El crecimiento de los fármacos biosimilares permitirá un ahorro de 2.000 millones anuales

Raúl Romar García
R. Romar MADRID / LA VOZ

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La expiración de patentes de terapias biológicas extenderá su uso a los pacientes

02 oct 2018 . Actualizado a las 07:47 h.

Herceptin. O, si se prefiere, Trastuzumab. Es el fármaco que probablemente haya supuesto un mayor impacto en la supervivencia y calidad de vida en los pacientes con cáncer de mama. A diferencia de los convencionales, cuyo principio terapéutico se obtiene por síntesis química, es un medicamento biológico, lo que significa que se producen a partir de organismos vivos, como células modificadas mediante biotecnología. El nuevo arsenal terapéutico basado en este concepto ha supuesto una auténtica revolución en los últimos años y lo será aún más en los próximos.

Son más seguros y eficaces, pero existe un problema: son demasiado caros -en torno a 10.000 euros en el mejor de los casos- debido a la innovación que conllevan, lo que dificulta su generalización en la sanidad pública. Su alternativa son los biosimilares, que entran en liza una vez expirada la patente de los originales. A diferencia de los genéricos, que son una copia química de su fármaco de referencia, su fabricación supone una mayor complejidad, ya que se trata de organismos vivos, por lo que no son exactamente iguales, pero sí similares y con las mismas garantías en cuanto a seguridad y eficacia. Y presentan una ventaja añadida: su precio, que, de media, es un 30 % menor que el de los medicamentos biológicos originales, lo que favorece la extensión de los tratamientos.

Herceptin, cuya patente expiró recientemente, cuenta desde el pasado mes en España con varias versiones en forma de biosimilares, cuya entrada en el mercado español arrancó en el 2009. Lo ha hecho hasta ahora de forma tímida, pero con las variantes de fármacos tan potentes como Trastuzumab o Rituximab -para la leucemia linfótica crónica o la artritis reumatoide- se avecina una nueva revolución que tendrá un impacto directo no solo en la reducción del gasto farmacéutico, sino también en la extensión de las terapias biológicas, más innovadoras, a los pacientes.

La utilización de medicamentos biosimilares supuso entre el 2009 y el 2017 un ahorro de 478 millones de euros al sistema nacional de salud. Es solo la punta del iceberg de lo que se espera a partir de ahora. Según los datos presentados este lunes en Madrid por la Fundación Española de Biosimilares (BioSim), entre el 2017 y el 2020, con la expiración de la patente de fármacos biológicos de enorme uso, la reducción de costes se cuadriplicará, lo que supone cerca de 2.000 millones de euros anuales. Este ahorro equivaldría al 1,3 % del gasto farmacéutico en el citado período. Insulina para los diabetes, hormonas para el crecimiento, alternativas terapéuticas para la enfermedad de Chron, la artritis reumatoide, el reuma o distintos tipos de cáncer son los que han llegado ya o lo harán dentro de poco al mercado en una versión mucho más asumible para el sistema público, ya que la mayor parte de estos medicamentos son gestionados en la actualidad a través de las farmacias hospitalarias.

En España existen hoy en día once principios activos de biosimilares, aunque su penetración es todavía baja, puesto que de momento se sitúa entre el 22 % y el 23 %, con una enorme diferencia entre hospitales y comunidades autónomas.

Un mayor número de alternativas terapéuticas posibilitará reducir los precios

«El hecho de que tengamos un mayor número de opciones en biosimilares supondrá también un menor precio medio y una mayor penetración», destacó este lunes el consultor y exsubdirector general de Medicamentos Carlos Lens, en unas jornadas sobre el tema celebradas en Madrid. Pero para que esta alternativa gane peso no solo es necesaria una mayor competencia que permita un abaratamiento del producto, sino también un cambio de mentalidad en los clínicos que aún se resisten a prescribirlos. «Son fármacos regulados por la UE y que presentan una calidad, seguridad y eficacia equivalente a la de las terapias biológicas convencionales», subrayó Sol Ruiz, jefa de la división de Biotecnología y Terapias Avanzadas de la Agencia Española del Medicamento. De lo que no cabe duda es de que el futuro es de los fármacos biológicos.