«De no ser por el indigente, el niño estaría muerto»

M. RODRÍGUEZ OURENSE / LA VOZ

ACTUALIDAD

Santi M.AmilMarco Gundín

La joven ourensana que se metió a coger al bebé en el contenedor apunta que, de no ser por el hombre que rebuscaba en la basura, nadie se hubiera percatado de que allí había un recién nacido

18 sep 2017 . Actualizado a las 22:47 h.

Saray Iglesias Goyanes fue la persona que sacó al bebé del contenedor al que había sido arrojado. La joven paseaba con su marido y con su hija pequeña el domingo por la tarde, sobre las cuatro, por la calle Río Bibei del barrio de O Vinteún en Ourense, cuando un indigente que revolvía en las basuras se dirigió a ellos y les dijo: «¡Aquí hay un bebé, por favor llamad a la policía!». Inicialmente, cuenta Saray, no sabían si estaría diciendo la verdad pero se asomaron y vieron que, efectivamente, era un niño. «En el primer momento creímos que no tenía vida». Pero mientras su marido llamó a la policía, ella se percató de que el bebé sí respiraba y apremió a su pareja para que reclamara rápido una ambulancia «porque aún se iba a poder salvar».

Acto seguido llamó a su padre, que se había quedado tomando café en un bar cercano, para que fuese a recoger a la nieta y con él bajó la dueña del bar Abellás, Justa Rodríguez. La hostelera le dijo a la joven que se metiera en el contenedor para coger al niño del fondo. Estaba boca abajo y el cordón umbilical colgaba de la placenta. «Lo cogí con algo de miedo o reparo por si tuviera algo roto y le iba a hacer daño, aunque ya me dijeron que lo mejor en este momento era darle calor. Nos metimos, lo cogí se lo paseé a Justa y empezó a llegar gente con mantas». Entre las vecinas que se acercaron había una matrona, una enfermera jubilada y un bombero. La matrona le prestó al pequeño los primeros auxilios. «La matrona dijo que no cortáramos el cordón por si había que hacer un trasplante. Ella se lo tronzó. Estuvo arropándolo porque los brazos los tenía algo moraditos. A los seis o siete minutos ya apareció la ambulancia y se lo llevaron y lo pudieron salvar», relata Saray. El bebé tenía unas 37 semanas y estaba bien formado. Pesaba algo más de dos kilos.

La joven cree que el niño llevaba poco tiempo en el contenedor y que el parto debía haber sido reciente. Calcula que una hora porque estima que si no un recién nacido no aguantaría y ella aún lo notó caliente al cogerlo.

«De no ser por el indigente, el niño estaría muerto. El indigente es el héroe de todo esto porque nosotros no hubiéramos venido a mirar. No se escuchaba llanto, no se escuchaba nada. El bebé respiraba, pero ya bastante débil. Hasta que lo tocamos no reaccionó, estaba bastante fastidiadillo», recuerda la vecina.