La debilidad política lleva a Sánchez al abismo

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado MADRID / LA VOZ

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Tras una sucesión de rectificaciones, la dimisión de la ministra Montón y el caso de la tesis dejan al presidente en su peor situación, acosado por la oposición y a merced de sus socios

16 sep 2018 . Actualizado a las 17:50 h.

Sánchez se encontró el viernes sobre la mesa del Consejo de Ministros una cariñosa nota firmada por sus hijas. Probablemente con la intención de levantar el ánimo a su padre al final de su semana más complicada desde que está al frente de Gobierno, justo coincidiendo con los cien días desde su llegada a la Moncloa, algo que no le impedirá celebrarlo mañana con un acto en Madrid.

«El presidente está fuerte y firme», afirmaba el viernes la portavoz del Ejecutivo, Isabel Celaá. Pero a nadie se le escapa que esta semana su Ejecutivo ha sufrido un descomunal desgaste que ha motivado que hasta integrantes de su gabinete admitan que hay problemas y más que evidentes fallos de coordinación entre sus distintos brazos, así como un injustificable número de rectificaciones que no contribuyen a mostrar una imagen de solidez.

El último de estos «bandazos», como gusta llamarlos a la oposición, llegó a cargo del Ministerio de Defensa, con el presidente enmendándole la plana a su titular, Margarita Robles, que unos días atrás había anunciado a bombo y platillo la cancelación de la venta de 400 bombas a Arabia Saudí, una transacción que finalmente sí se llevará a cabo ante la amenaza de este país de rescindir otro contrato por valor de 18.000 millones de euros que pone en peligro la viabilidad de Navantia. Este episodio desató importantes tensiones entre distintos ministerios, al afectar de lleno a Hacienda, Empleo y Exteriores, constatando así, una vez más, la falta de entendimiento entre los responsables de las carteras gubernamentales.

Lo cierto es que esta semana, marcada por la dimisión de la ministra de Sanidad y las dudas sobre la tesis doctoral del jefe del Ejecutivo, no ha hecho más que disparar titubeos entre cargos socialistas que demandan una convocatoria electoral antes de exponerse a un mayor desgaste.

Fragilidad parlamentaria

La erosión comienza a hacer mella en un Gobierno construido sobre una extremada debilidad parlamentaria, 84 diputados, que obligan a contar con la bendición de Podemos, nacionalistas vascos e independentistas catalanes antes de ejecutar cualquier medida, una relación de vasallaje político de donde proceden gran parte de sus males. Mientras tanto, la oposición de PP y Ciudadanos, conscientes de su fragilidad, no da tregua.

De vuelta a la semana fatídica del Ejecutivo, Sánchez se levantó ya el lunes con el pie cambiado. Le tocó desayunar con una información que cuestionaba un máster de su ministra de Sanidad, su ojito derecho en el Gobierno y una de las personas con mayor peso orgánico dentro de un Ejecutivo formado en su buena parte por gente sin carné socialista. Carmen Montón intentó salir al paso de las críticas: «No todos somos iguales», se desgañitaba, tratando de marcar distancias con Cifuentes y Casado. El presidente trató de sostenerla ratificándola en público: «Hace un gran trabajo y lo seguirá haciendo», garantizó el martes. Entonces no sabía que solo sería por cuatro horas. Fue el poco tiempo que tardó la situación en volverse insostenible, con Pablo Iglesias exigiendo su cabeza tras destaparse que había fusilado de Internet gran parte de su trabajo de fin de máster. Segundo ministro que salía del Gobierno en estos cien días, pero Moncloa trató de buscarle el lado bueno con la presión que esta renuncia le metería al líder del PP. «Nosotros asumimos responsabilidades», afirmaba Sánchez la jornada siguiente en el Congreso, mientras señalaba a la bancada popular.

El miércoles tampoco fue un buen día. Albert Rivera asestó un golpe bajo cambiando su pregunta en la sesión de control para sembrar un reguero de dudas sobre la tesis doctoral de Sánchez. Que si se la habían hecho desde el Ministerio de Industria, que si había plagiado capítulos, que si el tribunal que le concedió el cum laude estaba repleto de amigos... «Hágala pública», le invitó el presidente de C’s. El incendio no se controló hasta el viernes, cuando el jefe del Ejecutivo colgó su trabajo en Internet y una vez que Pablo Iglesias le exigió que así lo hiciera. De nuevo el Gobierno buscó una lectura positiva: más presión a Casado.

Iglesias marca el ritmo

Este desgaste del Ejecutivo ha supuesto una bombona de oxígeno para Pablo Iglesias, recuperando parte del espacio que el Gobierno le había arrebatado en sus primeros pasos con gestos como el de la acogida de los migrantes del Aquarius, enarbolando la bandera del feminismo o con la exhumación de los restos de Franco, real decreto que el Gobierno logró convalidar el jueves en el Congreso, y por su simbolismo, una de la medidas estrella de la legislatura, pero que quedó difuminada entre tanto ruido.

Si en el PP y Ciudadanos son conscientes de la fragilidad gubernamental, lo son todavía más en Podemos, socios del Ejecutivo y, como hacía Rivera con Rajoy, los encargado de poner la música para hacer bailar al presidente. Iglesias elogió la excelencia de Montón, pero, «muy a su pesar», exigió su dimisión. También defendió que la tesis de Sánchez no estuviese colgada en Internet, justo antes de pedirle que sería bueno que la subiese para despejar dudas. Y en medio de todo, la negociación de unos Presupuestos que se antojan más que imposibles.