Estalla la guerra en el bando indepe

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Junqueras destroza el relato de Puigdemont a dos días del 21D

19 dic 2017 . Actualizado a las 07:36 h.

Ha bastado que los sondeos apunten a la posibilidad que el independentismo pierda la mayoría absoluta para que los que hace nada bailaban la sardana cogidos de la mano acaben a tortazo limpio. La revolución de las sonrisas deja así paso a un sálvese quien pueda en el que las puñaladas ya no se dirigen contra el común enemigo español, sino que tienen como destinatario el otrora compañero de fatigas secesionistas. La independencia está bien, pero ahora la cosa va de ganar las elecciones y coger sitio, aunque sea a codazos.

Y como Junqueras y Puigdemont no pueden participar en los debates porque uno está preso y el otro es un prófugo, se lanzan dardos virtuales a través de las ondas. El líder de ERC destroza definitivamente el falso relato del reparto de papeles -tú a la cárcel y yo al exilio-, que había creado Puigdemont para justificar su fuga y su letanía de que él es el «presidente ilegítimo» gane o pierda. «Fui a prisión porque no me escondo nunca de lo que hago y soy consecuente con mis actos», le endilga ahora Junqueras a su antiguo socio, dejándolo desnudo. El problema es que también se piró a Bélgica el exconsejero y candidato de ERC Toni Comín, que necesita dignificar lo suyo. Y como el roce bruselense hace el cariño, Comín enmendó ayer la plana a su jefe y sacó la cara por Puigdemont diciendo que fugarse también es de «valientes». Que ya es decir.

No hay un plan común de futuro

Junqueras se ve obligado a liderar personalmente la campaña, asumiendo una sanción en la cárcel de Estremera, porque Mundó ha resultado ser un fiasco como candidato a la altura de Rovira. Con similares carencias, por cierto, para expresarse en español. «Ni Matrix ni puñetas», le espetó a Inés Arrimadas en el duelo de La Sexta, perdiendo los papeles. Pero el bando secesionista no solo ha extraviado las formas, sino también el discurso. A dos días de las elecciones, los debates evidencian que tras el fracaso del procés no hay plan ni estrategia común, y tampoco argumentario en cada una de las fuerzas. En ERC, sin ir más lejos, es imposible saber si la independencia será unilateral, bilateral o multilateral. La cosa fluctúa cada día y nos hemos hecho un lío.

Y mientras Junqueras y Puigdemont pelean por ser presidentes, no prestan la menor atención a la CUP, dando por hecho su apoyo gratis total si dieran los números. Y hacen mal, porque han olvidado pronto que fueron los antisistema -y no Rajoy, aunque lo reivindique Soraya-, los primeros que descabezaron a Junts pel Sí guillotinando a Artur Mas. Y también los que les obligaron a estrellarse contra el muro del 155. Ahora, estando a la baja y sin presos a los que tratar de sacar de la cárcel como los otros, la CUP está dispuesta a exigir la vía de la ruptura total y la vuelta a la proclamación unilateral de la república catalana para investir a un presidente secesionista. Lo cual solo nos llevaría al bucle de una nueva aplicación del 155.

Los sondeos internos han hecho aflorar los nervios en el bando indepe. La derrota sería el fin definitivo de la unidad de acción. Y, ante ello, el plan B es tomar posición en el nuevo escenario.