Empieza el juicio del Chapo y sus negocios, boyantes como siempre

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ALFREDO ESTRELLA | Afp

El Chapo Guzmán, el hijo de un humilde agricultor nacido hace 61 años en las montañas de Sinaloa (México), que hace cinco fue incluido por la revista «Forbes» en la lista de los hombres más ricos del mundo, será a partir de este lunes el protagonista del juicio del siglo en Nueva York, un proceso que concluirá no antes de cuatro meses con una más que probable condena a cadena perpetua

04 nov 2018 . Actualizado a las 20:12 h.

Casi con toda seguridad este juicio, que le costará al erario público estadounidense no menos de 50 millones de dólares, dará pie a nuevas series televisivas sobre sobre este mítico delincuente que ya ha protagonizado varias y con rotundo éxito, emitidas por Netflix.

No es para menos. Después de haber escenificado dos fugas de película -la primera hace ya 15 años- cayó de nuevo hace tres, tras perder la cabeza y aceptar una cita con Kate del Castillo, la no menos televisiva Reina del Sur. Un encuentro que supieron aprovechar los servicios de inteligencia del gobierno de Peña Nieto para tapar su estrepitoso fracaso en la lucha contra el crimen organizado que asola su país.

En esta ocasión los poderosos cómplices del capo en el corrupto aparato de estado mexicano no pudieron evitar su extradición a Estados Unidos, que es lo que más le duele a cualquier capo que se precie. Así fue como Joaquín Archivaldo Guzmán Loera se convirtió el día antes de la toma de posesión de Donald Trump en el principal inquilino de la prisión de Manhattan, donde pasa en régimen de aislamiento 23 horas al día y no le dejan ver a su joven esposa Emma Coronel ni a ningún familiar, salvo a sus hijas mellizas de siete años, y solo a través de un vidrio.

El proceso, salvo imprevistos nunca descartables, se iniciará este lunes en la corte federal de Brooklyn con la elección de un jurado de 12 miembros cuyas identidades se mantendrán en secreto por razones obvias de seguridad y que se extenderá durante más de cuatro meses. Este jurado deberá decidir si este sujeto, considerado el mayor narcotraficante del mundo tras la muerte del colombiano Pablo Escobar,  es culpable o no de 11 delitos de tráfico y distribución de droga, posesión de armas y lavado de dinero.

Está acusado de liderar entre 1989 y 2014 el Cártel de Sinaloa, al que fundó y convirtió en «la mayor organización de tráfico de droga del mundo», según la acusación. La fiscalía, que prepara el caso desde hace años, asegura que el Chapo envió a Estados Unidos al menos 154.626 kilos de cocaína, además de múltiples toneladas de otras drogas, especialmente marihuana, heroína y metanfetaminas  con una facturación de no menos de 14.000 millones de dólares.

El Chapo, obviamente, se declaró inocente, pero la acusación pública ha presentado montañas de evidencias en su contra: más de 300.000 páginas de documentos y al menos 117.000 grabaciones de audio, además de centenares de fotos y vídeos. Con razón su defensa se quejó: de dice que no hay tiempo de revisarlas.

¿Servirá este juicio, el más caro de la historia de Estados para acabar o al menos empezar a controlar el más fabuloso negocio del crimen organizado en el mundo. Un negocio que el año pasado costó cerca de 30.000 vidas humanas en México y 174 diarias en Estados Unidos, solo por el consumo de de opiáceos de venta ilegal? Todo hace pensar que no, porque este negocio, como casi todos, se rige por la ley de la oferta y la demanda y sus conexiones con el sistema financiero global son tales que combatirlo en serio, sería matar la gallina de los huevos de oro.

Así lo explica claramente Bernardo Saviano en CeroCeroCero, un libro de lectura obligada para entender el submundo del narcotráfico. Tal vez no por casualidad un ejemplar del mismo apareció en el escondite del Chapo cuando fue detenido por última vez.

Del libro de Saviano se desprende una paradoja: la cocaína no es un negocio especulativo; es economía real, el último sector sólido en un mundo gaseoso. «La cocaína -dice- es una inversión segura. Es una mercancía que no está sujeta a fluctuaciones de la demanda, que es siempre elevada, siempre en expansión. No es especulación, es como la compraventa de oro o de petróleo. Su cultivo y su elaboración son arriesgados y es una mercancía ilegal, lo que eleva su precio».

Aclara Saviano que «para quien no la consume es difícil comprender que la cocaína no es una droga para colocarse, sino de uso cotidiano. Permite trabajar más y mejor. Crea la sensación -y, a veces, mucho más que la sensación- de que uno puede superar sus limitaciones y rendir al 200 %. Mientras el negocio de la cocaína se siga analizando desde categorías morales, mientras siga considerándose únicamente como un problema social y no como una parte importante de la economía mundial, no comprenderemos nada».

Que Joaquín Archivaldo no es un capo más del universo criminal mexicano lo acredita el hecho de que ha conseguido montar y dirigir hace ya casi 30 años el Cártel de Sinaloa convirtiéndolo en una empresa trasnacional ilegal con una estructura que poco o nada tiene que envidiar a otras legales como Apple, Facebook o Netflix y que apenas se ha resentido con su caída.

Una de las claves de su supervivencia, según apunta el analista Parker Asmann en la última edición del digital Insight Crime, radica en que tiene una estructura horizontal, en la que la autoridad para la toma de decisiones se encuentra diseminada por toda la organización, en lugar de poseer una estructura vertical en la que solo unos pocos miembros toman las decisiones importantes.

El pasado mes de agosto las autoridades mexicanas se incautaron de 50 toneladas de metanfetamina -prácticamente la más grande en la historia del país- en el estado de Sinaloa, las cuales presuntamente pertenecían al cártel, lo que indica que el grupo sigue siendo un importante actor en el comercio de drogas clásicas pero ya está apostando fuerte por las sintéticas cuya demanda es creciente a nivel mundial.

Y como el principal mercado sigue siendo el de EE.UU, para asegurar su abastecimiento, la empresa de los sucesores del Chapo sigue apostando por mejorar la logística de los narcotúneles, que han sido una de las claves de su éxito. Recientemente fue desmantelado uno que tenía todas las señas del Cártel de Sinaloa: paneles solares para controlar sistemas de electricidad, iluminación y ventilación, bombas para drenaje de agua, y un sistema ferroviario. «La existencia de un túnel tan sofisticado, que vale millones de dólares, indica que el Cártel de Sinaloa todavía gana lo suficiente para sostener los altos costos de construcción, incluso si el túnel es destruido antes de que pueda ser utilizado», apunta Parker Asmann.

La dimensión trasnacional del Cártel de Sinaloa ya la explicó en su día en nexos.com David Párez Esparza. «La empresa liderada por Joaquín Guzmán Loera -escribía este internacionalista mexicano en febrero del 2014-  es capaz de mover dos toneladas de cocaína y 10.000 toneladas de marihuana -el 35% de toda la que existe en el mundo-, al mes. Ello -añade Pérez Esparza- es verdadero un reto logístico, que traspasa fronteras, idiomas, culturas y religiones, algo solo equivalente a lo logrado por DHL, UPS».

Según la misma fuente, para ello, como cualquier empresa de mensajería global, cuenta con una red impresionante de operadores en 17 estados del país y subsidiarias en 54 naciones, en todos los continentes. En comparación con Cemex, la empresa mexicana más global, tiene oficinas en 33 países, Bimbo en 19 y Maseca en 17. En muchas partes donde el Cártel de Sinaloa llega, México no tiene ni embajada o consulado.

A todo ello, según Esparza ha contribuido en buena medida el que han sabido aprovechar la posición geográfica de Sinaloa que tiene al sur los estados que más producen opio y marihuana (Guerrero y Michoacán), sumado a que la propia Sinaloa tiene grandes extensiones de tierras para este cultivo (en total, 60.000 kilómetros cuadrados, más grande que Costa Rica, República Dominicana u Holanda). Además, la cercanía y existencia de carreteras de gran capacidad que conectan esta región con el norte (Tijuana, Juárez y Mexicali), lo que le garantiza rápido acceso al mercado californiano, el de un estado que si fuese un país, sería la séptima economía más grande del mundo, por encima de la italiana o la canadiense.

Habrá que esperar a marzo a ver qué nos cuenta de este singular personaje Sean Pean en su primera novela, en la que uno de los protagonistas, junto a Donald Trump es el Chapo, a quien entrevistó mientras estaba huido, acompañado de Kate del Castillo.