Soraya Sáenz de Santamaría presenta su candidatura para liderar el PP

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado LA VOZ / MADRID

ACTUALIDAD

La exvicepresidenta del Gobierno habla de un «proyecto abierto y en positivo, que tiene que construirse escuchando, dialogando, cooperando e integrando»

19 jun 2018 . Actualizado a las 19:38 h.

«Lo hago porque creo en el PP con la máxima ilusión». Con estas palabras la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría ha presentado a la una de la tarde en la Puerta de Los Leones del Congreso su candidatura para presidir el Partido Popular y suceder a Mariano Rajoy.

Rodeada de micrófonos, Soraya ha subrayado que el suyo es un «proyecto abierto y en positivo que tiene que construirse escuchando, dialogando, cooperando e integrando» y se ha presentado como una «militante más». «Me presento para ofrecer lo que quieren los militantes: humildad, responsabilidad e integridad», ha subrayado. 

Soraya Saénz de Santamaría ha querido subrayar su experiencia de Gobierno y también la de hacer una «buena oposición». Ha dicho que ya ha hablado con otros candidatos a presidir el Partido Popular aunque todavía no con María Dolores de Cospedal, la otra candidata y peso fuerte del partido que hoy también ha presentado su candidatura. 

La opción más cuestionada en el partido

Las opciones de la exvicepresidenta de Rajoy, cuestionada en su partido por su fracaso ante el independentismo catalán y su desapego del aparato, aumentaron desde ayer con la renuncia de Feijoo.

Todas las quinielas y todos los barones territoriales daban como claro vencedor al gallego en el congreso extraordinario. Incluso los popularmente conocidos como sorayos, por haber sido reclutados por ella en los últimos años, admitían en privado que su jefa no tenía posibilidades. Pero la decisión del presidente de la Xunta abre un escenario en el que la exvicepresidenta cobra relevancia, aunque tendrá que emplearse a fondo para intentar revertir la mala imagen con la que cuenta dentro del partido, en donde genera grandes desconfianzas. Y no solo eso, ya que también está muy reciente su rotundo fracaso en la gran misión que le encomendó Rajoy cuando la nombró vicepresidenta y ministra de la Presidencia y para las Administraciones Territoriales: que Cataluña no explotara.

Soraya Sáenz de Santamaría fue la gran responsable de dejar hacer a los independentistas catalanes, hasta que la situación llegó a un punto de no retorno y sus intentos de diálogo acabaron saltando por los aires con la declaración de independencia por parte del Parlamento autonómico. Las consecuencias de lo que sucederá con el desafío secesionista son todavía imprevisibles, pero lo único que ha quedado claro es que las pérdidas económicas han sido incalculables y que la sociedad catalana se encuentra totalmente dividida, con imágenes de enfrentamientos en las calles, en las universidades y hasta en las playas; incluso en el seno de muchas familias. La herida sangra a borbotones y amenaza con hacerlo todavía con más fuerza con el paso del tiempo. Aunque jamás lo ha admitido, y cuando han venido mal dadas, se ha escudado detrás de Rajoy. 

Sáenz de Santamaría se presenta a este proceso de primarias dentro del PP del que saldrá el líder de la oposición con una mochila pesada, en especial para un partido al que hace tan solo unos meses, y como clara consecuencia del tema catalán, Ciudadanos le ha arrebatado la bandera de la unidad española, uno de sus grandes símbolos históricos. 

El fracaso en la operación Cataluña y la entrega de la bandera son solo dos de los puntos negros con los que cuenta Sáenz de Santamaría en su expediente dentro del partido. Varias voces autorizadas critican que en los momentos en los que el PP ha necesitado que los liderazgos emergieran para proteger las siglas ella siempre ha eludido dar la cara, como si todos y cada uno de los escándalos de corrupción que castigan día tras día a esta formación política no fueran con ella, dejando que siempre fueran otros los que ofrecieran su mejilla, muchas veces sin tener ninguna culpa, para recibir el golpe.

Pero, sin duda, lo que más lamentan los afiliados del PP es la poca dedicación y el desinterés que Sáenz de Santamaría ha demostrado hacia las bases. Mientras Cospedal, Pablo Casado, Feijoo o el propio Rajoy siempre encontraban un hueco en sus agendas para hacer equipo y compartir momentos con el auténtico motor de la formación, la exvicepresidenta del Gobierno siempre ha esquivado mezclarse mucho con ellos. Todas estas cuestiones le han supuesto grandes enemistades dentro de su propia formación. Son fuertes y variadas las voces dentro del partido que sugieren que ha maniobrado para descabalgar a cada uno de los nombres dentro del Gobierno que le sonaban a competencia; una de las más nítidas, la del exministro de Exteriores José Manuel García-Margallo. Incluso no son pocos los que apuntan a que ha llegado a mover hilos en el CNI, organismo del que era la máxima responsable hasta hace dos semanas, para salpicar con escándalos a gente de su propio partido. El castigo vino cuando Rajoy le retiró la portavocía del Gobierno.