La presión de los «tories» obliga a May a aguar sus planes de postergar el «brexit»

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro LA VOZ / BRUSELAS

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TOBY MELVILLE | reuters

La UE insiste en extender el periodo transitorio hasta el 2021 para evitar una salida abrupta

18 oct 2018 . Actualizado a las 20:02 h.

El divorcio duro se ha convertido en un clamor dentro del partido torie. Ni unión aduanera, ni prórrogas ni alineamientos con la Unión Europea. Los compañeros de filas de la primera ministra británica, Theresa May, quieren dar portazo a los Veintisiete el próximo 29 de marzo del 2019. No importa si la premier logra cerrar un acuerdo de salida a medio plazo con el bloque. Están dispuestos a hacer saltar al Reino Unido sin paracaídas para romper definitivamente los lazos que todavía unen al país con sus vecinos continentales. «Que deje claro que no vinculará el Reino Unido con el purgatorio de la membresía perpetua a la unión aduanera de la UE», exigieron a través de la prensa seis de los tories rebeldes, entre ellos el excanciller  Boris Johnson y el exnegociador David Davis.

El mensaje fue recogido por May. La presión de sus colegas forzó a la británica a dar marcha atrás a sus planes de alargar un año más el periodo transitorio del brexit (del 2020 al 2021), una prórroga pactada con la UE para poder desconectarse de forma más suave de la Unión y dejar «espacio» para negociar con menos prisas la relación futura. Los defensores del brexit duro se niegan a seguir contribuyendo económicamente a la UE a cambio de ese tiempo muerto. El líder de los euroescépticos del UKIP, Gerard Batten, calificó el acercamiento de May de «traición» y exigió a la premier que se retractase.

Ni siquiera en las filas de la oposición favorable a la permanencia encuentra apoyos: «Es retrasar un poco más la caída al abismo», resumió el liberal, Tom Brake. El jarro de agua fría que le han vertido desde Londres ha convertido en papel mojado cualquier atisbo de acuerdo con los Veintisiete, quienes siguen insistiendo en alargar los plazos para evitar el peor de los escenarios. «Si el Reino Unido decide que sería favorable una extensión del periodo de transición para lograr un acuerdo, estoy seguro de que los líderes estarían preparados para considerarlo positivamente», aseguró el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. «No es la mejor de todas las ideas, pero nos da un poco de espacio para preparar la relación futura de la mejor forma posible», sugirió el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, antes de alertar una vez más de los peligros potenciales que asoman con una salida desordenada.

Apaleada (políticamente) por sus propios compañeros de partido y por los socios europeos, May agota sus últimos cartuchos. El alzamiento de los tories complica su futuro y el de las negociaciones del brexit. «Ha llegado la hora de que dé un paso al lado y deje a alguien que sepa negociar», le espetó la conservadora Nadine Dorris. Pero la premier resiste. Se revuelve y agita los brazos para sobrevivir. Bruselas no confía demasiado en sus posibilidades. Aún logrando un acuerdo sobre la bocina que permita mantener la frontera libre de muros entre las dos Irlandas, May no puede ofrecer garantías de que el parlamento británico vaya a respaldar su plan. Basta con que se deje por el camino unos cuantos votos tories para que el acuerdo fracase.

El reloj sigue corriendo mientras tanto. En los «próximos días o semanas» el negociador británico, Dominic Raab, debería dejar zanjados los deberes con su homólogo europeo, Michel Barnier. No habrá reunión extraordinaria en el mes de noviembre si no hay acuerdo sobre la mesa. Londres todavía confía en estirar la paciencia de los Veintisiete hasta el mes de diciembre, pero cuanto más dilaten el proceso, más aumentará el riesgo de accidente porque los plazos de ratificación en el Reino Unido son muy estrechos. «Es una cuestión de capacidad política británica encontrar un acuerdo presentable. No corresponde a la UE hacer concesiones para tratar un asunto de política interna británica», recordó el presidente francés, Emmanuel Macron.