Brasil elige presidente en la campaña del odio

Miguel Piñeiro Rodríguez
MIGUEL PIÑEIRO BRASILIA / CORRESPONSAL

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Warley Kenji | DPA

Bolsonaro, denostado por sus rivales, es el gran favorito y roza la frontera del 50 %

08 oct 2018 . Actualizado a las 07:49 h.

A las tres de la madrugada del sábado, en una zona residencial de la anodina Brasilia atronó un coche y un grito que rompió el rumor de millones de cigarras: «¡Bolsonaro!». En la capital del país, dentro del distrito federal, es donde se espera que el capitán en la reserva y político ultraconservador obtenga la victoria más amplia de las que impulsen su triunfo en la primera vuelta de las presidenciales brasileñas que se celebran este domingo. Brasilia, ciudad de abogados, funcionarios públicos y lobistas, simboliza a la perfección el porqué del ascenso de Jair Bolsonaro en las preferencias de los electores, hasta el punto de que las previsiones le dan un resultado que le dejaría muy cerca de evitar la segunda vuelta el próximo 28 de octubre y ya roza el 50 %.

En un ambiente de una división social que más que antagónica semeja irreconciliable, 147 millones de electores brasileños se juegan mucho en las presidenciales. El ambiente de hartazgo con la clase política y los casos de corrupción que destapó la operación Lava Jato tuvieron su ebullición en el 2016, con el impeachment que apartó a Dilma Rousseff de la presidencia. Pero desde entonces la cosa ha ido a peor: Bolsonaro se ha convertido en solución para una gran parte de la población, mientras el gobierno del interino Michel Temer era incapaz de enderezar el rumbo económico, multiplicando por tres los cuatro millones de parados del 2014 y viendo rebajado en medio punto las previsiones de crecimiento del FMI, a pesar de guiñarle el ojo implantando un techo de gasto público y reformando el mercado laboral.

Apelar a sentimientos

Apelando a sentimientos que parecen estar en el subconsciente de la parte más privilegiada del pueblo brasileño (vestigios del esclavismo, desprecio al diferente, odio a lo que llama ideología de género, fundamentalismo en las tesis evangélicas), Bolsonaro ha conquistado espacio público desde un partido irrelevante (PSL) y sin necesidad de discursos memorables. Sus detractores señalan lo vacío de su contenido, a lo que sus partidarios responden con el gesto que ha convertido en marca de identidad: dedos índices y pulgar estirados en ángulo de 90 grados, imitando una pistola.

La economía no es el fuerte del candidato Bolsonaro, que ya ha dicho que no domina un asunto que quedaría en mano de Paulo Guedes, un gestor de inversiones de São Paulo.

Más claro lo tiene el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad. El candidato ungido por Lula da Silva desde la cárcel de Curitiba quiere repetir la fórmula de su mentor y devolver el esplendor comercial a Brasil. Su mayor problema: no es Lula y muchos siguen viendo asociada la marca PT a la corrupción. La esperanza de una gran parte del electorado (Lula hubiera ganado de poder participar) es que Haddad retome la agenda social en un país de desigualdades gigantescas.

Solo que el rechazo al PT es el principal combustible de los aspirantes conservadores y, sobre todo, de Bolsonaro. Agitar el fantasma de una intervención militar si la izquierda vuelve a ganar o la comparación con Venezuela (incluso de fraude electoral por el voto electrónico) resultaron eficaces entre los partidarios del militar. En el punto medio, un candidato de tono progresista y figura a medio camino entre el estadista tradicional y el líder popular que tanto gusta al país: Ciro Gomes parecía una buena tercera vía, pero el fuego cruzado de criticar a Bolsonaro y disociarse de la marca PT (en cuyo Gobierno llegó a participar) le ha pasado factura en las encuestas. Su papel puede resultar decisivo para movilizar el voto útil en el segundo turno el 28 de octubre, siempre y cuando Bolsonaro no sorprenda con una victoria mayor de lo esperado.

«Como non imos estar preocupados por se se nos coloca un Goberno de corte militar?»

La tudense Estela Araujo lleva siete años viviendo en Brasilia y ha visto crecer la tensión del país en las calles. «É o momento máis tenso socialmente que vivín neste país. Na época das manifestacións durante a Copa Confederacións, no 2013, o ambiente era de protesta, pero non tan polarizado. Todo comezou co proceso de destitución de Dilma, cando empezaron as manifestacións e dividiron a Esplanada dos Ministérios, a carón do Congreso, entre os que estaban a favor e os que estaban en contra. Aí comezou todo o odio».

El triatleta compostelano Antón Ruanova se instaló en Brasil hace tres años y roza ser representante olímpico en su país de adopción, pero ve con preocupación la deriva del futuro. «Por sorte, creo que en España non temos ningunha figura coa que poidamos comparar a Bolsonaro. Falamos dun militar abertamente misóxino e homofóbico, que defende a tortura, a ditadura e a porte libre de armas nun dos países máis violentos do mundo», dice el santiagués.

Los gallegos que residen en la capital ven con preocupación el resultado de las elecciones del domingo. «Como non imos estalo?», se pregunta Araujo. «Todos os días escoito a xente que sente morriña da ditadura e pide con urxencia a intervención militar. E o que me parece alarmante é que ese tipo de comentarios procedan de xente escolarizada, xente que está nunha elevada situación socioeconómica», abunda Mar Cebey, profesora universitaria de A Baña. El temor no se limita a la hipotética victoria de Bolsonaro. «Se gaña o PT, vaino ter moi difícil para gobernar e todo pode derivar noutro impeachment como o sufrido por Dilma», estima Araujo.

Sorpresa por la agenda

A los gallegos consultados les sorprende la agenda política de la campaña electoral. «Debería ser a profunda desigualdade, á que contribúen a corrupción xeneralizada e o clasismo, que, todo xunto, se manifesta en pobreza, violencia e falta de oportunidades», lamenta Ruanova. «Pensan que liberando o porte de armas todo se vai resolver, cústalles entender que a violencia se resolve con educación e oportunidades para a poboación, non con armas», entiende Cebey.

Cunde también cierto desánimo sea cual sea el resultado de la votación. Ruanova critica a la clase política, «a maioría son políticos de carreira e incluso familiares doutros políticos. O propio sistema, con negociacións públicas dos partidos para vender apoio a determinadas políticas por troca de postos no goberno, non axuda». «As esixencias aos deputados ou senadores son mínimas e a maior parte deles nin asisten ás sesións», incide Araujo.

El ultra Bolsonaro, favorito de las encuestas en las elecciones brasileñas
El ultra Bolsonaro, favorito de las encuestas en las elecciones brasileñas MAURO PIMENTEL | AFP

Para quien no esté al tanto de la figura de Bolsonaro, Mar Cebey tiene una referencia para enmarcar al posible nuevo presidente brasileño. «Hai quen tenta comparalo con Trump, pero creo que, ao facelo, estamos engrandecendo a figura de Trump. É difícil definir a Bolsonaro, porque parece unha personaxe de mentira», asegura Mar sobre el principal favorito de los electores.