Tensión máxima a la espera del PNV

Francisco Balado Fontenla
FRAN BALADO MADRID / LA VOZ

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Rajoy toma el mando de las negociaciones para convencer a Urkullu de que no permita que prospere la moción de Sánchez, pero los nacionalistas no decidirán hasta esta misma tarde

31 may 2018 . Actualizado a las 11:08 h.

Máxima incertidumbre. A medida que se ha ido acercando la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy, su resultado, lejos de esclarecerse, se ha tornado cada vez más imprevisible; hasta el punto de que los dos dirigentes acuden hoy a su debate sin certezas de lo que sucederá en la votación de mañana (13.30), cuando al fin se desenmarañará el enredo. Hasta entonces el asunto está sujeto a la posibilidad de vuelcos que pueden modificar por completo el tablero en el que se está jugando la partida. Lo único claro es que las negociaciones entre todos los grupos políticos se mantendrán hasta el último suspiro y que los cinco diputados del PNV, una vez más, vuelven a ser cruciales.

Para que la moción prospere, Pedro Sánchez necesita que cristalice una de las dos alianzas que desde hace días explora a marchas forzadas y en las que siempre aparece Podemos «como acompañante», recordó ayer Rajoy. El jefe del Ejecutivo dibujó estas dos posibilidades: vía Ciudadanos, muy estancada, a pesar de que se mantienen los contactos por si lograran «consensuar» una fecha electoral; o vía independentistas y nacionalistas, en lo que Rajoy no dudó en calificar como «un Gobierno Frankenstein». Lo cierto es que esta opción es la que cobró más fuerza ayer, debido a un vuelco en la postura del PNV. Hasta ese momento, Rajoy se había mostrado con la moción más molesto que nervioso. Descartaba casi por completo que cuajase la alianza con C’s, «porque no estaban dispuestos a estregarle la presidencia a Sánchez», detallaba un alto cargo del PP. Además, mostraba su pleno convencimiento de que el PNV, con quien tan solo unos días atrás había aprobado los Presupuestos, taponaría el otro camino. Pero ayer a primera hora saltaron todas las alarmas en la Moncloa cuando la formación vasca comunicó que no decidiría el sentido de su voto hasta esta misma tarde, cuando se reúna el Euzkadi Buru Batzar, su órgano de dirección, para decantarse sobre el asunto. Previamente quieren analizar las intervenciones en el debate de hoy.

Llamada al lendakari

Rajoy no lo tiene nada claro. La prueba es que ayer decidió asumir directamente las negociaciones descolgando el teléfono de la Moncloa para conocer de primera mano la postura del lendakari, Íñigo Urkullu, que no ha podido comprometerse a nada hasta que se celebre la reunión. En el PNV existe cierta división sobre la trascendental decisión que ha caído en sus manos. La parte más nacionalista, representada por los guipuzcoanos, quiere dejar caer a Rajoy ante el temor de que salvar su cabeza una segunda vez en una semana los situaría en una postura muy comprometida y a merced de los ataques de Bildu. En el otro lado está el sector vizcaíno, que tradicionalmente ha preferido anteponer el pragmatismo a las banderas. Esta corriente se muestra más partidaria de abstenerse en la votación, especialmente tras haber recibido llamadas del empresariado vasco, que, aunque no muestra objeciones a la llegada de un Gobierno socialista en Madrid, sí quiere evitar uno tan sumamente inestable y con dependencia de Podemos.

Pablo Iglesias, aunque garantizó al PSOE su incondicional apoyo durante el proceso, ayer ya empezó a pedir la entrada de su partido en un Gobierno de coalición «plural y estable que pueda gobernar hasta el 2020». Esta petición la realizó tras compartir con sus compañeros de grupo parlamentario que tiene la «sensación» de que esta vez la moción sí prosperará, en gran parte gracias a «la semilla» que plantó él el pasado año, en su intentona fallida de desbancar a Rajoy.

Tanto ERC como el PDECat avanzaron ayer que se alinearán con Sánchez. No por afinidad, sino por simple rechazo al actual presidente: «Nos hace la misma poca gracia votar con ustedes que a ustedes votar con nosotros, pero es que echar a ladrones y a carceleros de la Moncloa no es una opción, es una obligación», admitió Gabriel Rufián, de ERC.

Entre que la moción prospere o fracase, ayer circuló por el Congreso, convertido en un auténtico frenopático de chismes, un rumor con otro nuevo escenario: que Rajoy, una vez constate que no le salen las cuentas, dimita como presidente y que decaiga así la moción antes de que se vote. Fuentes próximas al presidente descartaron por completo esta posibilidad, reforzada con unas palabras suyas: «Mi intención es cumplir el mandato de los españoles».