Pedro Sánchez, presidente del Gobierno más minoritario de la historia

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado LA VOZ / MADRID

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Pedro Sánchez, durante su intervención en el hemiciclo de esta mañana
Pedro Sánchez, durante su intervención en el hemiciclo de esta mañana J.J. Guillén | EFE

No hubo sorpresas en el Congreso. Triunfa la moción de censura presentada por el PSOE contra Rajoy gracias al apoyo de Unidos Podemos, PNV y los independentistas catalanes

01 jun 2018 . Actualizado a las 11:32 h.

Adolfo Suárez, Leopoldo-Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y ahora, Pedro Sánchez. El secretario general del PSOE se convierte en el séptimo presidente de la democracia española, y el primero en conseguirlo mediante una moción de censura que ni él mismo confiaba en que prosperase en el momento de presentarla.

Más que por afinidades, Pedro Sánchez logró la confianza de la Cámara gracias a un complicado equilibrio de fuerzas levantado por un rechazo a Rajoy tras la demoledora sentencia de la Gürtel. Junto a sus 84 diputados socialistas, le dieron el sí los 67 representantes de Podemos y sus confluencias, los 4 de Compromís, los independentistas catalanes del PDECat (5) y ERC (8), los dos de Bildu, el de Nueva Canarias y los que acabaron por decantar la balanza a su favor: los cinco del PNV. Sánchez tuvo un apoyo inesperado, el de un parlamentario del PP que se equivocó y dijo sí de forma sonora y notoria. Pero su voto no contó. Y el socialista recibió 180 síes, cuatro más de los necesarios para sacar adelante su moción.

El PP, con sus socios de UPN y Foro Asturias, y Ciudadanos, rechazaron su propuesta con un total de 169 votos. La única abstención de la Cámara llegó por parte de Ana Oramas, la representante de Coalición Canaria.

Suerte a todos ustedes por el bien de España

Rajoy, recibido con una gran ovación por parte de su bancada, llegó al hemiciclo en el último instante del debate para ofrecer un breve discurso asumiendo su inesperada derrota, disculpándose por sus ausencias en las últimas horas y felicitando a Pedro Sánchez.

«Ha sido un honor dejar una España mejor de la que encontré. Ojalá mi sustituto pueda decir lo mismo en su día. Se lo deseo. Gracias a todos, en especial a mi partido. Gracias a todos los españoles por haberme brindado su comprensión y su apoyo. Y suerte a todos ustedes por el bien de España». Estas fueron sus últimas palabras como presidente. 

Sánchez y su triunfo inesperado

¿Quién le iba a decir a Pedro Sánchez hace tan solo una semana que este viernes acabaría con las llaves de Moncloa en su bolsillo? El primer objetivo del líder socialista cuando presentó la moción de censura era transmitir la imagen de que no se quedaría de brazos cruzados ante la sentencia de la Gürtel, para tratar de fortalecer su hasta ahora endeble liderazgo dentro del partido. Fuera de Ferraz también tenía metas: presionar a Ciudadanos, consciente de que no aceptaría su órdago de concederle la presidencia y reforzar su figura como jefe de la oposición, muy lejos del foco por no tener un escaño en el Congreso.

El nuevo presidente del Gobierno, que tomará posesión el lunes, precisamente se quedó fuera del Congreso tras haber renunciado a su acta hace un año y medio forzado por una rebelión en la ejecutiva de su partido, que le acusó de bloquear la formación de Gobierno en España por su rechazo a Rajoy. Convertido en un auténtico cadáver político, cuando nadie daba nada por su futuro, recorrió el país en coche para ganarse a la militancia. Apoyado en las bases derrotó a todo el aparato, representado por la presidenta Andaluza, Susana Díaz, y recuperando la secretaría general contra todo pronóstico. Desde ahí empezó a trabajar en un proyecto de oposición en el que no acababa de encontrar su camino. Tras hacerse el remolón en los primeros instantes, finalmente se acabó convirtiendo en el mejor colaborador de Rajoy para sofocar el desafío secesionista en Cataluña. Pero no acababa de encontrar su hueco, o al menos es lo que reflejaban las urnas (en Cataluña) y la mayoría de las encuestas, que nunca le sonrieron a pesar de los hundimientos del PP y de Podemos, ambos capitalizados por Ciudadanos.

Sin embargo, la sentencia de la semana pasada de la Audiencia Nacional lo cambió todo. Poco a poco empezó a sumar apoyos y acabó por cerrar el sí del PNV al garantizarles que gobernaría con los Presupuestos que el PP logró aprobar la pasada semana a pesar de su rechazo. A los vascos les entró pánico de verse solos apoyando a Rajoy, pero sobre todo a una moción de censura justo posterior a esta con la que amenazaban Iglesias y Rivera con el objetivo de convocar elecciones inmediatas. El PNV no quiere ver a Ciudadanos mandando en Madrid bajo ningún concepto, y movidos por esta estrategia de cerrarles la puerta, tal y como admitió ayer en un comunicado, decidieron el sentido de su voto.

Sánchez se ha comprometido a dirigir un Gobierno con tres misiones fundamentales: regenerar las instituciones democráticas del país, impulsar una agenda social y, todavía sin haber determinado un plazo, llamar a los españoles a las urnas. Sin duda la tarea no se presenta sencilla, dada su debilidad parlamentaria y la diversidad de los compañeros de viaje.