblo en televisión: «La ley del silencio, decían. Hemos escuchado verdaderas barbaridades. Y este es un pueblo donde no hay problemas, donde la gente es amable y la vida es normal. Tiene sus cosas, como todos los pueblos, pero nada de lo que se ha dicho». Fernando es consciente de que el episodio generó un mayor control sobre las idas y venidas de hijos y nietos: «Cuando mi nieta se va de mi casa estoy más pendiente, le pido siempre que me llame... Antes no lo hacía. Pero más allá de eso, llevamos vida normal».

«No, no la conocía», dice Guillermo, un joven madrileño de 26 años, que da una vuelta por el paseo marítimo y que, según dice, veranea en A Pobra desde siempre. Justo el verano pasado fue el único que no vino: «Mis amigos de Madrid me lo decían: ‘¡Vaya sitio al que vas de vacaciones!’. Pero yo les contestaba que es un hecho superpuntual. Esto es muy tranquilo. Lo que pasa es que a la gente le encanta el morbo y, como no se ha encontrado el cuerpo, se pueden seguir rellenando programas de televisión».

Unos días antes del aniversario y del desembarco de fuerzas del orden, la villa no ofrece ninguna pista que nos sitúe en el suceso. De hecho, las decenas de carteles con el rostro de la joven desaparecida que empapelaron las calles de A Pobra, han desaparecido por completo. «El pueblo ya lo ha olvidado, hombre», responde airado un jubilado: «Además, es siempre lo mismo, todo supuestos».

«Yo seguiré viniendo»

Pese al resquemor que ha dejado en muchos vecinos la asociación del nombre del pueblo con la suerte de Diana Quer, lo cierto es que nadie ha notado que esa presunta mala publicidad haya afectado al turismo: «Ni lo habíamos pensado», apunta Juan, un joven compostelano que pasea con su mujer y un carrito con un niño: «Nos comentó ayer nuestro casero que era el aniversario pero es la única persona aquí que se ha referido al asunto». Esta familia eligió A Pobra por ser una villa tranquila. Rosa, una murciana de 67 años, efectuó esa elección hace décadas y viene cada año: «Yo sí la conocía. Era una chica muy mona, monísima. Una pena. Pero este es un pueblo muy tranquilo. Por eso venimos». Su hija, Amaya, admite que en Murcia sí le han preguntado: «Es lamentable porque se ha hablado muy mal de un sitio que es precioso. Yo, desde luego, voy a seguir viniendo a comer, a bañarme y a disfrutar. Aquí se está muy bien».

En el fondo, nadie se ha olvidado realmente del asunto, pero todo pasa. Hasta un huracán informativo como el que rodeó la desaparición de Diana Quer. En cuanto transcurra el aniversario, volverá el ejercicio de desmemoria.

Raptada, fugada, asesinada...

Más allá del fastidio que provoca en no pocos vecinos retomar las especulaciones sobre la desaparición de la joven madrileña, lo cierto es que, un año después del suceso, todo el mundo tiene una opinión sobre lo que le pudo haber ocurrido: «No me extrañaría que estuviera viva, escapada en algún sitio. Dicen que se llevaba mal con su familia, así que igual se fue y no ha querido decir dónde está», opina un joven turista también madrileño. Su opinión es la más esperanzadora para la familia de Diana Quer porque, a estas alturas, la mayor parte de las opiniones recogidas consideran que la chica está muerta y que su cuerpo ha sido ocultado en un lugar de muy difícil acceso: «A esta chica le picaron el billete. Si la hubieran tirado al mar, ya habría aparecido -analiza un vecino cerca del paseo marítimo-. Pero aquí hay algunas minas abandonadas en los montes, muchos agujeros donde podrían haber dejado el cuerpo».

Algún día se sabrá

«Yo creo que la han raptado, porque era una niña muy guapa. Se la han llevado», opina una turista que asegura viajar cada año a pasar las vacaciones en A Pobra. «Para mí que la mataron», aventura Jorge, un joven pobrense de 22 años, que dice sentirse apenado por ese final que, en realidad, es el que subyace en la mayoría de especulaciones de vecinos y turistas. Casi nadie cree que Diana se fue por su propia voluntad. «La tecnología avanza cada vez más, así que lo lógico es que se acabe sabiendo qué fue de ella», opina Jorge. Sobre este particular, las especulaciones son similares: algún día se sabrá el final de esta historia, aunque mientras algunos creen que se resolverá más pronto que tarde, otros creen que pueden pasar años: «Quizás un día se encuentren unos huesos en el monte y se pueda reconstruir qué le pasó, pero no creo que sea pronto», afirma un jubilado. El tiempo lo dirá.