Fracasa el referendo de Rumanía para prohibir el matrimonio homosexual

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ROBERT GHEMENT | efe

La consulta ha quedado invalidada por la baja participación, lejos del mínimo estipulado -30 %- para que fuese vinculante

08 oct 2018 . Actualizado a las 09:45 h.

Los rumanos no acudieron a las urnas. Y así, el referendo convocado para prohibir constitucionalmente el matrimonio gay, ha quedado reducido a una mera consulta sin efecto alguno. El fracaso ha sido sonoro: solo votaron un 20,4 % de los ciudadanos, lejos del 30 % requerido como mínimo para que los resultados del tanteo fuesen considerados determinantes. 

Rumanía prohíbe por ley las uniones -matrimonios y parejas de hecho- entre personas del mismo sexo: no les deja casarse dentro de sus fronteras y no reconoce los vínculos homosexuales oficializados en el extranjero. Despenalizó la homosexualidad en el 2001, pero es uno de los pocos países de la Unión Europea que continúa sin reconocer este tipo de enlaces. Lo que los rumanos votaban este domingo era si su Carta Magna debía ser más clara: especificar que el matrimonio solo se entendía como una unión entre un hombre y una mujer, iniciativa surgida de la asociación civil Coalición por la Familia. Consideran que el término neutral -«unión entre dos personas»- puede dar pie a una reforma que permita la legalización de los enlaces gays. 

Según los datos oficiales, recogidos por Efe, solo un 18,7 % de los 19 millones de ciudadanos acudió a las urnas. El fracaso del referendo supone un enorme revés para el Partido Social Demócrata (PSD), instalado en el Gobierno, que defendió la enmienda en un guiño a su voto rural y de edad avanzada, así como para la Iglesia ortodoxa, cuya influencia real en la sociedad ha quedado cuestionada.

Muy contentos con el resultado se muestran los defensores de los derechos de los homosexuales. La asociación LGBT Accept ha mostrado su satisfacción al afirmar que «se ha demostrado que los ciudadanos desean una Rumanía con valores democráticos y que no nos pueden engañar con una agenda política que conduce hacia el odio y la división». «El Estado rumano tiene la obligación de legalizar de manera urgente las uniones civiles a todos los ciudadanos, incluidos las personas LGBT», demandó Robert Ratiu, presidente de la ONG MozaiQ.

Las críticas a la consulta también llegaron de la Comisión Europea, que pidió que no se utilizara la defensa de la familia tradicional para restar derechos a las minorías sexuales. La oposición política, por su parte, criticó el referendo como una cortina de humo de los socialdemócratas para tratar de distraer a la opinión pública de sus problemas de corrupción. «Se trataba de una consulta inútil que no resuelve las necesidades ni los dramas de la Rumanía actual», declaró el presidente de la opositora de centroderecha Unión Salvad Rumanía (USR), Dan Barsan, quien pidió la dimisión del Gobierno por «tirar 40 millones de euros» en la organización del plebiscito.

La consulta puede pasar también factura al líder de la mayor formación opositora, el Partido Nacional Liberal (PNL), Ludovic Orban, que acudió a emitir su voto pese a que algunos de sus correligionarios abogaron por boicotear la votación. «La dirección del PNL lanzó al partido a un nuevo fracaso político; no une, sino que divide; no moderniza, sino que propone políticas retrógradas», escribieron en sus perfiles de Facebook varios miembros descontentos de esa formación.