Puigdemont avanza a contracorriente

Sara Carreira Piñeiro
SARA CARREIRA LA VOZ EN BARCELONA

ACTUALIDAD

EMMANUEL DUNAND | afp

Proclama un «Gobierno en el exilio» al mismo tiempo que Forcadell acepta el 155 ante la Justicia e insiste en encabezar una lista unitaria que ERC rechaza

10 nov 2017 . Actualizado a las 07:33 h.

Carles Puigdemont no tira la toalla, aunque avanza a contracorriente y amenaza la estrategia de defensa de sus correligionarios acusados, como él, de rebelión, sedición y malversación. Si su fuga ya fue utilizado por la jueza para justificar la prisión sin fianza para Junqueras y demás exmiembros del Gobierno catalán, ayer insistió en presentarse como el único Ejecutivo legítimo de Cataluña y anunciaba en una carta abierta la creación de estructuras para gobernar desde el exilio. Y lo hacía mientras Carme Forcadell y miembros de la Mesa del Parlamento catalán declaraban ante el Supremo y se desdecían en su desafío al aceptar el 155 y dejar la declaración de independencia en un mero acto simbólico.

Además, Puigdemont insiste en encabezar una lista única independentista de cara a las elecciones del 21D, en la que también vayan Esquerra Republicana y los Jordis (Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, presidentes de las asociaciones Òmnium Cultural y ANC, respectivamente, encarcelados en octubre). Lo hace para intentar salvar a su partido (PDECat) de una debacle casi segura si se presenta en solitario -algunos sondeos le dan 13 diputados, casi al nivel del PP-. Lo que baraja Puigdemont es organizar una agrupación de electores que no pertenecería a ningún partido.

Esta semana, después de la negativa de Junqueras (por carta desde la cárcel) de fusionar Esquerra y la antigua Convergència otra vez, el expresidente ha emprendido una campaña muy agresiva desde Bruselas para asegurar la supervivencia de su grupo. Los cálculos del exalcalde de Gerona son sencillos: ERC parte como indiscutible favorito a las elecciones del 21D (las encuestan le asignan 45 escaños) y la única manera de neutralizarlo es uniéndose a él en una lista encabezada por el propio Puigdemont, que para eso fue el presidente de la Generalitat que accedió a proclamar la independencia. Cuenta con el respaldo de las dos grandes organizaciones civiles catalanas, alma de la movilización que se ha vivido en las calles desde hace unos años, Òmnium Cultural y ANC; las dos entidades han repetido en numerosas ocasiones que es necesaria una candidatura única independentista.

Para forzar la cesión de Esquerra e incluso de la CUP (que este domingo decidirá primero si va a las elecciones), Puigdemont ha emprendido dos líneas de actuación: por una parte, consolidarse como Gobierno de Cataluña en el exilio (junto a los cuatro exconsejeros que viajaron con él), en un intento por dar legitimidad a su posición y presentar ante los electores el espejismo de una república, y del que hasta ahora solo se sabe que tiene una cuenta de Twitter; por otra, liderar el movimiento de protesta en las calles. De esta manera, Puigdemont parece querer convertirse en un referente del nacionalismo que obligue a ERC a reconsiderar su postura y animar incluso a la CUP -que está en parte detrás de las barricadas de estos días a través de los Comités en Defensa de la República (CDR)- a integrarse en su lista de país. Hay que recordar que Esquerra alegaba que solo si la CUP y las demás formaciones independentistas se sumaban al proyecto ellos lo verían con buenos ojos.

El PDECat ha cedido

Todo lo anterior ha obligado al PDECat a ceder y atrasar su calendario: ya no será mañana el día que se conozcan quiénes van de candidatos en la formación, sino que la listas se publicarán el miércoles que viene. Es una manera de ganar tiempo para negociar, como justificaba ayer por Twitter la presidenta del consejo nacional, Mercè Conesa. Hay que recordar que los exconvergentes crearon el martes, último día para hacerlo, una marca blanca (PDECat-PACTE) que serviría como coalición en caso de necesidad. Sin embargo, es muy poco probable que Esquerra (que tiene su propia coalición teórica, Esquerra Republicana-Catalunya Si) acepte integrarse en esa lista.

La situación de la antigua Convergència es delicada. Después de gobernar Cataluña treinta años, y ser clave para el Gobierno de España en tres legislaturas, la antigua CiU vive en una caída constante de apoyos: si en el 2010 tenía 62 escaños del Parlamento catalán en las siguientes elecciones pasó a 50 y solo volvió a los 62 en el 2015, cuando fue en coalición con Esquerra, siendo en ese momento más fuerte incluso Esquerra que ellos. Los sondeos les dan ahora entre 13 y 16 diputados.