«Todos deberían darse cuenta de que nadie está en condiciones de ganar»

Pablo Batalla REDACCIÓN

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Miguel Ángel Presno
Miguel Ángel Presno

El constitucionalista Miguel Ángel Presno advierte de que una DUI no cuenta con el necesario respaldo internacional y duda de que lo tenga en la propia Cataluña

04 oct 2017 . Actualizado a las 11:12 h.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Entre las causas que pueden explicar la actual situación en Cataluña algunas estarían vinculadas a la configuración general del sistema constitucional español y otras más relacionadas con la política catalana propiamente dicha. Entre las primeras cabe citar que la consolidación del sistema autonómico de distribución competencial, consolidado en los años noventa del siglo pasado, acabó estancándose en lugar de evolucionar hacia un Estado propiamente federal (en parte España lo es en sentido material) con instituciones dedicadas específicamente a los debates de esa índole. El Senado es la prueba palpable de este fracaso. En segundo lugar, la existencia de comunidades como la vasca, con un régimen muy ventajoso que nadie con poder político ha cuestionado en España, acaba suscitando deseos de imitación en otros territorios que también se consideran especiales, como es el caso de Cataluña.

Por lo que respecta a las causas intrínsecamente catalanas cabe mencionar unas expectativas muy altas con la reforma estatutaria aprobada en 2006, que fueron rebajadas al paso de la reforma por las Cortes y luego con la sentencia del Tribunal Constitucional que anuló algunas partes y matizó otras. En ese contexto, el Partido Popular hizo gestos de abierta hostilidad a una reforma que, en parte, aceptó para Andalucía, cuyo Estatuto de Autonomía no cuestionó ante el Tribunal Constitucional. Desde entonces nada se ha movido en Madrid en relación con Cataluña. Sí hubo movimiento en la propia Cataluña, donde se adoptaron importantes recortes sociales por los gobiernos de turno, se evidenciaron graves casos de corrupción y, al tiempo, se fue consolidando un movimiento de protesta que en algún momento fue crítico con el Govern (recuérdese cuando los desalojos los llevaban a cabo, y no con exquisiteces, los Mossos), pero que luego pasó a centrarlo todo en una aspiración independentista que parecía ser el remedio para todos los males. La progresiva dependencia de los gobiernos nacionalistas de CiU/PDeCat de ERC y las CUP acabó por acelerar el proceso.

¿Cómo solucionar el problema?

Salir de esta situación no parece algo fácil ni rápido, con lo que no hay que esperar soluciones mágicas e inmediatas. Una declaración unilateral de independencia no parece probable que cuente con el necesario respaldo internacional para hacerla efectiva. Es incluso dudoso que lo sea en el seno de las propias instituciones catalanas, al menos de la Administración. Tampoco parece probable que el Estado acepte a corto plazo un referéndum pactado, algo que habría que ver si convence al sector más independentista catalán, que parece haber sobrepasado la fase de las consultas y estar ya en la de la declaración de independencia. Unas elecciones autonómicas y/o generales podrían aclarar, o no, el panorama, pero no parece que fueran a generar escenarios muy distintos. En suma, habrá que dejar que pase cierto tiempo antes de que se pueda encontrar algo que satisfaga a la mayoría de ambos lados, lo que no quiere decir que no haya que hacer nada hasta entonces: todos deben ser conscientes de que ahora nadie parece en condiciones de ganar y, sin embargo, la vida institucional y política, además de la vida social, deben continuar y hacerlo en un clima de mayor tranquilidad. Desde el Estado habría que pensar en una reforma profunda del modelo de articulación territorial además de otras reformas políticas e institucionales, y desde el Govern y la parte del Parlament que le apoya en alternativas a la declaración unilateral de independencia.