Donde dije digo digo Chicle

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

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Las declaraciones iniciales de la mujer, de los cuñados y del propio Abuín Grey, y las que hicieron la semana pasada. Todos cambiaron su versión de los hechos tras la detención

08 ene 2018 . Actualizado a las 07:52 h.

La coartada del Chicle era un castillo de naipes. Una simple ráfaga podía barrer la gran mentira de José Enrique Abuín Gey. La Guardia Civil lo hizo, y comprobó que para sus encubridores (la mujer, Rosario Rodríguez, y dos cuñados) pesaba más el miedo a verse en una celda que mantener su lealtad a semejante individuo.

Así fueron las declaraciones que los cuatro hicieron -extraídas del resumen de las diligencias que constan en el sumario judicial-, tanto a finales del 2016, cuando el Chicle negó ser culpable y su entorno lo encubrió, como la semana pasada, cuando los cuatro cambiaron de versión.

El cuñado

Versión inicial. La Guardia Civil cita como testigo al cuñado del Chicle A. C. G. por primera vez el 5 de diciembre del 2016. Declara que el 21 de agosto del 2016, horas antes de la desaparición de Diana Quer, participó en una carrera en Cuntis con él. Regresaron a casa a las 21 horas (en aquel momento vivían juntos ambos matrimonios en la casa del Chicle). Después de cenar, sobre las 22.30, añade el informe, «se acostaron pronto (los cuñados) porque la mujer tenía que trabajar a las seis de la mañana del lunes. Él (A. C. G.) se quedó a cargo de las niñas, ya que José Enrique y su mujer salieron sobre las 23 horas. No sabe a qué hora volvieron».

Nueva versión. 29 de diciembre del 2017. A. C. G. declara por segunda vez como testigo mientras sus cuñados ya están detenidos. «Manifiesta que solo es con Rosario con quien mantiene buena relación. En ocasiones anteriores ha tenido amenazas por parte de José Enrique sin motivo alguno». A. C. G. no tardó en proteger a su cuñada: «Se quedó dormido prácticamente después de oír a José Enrique despidiéndose de Rosario y abandonando el domicilio solo». La confesión fue más allá, sobre todo al ser requerido por su primera versión, basada en una mentira: «Manifiesta que al desplazarse a declarar recibió una llamada de José Enrique para que en caso de ser preguntados por la Guardia Civil en relación con la noche de la desaparición de Diana Quer, debían responder que él y Rosario habían abandonado juntos el domicilio para robar gasoil».

La cuñada

Versión inicial. M. A. R. declara por vez primera: «Manifiesta que se acostó muy temprano, nada más llegar (de la carrera de Cuntis), ya que tenía que levantarse a las 3.30 horas, saliendo de casa a las 4.10 horas. Recuerda que el vehículo de su cuñado estaba ya en casa». 

Nueva versión. El 29 de diciembre, y con su hermana y cuñado ya detenidos, M. A. R. se desdice: «Manifiesta estar segura de que su hermana nunca lo acompañó (al Chicle) a delinquir y mucho menos dejaría a la hija de ambos sola en casa. Al poco de estar en la habitación para dormir [noche del 21 de agosto] recuerda que entró su hermana Rosario, vestida con pijama, para despedirse e indicarle que debía dormirse pronto, por lo que la manifestante está convencida de que su hermana se dirigió directamente a dormir, puesto que se metió en su habitación».

Rosario rodríguez

Versión inicial. Rosario Rodríguez es citada por primera vez el 30 de noviembre del 2016. Sobre lo ocurrido casi tres meses antes, la víspera de desaparecer la joven madrileña, expone: «El 21 de diciembre, sobre las 22 horas, en compañía de su marido, José Enrique, se trasladaron en el vehículo propiedad de ella (Alfa Romeo gris) para localizar algún camión en el que sustraer gasoil. Dice que acompañó a su marido a realizar esta actividad por miedo a que este se fuera solo y pudiera tener algún problema. Hicieron vigilancia a tres camiones, pero desistieron de sustraer gasoil, regresando a su domicilio sobre las 3.00 horas de la madrugada del 22 de agosto del 2016».

Nueva versión. Rosario Rodríguez, ya detenida en la comandancia de la Guardia Civil de A Coruña, confiesa el pasado día 29 que «no dijo la verdad» en su primera declaración: «Manifiesta que José Enrique salió tras cambiarse de ropa, sobre las 22.30 horas. Supone que iría vestido con ropa oscura. El motivo de ir vestido así era para robar gasoil. Fue solo en el vehículo Alfa Romeo y con su teléfono móvil. Regresó sobre las 3.00 o las 4.00 horas de la madrugada; siempre cena algo, va al baño y se acuesta». Preguntada sobre cómo puede ahora recapitular lo ocurrido aquellos días, responde: «Recuerda muy bien esa fecha porque es el cumpleaños de su abuela y de su tío y que cayó en la cuenta de muchas cosas cuando miró el móvil y buscó fotos de esos días».

JOSÉ ENRIQUE ABUÍN

Versión inicial. 30 de noviembre del 2016, José Enrique Abuín Gey expone su coartada: «Sobre las 22.30 horas, aproximadamente, en compañía de su esposa, Rosario, y debido a la precaria situación económica que atraviesan, se trasladaron en el vehículo Alfa Romeo en busca de algún camión del que sustraer gasoil para surtir a su propio vehículo. Sobre las 3.00 horas deciden regresar a casa».

Nueva versión. Ya detenido, y sabiendo que su mujer, también arrestada, lo deja sin coartada, el Chicle empieza a hablar. Primero confiesa que salió de casa solo, pasadas las 22.30 horas; no recuerda qué ropa vestía, repostó 10 euros y se dirigió a A Pobra; intentó robar gasoil en algún camión y no lo consiguió. Entró en el coche nuevamente, arrancó marcha atrás y, según él, golpeó algo. Al bajarse, encontró el cuerpo de la joven madrileña bajo el turismo. Introdujo el cuerpo en el coche y desapareció hasta un punto cercano: «Deja el cuerpo sobre un seto de un metro y medio de altura, preocupándose de que no se vea nada». El Chicle dice que regresa a casa, «carga el móvil y hace un arreglo en la parte baja derecha del coche, que se había soltado». Vuelve a por el cuerpo, lo introduce en el turismo, y se desplaza al puerto de Taragoña. «Deposita el cadáver sobre las 4.00 o las 4.15 horas, cayendo al agua sobre unos tres o cuatro metros y se dirige nuevamente a su domicilio». A las pocas horas de confesar esto, se desdice nuevamente. Llama a su abogado para que esté presente, y testifica la ubicación del cuerpo. Una vez en la nave de Rianxo, y mientras los buzos hacían su trabajo, él se destapa definitivamente, aunque no declara oficialmente, al asegurar: «La metí en el coche, le até las manos y dio patadas todo el rato. En Rianxo la estrangulé». Desde entonces, y a la espera de la autopsia definitiva, José Enrique Abuín Gey guarda silencio.