La experiencia del caso Alcácer fue clave en el interrogatorio al Chicle

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

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La estrategia que se siguió en las declaraciones se planificó antes de las detenciones

13 mar 2018 . Actualizado a las 22:05 h.

La resolución del caso Diana Quer pasaba en gran medida por el buen hacer de los interrogatorios a José Enrique Abuín y su mujer, Rosario Rodríguez. Los investigadores sabían que, de no haber cuerpo o confesión, el recorrido judicial de su meticuloso trabajo policial sería escaso. Lo que no sabían ambos detenidos era la planificada encerrona, liderada y planteada por el capitán de la Unidad Central Operativa (UCO) José María Hidalgo, que posee un amplio historial de casos resueltos en su carrera, que los esperaba en la comandancia de A Coruña. El crimen de Alcácer (con tres adolescentes: Miriam, Toñi y Desirée muertas en 1992) valió de guía, y la experiencia que este mando de la Guardia Civil adquirió entonces -uno de los autores, Miguel Ricart, fue detenido, juzgado y encarcelado, mientras que el supuesto autor material, Antonio Anglés, sigue fugado- ha servido ahora para arrancar al Chicle la ansiada confesión. Lo sostienen compañeros suyos que no dudan en, dentro del gran éxito colectivo, calificar de magistral el planteamiento en las declaraciones oficiales. Es más, el interrogatorio estaba programado desde antes de las detenciones.

Se usaron especialistas en psicología para jugar con el lenguaje verbal y no verbal, una estrategia de poli malo, poli bueno y, sobre todo, la presión que implicaba para el Chicle el arresto de Rosario, ya que él sabía muy bien que su mujer podía pasar de encubrirlo, como había hecho hasta ese momento, a sentenciarlo. Detener a la mujer del Chicle era otra de las bazas principales que la Guardia Civil escondía hábilmente en la manga. Fue acusada de coautora por facilitar a su marido una coartada basada en la mentira. Y Rosario no tardó en cantar. Desmontó la coartada que brindó, ya en la recta final del 2016, a su marido e incluso lo acusó de violento y de robarle lencería.

Luego declaró el Chicle. Los precisos interrogatorios se plantearon en varias fases de ejecución, sin apenas descansos para ambos, pero principalmente para él. Al finalizar el primero, y a pesar de la poca o nula colaboración inicial, con el paso de las horas y la perfecta sincronización de los diversos agentes y especialistas en este tipo de interrogatorios, terminó colaborando hasta ubicar el cuerpo de la joven madrileña en el pozo de una fábrica abandonada. En ese momento, el Chicle ya sabía que su mujer lo había dejado solo.

La Guardia Civil posee un nutrido número de agentes especializados en interrogatorios, conocedores de que un bloqueo del detenido por una excesiva presión en la declaración puede dar al traste con el resultado que se busca. El papel de la defensa asignada al Chicle también fue relevante, al aconsejarle que lo mejor para él era ubicar el cuerpo, para luego sacarle punta a su versión de lo ocurrido. Ayer, según aclaraban en la investigación, el buen resultado de las manifestaciones se cuantificaba así: «El 90 % del éxito, por la estrategia del interrogatorio, y el 10 %, por la presión que implicó la detención de la mujer».

El juzgado de Ribeira que instruyó el caso reabre la causa

El Juzgado de Instrucción y Primera Instancia número 1 de Ribeira reabrió ayer el caso Diana Quer. Lo hizo nueve meses después, ya que el 19 de abril del pasado año el juez titular de la sala decretó su sobreseimiento al entender que no existían indicios de criminalidad frente a persona alguna, por lo que aseguró que era desproporcionado mantener el secreto de las actuaciones por más tiempo.

Una vez que la Guardia Civil detuvo a José Enrique Abuín Gey, el Chicle, y que este reconoció haber matado a la joven, la circunstancia que llevó a sobreseer la causa se vino abajo, así que ayer al mediodía el juez titular de la sala procedió a escribir el auto de reapertura.

Según apuntó el abogado del Chicle, José Ramón Sierra, de forma extraoficial, ha tenido conocimiento de que el Juzgado de Instrucción y Primera Instancia número 3, que lleva el supuesto intento de rapto en Boiro, podría inhibirse en favor del número 1. La Fiscalía afirmó también que actuará en coordinación con la sala que lleva el caso de Diana Quer. Según apuntaron, el ministerio público está personado en la causa «desde el principio».

La pena

De confirmarse que el Chicle violó a la joven, se enfrentará a la pena de prisión permanente revisable, aunque habrá que esperar a los resultados de la autopsia. Si no hubo abuso, la pena máxima serían 20 años de prisión, aunque podría recibir el tercer grado al cumplir dos tercios de la condena, a los 14 años. Si realmente la atropelló, se enfrentaría a 4 años de prisión, a los que habría que sumar agravantes como ocultación, obstrucción a la Justicia y reparación del daño.