Oviedo será epicentro del debate internacional sobre Cataluña

Luis Ordóñez
L. Ordóñez REDACCIÓN

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Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea
Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea EMMANUEL DUNAND | AFP

La ceremonia de los premios Princesa de Asturias reunirá a los presidentes del Parlamento, la Comisión, el Consejo europeos en plena crisis territorial

12 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El pleno debate sobre el desarrollo del proceso soberanista catalán, tras la ambigua declaración del presidente Puigdemont y las expectativas sobre la posible respuesta por parte del Ejecutivo central, son varias también las consideraciones sobre la el peso que tendrá la diplomacia, y en singular el papel de las instituciones europeas. Por boca de ellas hablarán directamente en Oviedo su máximos representantes:  los presidentes del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y el del Consejo Europeo, Donald Tusk. Los tres participarán --y tomarán la palabra en los discursos-- en la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias que, en esta edición, han reconocido a la UE con el galardón de la Concordia y que tendrá lugar el próximo 20 de octubre.

De forma reiterada, las instituciones europeas ya han descartado participar como mediadores entre el gobierno de la Generalitat y el español ya que la unión es un club de estados y considera este proceso un asunto interno. Sin embargo, el propio Tusk se pronunció en la tarde del martes, en la víspera de la declaración de Puigdemont ante el parlamento autonómico para instarle a que evitar un posicionamiento unilateral sobre la independencia.

En términos similares se pronunció Tajani en la eurocámara para destacar que «una declaración de independencia con respecto a un estado miembro, es algo que se contradice con el ordenamiento jurídico europeo y no puede más que provocar una peligrosa división». También Juncker ha destacado que debe respetarse la Constitución española, que sólo considera como «interlocutor válido» al Ejecutivo central además de apelar que se evite la confrontación y la violencia. Los tres líderes, según ha confirmado esta semana la Fundación Princesa de Asturias, tomarán la palabra en la ceremonia. Y si bien lo habitual es que los premiados lleguen en la víspera o el mismo día de la entrega de los galardones cabe la posibilidad de que los dirigentes de la UE traten el asunto con autoridades españolas.

El discurso del rey

Desde el comienzo de la crisis, las protestas contra la monarquía ha sido constantes y crecientes en paralelo a la ceremonia que se desarrolla en el Campoamor, con una cada vez más constreñida protesta que se sitúa en la plaza de la Escandalera. A la par, el discurso del rey en el teatro será especialmente relevante en esta ocasión. El pronunciamiento de Felipe VI después de la jornada del referéndum celebrada semanas atrás en Cataluña despertó un encendido debate entre los partidos acerca de su contenido y la toma de posición del monarca respecto al conflicto catalán que los más críticos vieron demasiado ligado a la postura del Ejecutivo de Rajoy. No en vano, los discursos de la monarquía constitucional se acuerdan con el Gobierno. Sin embargo, la intervención del monarca en el Campoamor se considera la más personal del rey y en ella, además de las referencias a cada uno de los galardonados, suele haber apelaciones a cuestiones de la actualidad del país.

Los tres últimos discursos de Felipe Vl como rey --fue coronado en 2014 tras la abdicación de Juan Carlos I-- han tenido alusiones a la crisis económica pero también al debate territorial. Así, tres años atrás, destacó que «queremos también una España alejada de la división y de la discordia» y que «los españoles ya no somos rivales los unos de los otros. Somos protagonistas de un mismo camino. Y estoy convencido de que la comprensión, la consideración, el afecto y el respeto mutuos son sentimientos arraigados en el corazón de los españoles y compartidos de norte a sur y de este a oeste de nuestro territorio».

En 2015, el discurso del rey apeló de forma muy explícita a alejarse de «lo que nos separa y nos debilita; y apartémonos, especialmente, de todo lo que pretenda señalar, diferenciar o rechazar al otro». En el mismo texto señalaba que «cuando se levantan muros emocionales --o se promueven divisiones-- algo muy profundo se quiebra en nosotros mismos, en nuestro propio ser, en nuestros corazones. Que nadie construya muros con los sentimientos. Las divisiones nunca hacen grande a un pueblo; solo lo empobrecen y lo aíslan. Evitemos las fracturas sociales que tanto daño hacen a las conciencias de las personas, a los afectos, a la amistad y a las familias, a las relaciones entre los ciudadanos». También entonces reclamó seguir los cauces de la Constitución y se refirió a España como «una nación europea con raíces milenarias y vocación universal».

Por último, el año pasado, el rey citó a Unamuno para indicar que el país debe ser «de brazos abiertos, en la que nadie pueda sentirse solo en el dolor o la adversidad; una España alejada del pesimismo, del desencanto o del desaliento, fiel a su irrenunciable afán de vivir y orgullosa de lo que somos, de lo que juntos hemos conseguido, que ha sido mucho y admirable; y seguros de nosotros mismos, porque un pueblo que quiera, respete y ampare la cultura nunca le temerá a su futuro».