El hombre que mató a su exsuegra y secuestró a su hija en A Coruña dice que pertenece a una secta satánica

A. Mahía A CORUÑA / LA VOZ

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Jorge Mariñas llevaba días anunciándole a su expareja lo que iba a hacer a través de correos electrónicos amenazantes

20 sep 2017 . Actualizado a las 15:38 h.

Primero mató a golpes a la madre de su expareja, luego cogió a su hija de 21 meses y se la llevó a una pensión de Culleredo con la idea de coger un avión al día siguiente y desaparecer. Pero a las pocas horas, la Guardia Civil dio con él y lo detuvo, tras comprobar que la pequeña se encontraba sana y salva. El crimen ocurrió el pasado 20 de agosto en el domicilio de la víctima, en el barrio coruñés de Monte Alto. Hoy, este hombre de 43 años llamado Jorge Mariñas Castro se encuentra en la cárcel de Teixeiro, adonde lo envió la jueza imputado por un delito de homicidio o asesinato, así como otro de amenazas y maltrato.

Ahora se sabe que Jorge Mariñas, que decía pertenecer a una secta denominada Hermanos Satánicos, llevaba días anunciándole a su expareja lo que iba a hacer. Le envió varios correos electrónicos amenazantes. Pero ella, que había bloqueado su número cansada de las amenazas, no leyó sus escritos hasta después de los hechos, y se los entregó a la policía. Ahí culpaba a su madre de la ruptura. Le decía que las iba a degollar a las dos, que estaba vinculado a una secta y que sus hermanos satánicos le decían que tenía que sacrificar a su exsuegra «para que pague por todo lo que ha hecho», según declaró la hija de la víctima. También le envió fotos de animales destripados. Como si se tratara de ritos satánicos. El presunto asesino tenía numerosos reptiles en casa y su pin del móvil era 0666.

Se negó a declarar

Todo esto lo conoce la jueza porque la expareja del investigada lo contó. No por él, que desde que fue detenido en una pensión de O Burgo (Culleredo), no abrió la boca más que para decir, cuando le ponían las esposas, que había golpeado a su exsuegra y que cuando se fue de la casa estaba consciente.

Su expareja, que contrató los servicios del penalista coruñés Diego Reboredo, recordó también que la relación con Jorge Mariñas duró cuatro años que fueron espantosos. «Me agredía y me amenaza constantemente», aseguró. Llegó incluso a pedir que la internaran en un centro psiquiátrico. «Solía cogerme del cuello y me causaba heridas», declaró. Recordó que en el mes de junio, dos meses antes del asesinato y posterior secuestro de la pequeña, harta de aguantar desprecios y golpes, lo dejó. Se fue a vivir con su madre y ahí «empezó un acoso diario». Como prueba de que lo que decía era verdad, entregó su móvil a la policía para que comprobara los muchos mensajes amenazantes que le envió. Contra ella, pero sobre todo, contra su madre, «a la que culpaba de la ruptura». Decía que «malmetía». «Estaba obsesionado con ella», añadió. Como esos mensajes telefónicos iban a más, un día decidió bloquearlos. Fue cuando él comenzó a amedrentarla por correo electrónico.

La policía, recordó, acudió varias veces al domicilio. Pero no porque la llamara ella, sino que eran los vecinos, cansados de escuchar gritos por parte de él, quienes daban la alerta. Pero esta mujer, cuando le preguntaban los agentes, prefería guardar silencio.

La hija de la víctima estaba trabajando cuando ocurrió el crimen, el pasado agosto

Ante la policía, la expareja del supuesto asesino repasó lo que hizo aquel 20 de agosto. Después de comer se fue a la playa del Orzán, dejando a su hija de 21 meses al cuidado de su madre. Su otro hijo, de 8 años, pasaba unos días en casa de un amigo. Allí coincidió con un compañero de trabajo, con el que se fue sobre las 18.30 horas. Terminó a la una de la madrugada y fue con su compañero a tomar algo. Sobre las cuatro, se fue a casa. Ya en el portal se asustó, pues no vio el carrito de su hija. Y al subir al domicilio se encontró a su madre muerta sobre un gran charco de sangre. «Inmediatamente supe que había sido él. Llamé a la policía aterrorizada al no encontrar a la niña en la casa», declaró. Y de camino a comisaría fue cuando leyó los correos electrónicos que le había enviado su expareja en los últimos días. En el último le decía que se había ido de España con su hija.