Ruiz-Doménec: «En Cataluña ha habido un proceso de demolición del espíritu crítico»

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El autor de «Informe sobre Cataluña» sostiene que en la educación prima la identidad nacional sobre el conocimiento

27 oct 2018 . Actualizado a las 09:30 h.

Catedrático de Historial Medieval en la Universidad Autónoma de Barcelona, profesor visitante en numerosas universidades europeas y americanas, autor de libros como España, una nueva historia o Escuchar el pasado, José Enrique Ruiz-Domènec (Granada, 1948) publica Informe sobre Cataluña. Una historia de rebeldía, (777-2017). «El proceso independentista ha provocado un éxtasis colectivo, ajeno al desaliento, dejando de lado el decoro. La acción dramática y el derecho a decidir han primado sobre el sentido común», escribe.

-¿En qué consiste esa rebeldía?

-Para mí, el concepto de rebeldía es positivo, pero necesita una causa y un por qué. Es negativo cuando las razones que inducen a esa rebeldía no tienen causa. Entonces se convierte en un gesto cultural que marca el imaginario colectivo y condiciona en negativo el devenir de una sociedad cuando tergiversa el anhelo de la rebeldía en un fenómeno sedicioso o subversivo en el mal sentido de la palabra. Esto es lo que ha pasado en Cataluña.

-Usted traza un hilo histórico de continuidad de la identidad catalana desde el siglo VIII.

-Lo que detecto es un fenómeno de los que Braudel llamaba de larga duración, que ha construido un territorio y ha ido adquiriendo una entidad propia. Trato de explicar que determinadas exigencias en Cataluña tiene un recorrido de larga duración y no se basan en decisiones como la el Tribunal Constitucional sobre el estatuto.

Informo sobre la realidad histórica de Cataluña y advierto de que tiene un peso, pero ha llegado a una situación equívoca y equivocada porque el marco interpretativo que se ha impuesto es el del romanticismo. Ese marco ha oprimido de tal forma la historia que la ha hecho irreconocible y ha provocado elementos graves de confusión, que han afectado a la toma de decisiones de orden político. Se fuerza la realidad, se reinventa la historia y se introducen desinformación y posverdad en ese pasado que sirven de soporte a todo ese movimiento político.

-Una de las claves de la parte final del libro es que el «procés» es un movimiento impulsado desde arriba por la Generalitat.

-Totalmente. Lo que ha ocurrido en Cataluña no es un movimiento de masas que se levanta contra una supuesta injusticia, sino a la inversa. Desde el poder político, Pujol, con la aquiescencia de la izquierda, que tiene una gran responsabilidad histórica en lo sucedido, creó una de red muy sólida y un mecanismo de adoctrinamiento muy eficaces. En retrospectiva es fácil ver que en los últimos 40 años en Cataluña ha habido un proceso de demolición del espíritu crítico, de la historia como disciplina del gran relato y se ha ido creando una exaltación del marco romántico. A las nuevas generaciones educadas en los programas educativos de la Generalitat era más fácil introducirles consignas como ‘España nos roba’ o el mantra del derecho a decidir, porque estaban preparadas para recibirlas, no tenían musculatura crítica.

-Critica duramente la inmersión lingüística, que califica como guerra de lenguas de 30 años que sacó de hecho al castellano de la enseñanza.

-Es así. Cataluña es un país bilingüe. Esa realidad, que es compleja, hay que sobrellevarla bien y no pasa nada. El problema es romper el equilibrio educativo. El programa de inmersión lingüística ha sido un éxito ideológico, no pedagógico, porque prima la identidad nacional sobre el conocimiento. Me atengo a los datos, Para lograr un puesto de trabajo se valora más el nivel C de catalán que un doctorado. No tiene sentido. Yo prefiero a un médico que me cure antes de que me hable en catalán.

-Asegura que un momento clave de la deriva secesionista fue la cesión por parte del tripartito que encabezaba Pasqual Maragall de la dirección de la cultura a ERC, que dice fue equivalente a la cesión de la Generalitat ante los soviéticos en mayo de 1937.

-Cuando Maragall vio el poder el nacionalismo intentó ser pactista y le cedió la cultura. Un grave error, porque, como decía Gramsci, la hegemonía cultural es la base del cambio de mentalidad del imaginario colectivo, y debe ser tarea de la izquierda. Al cederla, convirtió la cultura catalana en cultura nacional y eso culminó en el 2007, cuando excluyeron de la feria de Fráncfort a los grandes escritores catalanes que escribían en castellano.

-Cita un artículo de Javier Cercas en el que define el «procés» como un cóctel de victimismo histórico, egoísmo económico y narcisismo supremacista, aliñado con tintes de xenofobia. ¿Está de acuerdo?

-Estoy de acuerdo globalmente, no al 100 %, pero matizaría, yendo a las causas. Por ejemplo, hay victimismo histórico porque la matriz romántica de su historia se basa en el principio de la catástrofe, Cataluña ha vivido históricamente en la postcatástrofe, las de 1412, 1479, 1640, 1714, 1917 o la de ahora mismo.

«A ellos les habría gustado dar un golpe de Estado»

Ruiz-Domènec considera que Oriol Junqueras es el único líder con el que se podría negociar.

-¿Qué espacio político tiene una persona de izquierdas crítico con el PSC como usted?

-Cada vez menos, te empujan a no tenerlo. Me recuerda lo que decía Ortega, España en momentos difíciles asesina a sus élites, y está pasando lo mismo en Cataluña.

-Pero ha elogiado la candidatura de Valls a la alcaldía de Barcelona.

-Sí, porque puede introducir un nuevo espacio electoral de centro-izquierda sólido y una rectificación reformista a la francesa en el guirigay que hay en Barcelona.

-Califique a tres protagonistas del «procés»: Carles Puigdemont, Quim Torra y Oriol Junqueras.

-Puigdemont es un resentido; Torra, un mesiánico al que el cargo le queda grande; y Junqueras, un hombre atrapado en sus propias convicciones, pero el único con el que se podría dialogar.

-¿Lo que pasó en Cataluña fue un golpe de Estado?

-A ellos ya les habría gustado. Lo sucedido tuvo una dimensión importante de farsa. Me preocupó más la ley de transitoriedad que el referendo, porque dejó en suspenso la Constitución.

-¿La república catalana es un sueño imposible?

-Los sueños se pueden hacer realidad si se convence a la población, y de momento no es así.

-¿Es partidario de un referendo?

-Soy partidario de que se establezcan claramente las bases de un referendo por ambas partes y luego se discuta si es factible hacerlo o no, la cantidad de gente que tiene que votar para que sea válido, el porcentaje de votos favorables, los años que deben pasar hasta hacer otro si sale que no.

-Pero la Constitución no permite un referendo de secesión.

-Se puede reformar, pero hay que tener mayoría para hacerlo.