Rajoy acelera la elección del nuevo presidente autonómico para Madrid

Francisco Balado Fontenla
fran balado MADRID / LA VOZ

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Santi Otero | EFE

El PP pretende que la sesión de investidura se celebre a finales de la próxima semana

03 may 2018 . Actualizado a las 10:25 h.

Rajoy ordenó en el PP tranquilidad hasta el regreso del puente, que en Madrid se alargó hasta ayer, festivo autonómico por el Dos de Mayo. Tras una semana convulsa marcada por la dimisión de Cifuentes, pensó que a su partido le vendrían bien unos días de reposo antes de oficializar la decisión que más apremia de las dos que tiene pendientes sobre la mesa: elegir al nuevo presidente autonómico.

Aunque Génova se resiste a oficializar el nombre de la persona que comandará el Gobierno regional hasta el fin de la legislatura, parece que la decisión ya es firme, una vez que ha pedido a sus diputados en la Asamblea que liberen la agenda para el jueves y el viernes de la próxima semana, 10 y 11 de mayo, los días en los que podría celebrarse el pleno de investidura. El que cada vez tiene más papeletas para ser el candidato es el actual presidente en funciones, Ángel Garrido, quien, aunque en un primer momento no generaba muchas simpatías, con el paso del tiempo ha ido haciendo puntos para quedarse definitivamente en el cargo. A ello ha contribuido la falta de competencia interna, porque ninguno de los 47 diputados restantes reúne el perfil ideal pretendido por Génova, pero también es cierto que en la dirección nacional ha agradado su respuesta a lo largo de esta semana que lleva al frente del Ejecutivo autonómico.

Desde el mismo instante en el que se hizo con las riendas, convocó a los medios para declararse un hombre de partido que acatará lo que decida Rajoy. Ayer, tras presidir los actos oficiales que todos los años organiza el Gobierno regional en conmemoración del levantamiento del pueblo español contra las tropas napoleónicas en 1808, volvió a repetir el mismo discurso. «Jamás pondré un pero a lo que ordenen; soy un hombre de partido», admitía en una conversación informal. Aunque también volvió a insistir en que «sea cual sea» esa decisión, se haga efectiva «cuanto antes».

Apaciguar Madrid

Para lo que no existe tanta urgencia es para encontrar un sustituto de Cifuentes al frente del PP madrileño que asuma la difícil tarea de apaciguar un territorio que a lo largo de los últimos años ha vivido en una lucha constante entre facciones. Se busca a alguien capaz de preparar el terreno de cara a la siguiente cita electoral, prevista para mayo del 2019. Dentro de ese hermetismo que caracteriza a Rajoy, nadie suelta prenda, pero, salvo giro inesperado, se pondrá al frente de una gestora a un viejo fontanero del partido alejado de cualquier aspiración política para que pueda dedicarse en cuerpo y alma a establecer los cimientos sobre los que se construirá la próxima candidatura. Todavía es muy pronto para aventurarse con el nombre que encabezará esa lista, pero ya empiezan a asomar algunos posibles candidatos, como el del vicesecretario de comunicación del PP, Pablo Casado; la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Todos presentes ayer. En Génova son conscientes de que Madrid no es una plaza cualquiera, y que lanzarse a renovar la Moncloa en el 2020 resultará una tarea casi imposible si antes no se ha renovado el poder en la Puerta del Sol.

De momento todas las encuestas les son desfavorables, pero en el seno del partido confían en recuperar terreno, apuntando que la mayor parte de los simpatizantes que ha ido ganando Ciudadanos responden a un castigo al PP. «Es cierto que una parte ya no volverá, pero se puede recuperar voto. Ellos no lo tienen fidelizado», dice un destacado miembro del PP de Madrid. Para lograrlo, en primer lugar, invita a la «autocrítica» y, en segundo, a ponerse manos a la obra para que los madrileños vuelvan a identificar las siglas del PP «con buena gestión».

Protagonismo para una silla entre Sáenz de Santamaría y Cospedal

f. b.

Una silla libre entre los sitios designados por la organización para la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y para la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, acaparó buena parte de las atenciones de la jornada de ayer durante los actos del Dos de Mayo.

Frialdad entre Sáenz de Santamaría y Cospedal en el acto en Madrid de la fiesta del Dos de Mayo
Frialdad entre Sáenz de Santamaría y Cospedal en el acto en Madrid de la fiesta del Dos de Mayo Chema Moya | EFE

En realidad el asiento correspondía al presidente madrileño en funciones, Ángel Garrido, pero sus obligaciones sobre el escenario para entregar las medallas que cada año otorga la Comunidad de Madrid a los galardonados, motivó que apenas la ocupase a lo largo de toda la mañana. Muchos quisieron ver en ese asiento la barrera insalvable que existe entre las dos líderes que encabezan las dos principales facciones que existen en Génova. Como es habitual, se saludaron de forma fría a la llegada, y no volvieron a intercambiar palabra a lo largo de toda la jornada. La distancia entre ambas todavía aumentó cuando la número dos del Ejecutivo se puso las gafas de sol dentro del recinto, aquejada de fotofobia por una conjuntivitis.

Siguiendo las órdenes de Rajoy, ninguna realizó declaraciones. Tampoco ninguna se quedó a disfrutar del aperitivo, ya que a la conclusión del desfile policial se marcharon a la vez, aunque cada una por su lado.

Sáenz de Santamaría es una habitual del Dos de Mayo. No tanto Cospedal, con cuya presencia no se contó hasta última hora, en especial tras haberse convertido en la gran defensora de Cristina Cifuentes dentro de su partido, hasta que la situación resultó insostenible. Por parte del PP también acudieron a la cita el vicesecretario de comunicación, Pablo Casado, y el vicesecretario sectorial, Javier Maroto.

Ausencia de los expresidentes

Otro de los que confirmaron su presencia a última hora fue el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que arropó en primera fila al candidato socialista a la Comunidad de Madrid ante el poco probable proceso de investidura, Ángel Gabilondo. Ferraz sabe que sin el apoyo de Ciudadanos no salen las cuentas, pero continúa pidiéndole al partido naranja una abstención que favorezca el cambio político.

Podemos, que el año pasado se ausentó en señal de protesta por la corrupción, este año acudió con su precandidato al frente, Íñigo Errejón. También estaba la alcaldesa de la capital, Carmena.

De los que no hubo ni rastro fue de los cuatro expresidentes populares: Gallardón, Aguirre, González y Cifuentes, aunque el nombre de esta última sí estuvo muy presente durante los corrillos que se forman en el cóctel.