Una serie de catastróficos errores políticos

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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ERIC GAILLARD | Reuters

Las desastrosas campañas de sus rivales han impulsado a Inés Arrimadas y Puigdemont hasta dar la vuelta al tablero

23 dic 2017 . Actualizado a las 13:44 h.

Eran unos comicios excepcionales. Pero un resultado tan alejado de la predicción inicial solo se puede explicar por el hecho de que todos los partidos, salvo Ciudadanos y Junts per Catalunya, han cometido durante la campaña errores estratégicos garrafales que han modificado el tablero hasta hacerlo irreconocible.

PP

El matonismo de Rajoy no vende

El PP ha hecho prácticamente todo mal. Aunque fuera necesaria, la suspensión de facto de la autonomía no es una medida precisamente popular en Cataluña. En lugar de involucrar al máximo a Ciudadanos y al PSOE en esa decisión, que ambos apoyaron, para repartir culpas y costes, Rajoy se empeñó en reivindicarse como único responsable. Sáenz de Santamaría remató ese clavo al asegurar que Rajoy «descabezó» a sus rivales. Elegir a un candidato con tan poco encanto como Albiol para enfrentarse a Arrimadas hizo el resto.

PSC

Iceta se ahoga en un mar de transversalidad

Fichar a Ramón Espadaler, exconsejero de la Generalitat con Unió y contrario al aborto, no sumaba nada al PSC. Al contrario, generó rechazo. Presentar a Iceta como un perdedor que renuncia a ganar y solo aspira a ser una imposible solución de compromiso fue otro error catastrófico en un partido como el PSC, que ha gobernado Cataluña. Pero la madre de todos los errores fue plantear el indulto a los independentistas que fueran condenados. Algo que espantó al votante más españolista del PSC. Borrell agrandó el destrozo por el otro flanco al hablar de «desinfectar» Cataluña, lo que ofende al amplio sector más catalanista del partido. El resultado es que Iceta, que es un candidato con tirón, acabó hundido en un mar de transversalidad.

ERC

Una campaña deprimente

A principios de noviembre, las encuestas daban a ERC como ganador con 46 escaños y dejaban al PDECat en 14. Pasar en un mes y medio de triplicar en diputados a Puigdemont a perder por dos solo se explica por los tremendos errores de ERC. Junqueras midió muy mal el lastre que supondría su negativa a adoptar la vía Forcadell para poder hacer campaña. Rovira, su elegida, quedó KO a la primera al mostrar su insolvencia en un debate con Inés Arrimadas. El relevo de urgencia, Mundó, no transmitía liderazgo. Toda la campaña de ERC tuvo un tono lastimero, deprimente, frente a un Puigdemont que aparecía cada día eufórico en Bruselas. En un ambiente polarizado, fue un fallo clamoroso presentarse como la única pata del secesionismo capaz de llegar a pactos con fuerzas no independentistas. Algo que ERC trató de corregir, sin éxito, en el tramo final.

Catalunya en Comú

Iglesias sigue sin entender Cataluña

Soplar y sorber en campaña, además de imposible, es sinónimo de fracaso. Podemos solo sabe jugar de extremo. Y en una campaña de blanco y negro, su gris no vendió una escoba. El estudioso Pablo Iglesias sigue sin entender Cataluña. Culpar al independentismo de despertar al fascismo, además de ser una hipérbole ridícula, cerró todas las puertas a Domènech. Al igual que el PSC, presentarse como la llave es reconocer de antemano la derrota. Pese a la forzada ambigüedad de los mensajes, siempre dieron la impresión de ser la rueda de repuesto del independentismo en caso de pinchazo. Así y todo, Iglesias aún ha tenido suerte de no tener que haber tomado esa decisión, que le habría hundido en España.

CUP

Integrarse castiga a los antisistema

Cuando una fuerza antisistema apoya a un Gobierno, aunque sea uno tan caótico como el de Puigdemont, pierde el encanto revolucionario. La propuesta de Puigdemont fue tan radical que no dejó espacio a la CUP, que cometió además el error de visitarlo en Bruselas. Y cambiar a un personaje tan mediático como Anna Gabriel por un señor mayor como Carles Riera tampoco fue una gran idea.

Junts per Catalunya

La desvergüenza atrae más que la coherencia

El periodista Puigdemont ha demostrado conocer mejor Cataluña que todo el apparatchik del PDECat y de ERC. Sus rivales lo han minusvalorado. Fugarse a Bruselas fue una decisión tan cobarde y arriesgada que solo la puede tomar quien sabe que su electorado valora más la transgresión que la coherencia, y también que la épica del prófugo desvergonzado es muy superior a la del preso humillado. Pero su decisión más audaz, la que le ha dado el triunfo, fue liquidar a su propio partido, forzándolo a aceptar una lista a su mayor gloria en la que integró a la cultureta catalana, humillando así a un Artur Mas que llegó a creerse el Pigmalión de un atolondrado Puigdemont.

Ciudadanos

Ha nacido una estrella de la política española

Mensajes básicos y directos, expuestos con brillantez y tirón, son una fórmula infalible. Ciudadanos ha cabalgado a lomos de los errores del PP y ha explotado también el hecho de que la campaña acabara convirtiéndose en un todos contra uno. Pero, por encima de eso, Inés Arrimadas se ha revelado como un formidable animal político que puede ensombrecer incluso a su líder, Albert Rivera.