El presidente pierde el Referendo

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08 nov 2018 . Actualizado a las 00:41 h.

No ha habido sorpresa: el partido demócrata norteamericano ha conseguido el control de la Cámara de Representantes en las elecciones de ayer. Fue una gran noche para ellos, que marca el fin del dominio de los republicanos sobre todas las instituciones del estado. Sin embargo, estos han logrado preservar, e incluso incrementar ligeramente, su control del Senado y, aunque se prevé que pierdan en torno a una decena de gobernadores, seguramente conservarán la mayoría de los estados.

La victoria en la Cámara de Representantes es muy importante para los demócratas, que recuperan así su confianza de cara a las elecciones del 2020, pero no se ha producido una «ola azul» (el color del partido) y menos aún el «tsunami» que soñaban. Hay que recordar que en las elecciones de mitad de mandato casi siempre se castiga al partido gobernante y, aunque cómoda, la ventaja obtenida por los demócratas no es espectacular. Ahora bien, en la medida en que estas elecciones se planteaban como un referendo sobre la controvertida figura de Donald Trump, el presidente lo ha perdido.

La clave de la victoria demócrata ha estado, como se preveía, en las áreas suburbanas (ricas o de clase media) de las grandes ciudades, donde el discurso anti-inmigración de Trump, y en general sus salidas de tono, son mal recibidos. Trump también ha perdido el voto femenino por veinte puntos, algo notable considerando que lo ganó en 2016. Por otra parte, parece claro que los demócratas se equivocaron en su estrategia de acoso al juez Kavannaugh durante su proceso de confirmación para el Tribunal Supremo.

La reacción que ha provocado entre los votantes conservadores es en gran parte la clave de que los republicanos conserven el Senado, que es el que confirma a los jueces del Supremo. Ahí, todos los candidatos demócratas vulnerables han caído, si bien es cierto que los republicanos contaban con la ventaja de que debían defender menos escaños en liza.

De cara a las presidenciales de dentro de dos años, la lectura requiere matices. Las victorias demócratas en Wisconsin y Ohio les dan esperanzas de recuperar el voto de los blancos de clase trabajadora en los estados que eran firmemente demócratas pero votaron por Trump en las presidenciales. Pero los triunfos republicanos en las elecciones a gobernadores en el propio Ohio y Florida son preocupantes para los demócratas porque estos son dos estados clave en las presidenciales. Otro toque de atención para los demócratas es la derrota de sus estrellas en ascenso: Andrew Gillum, Stacey Abrams o Beto O'Rourke han perdido, aunque este último pueda exhibir su casi empate como una victoria y seguir postulándose. El partido sigue sin líder claro, y sin un discurso unificado, algo que deberá remediar rápido si quiere tener posibilidades en 2020.

En lo inmediato, el control de la Cámara de Representantes permitirá a los demócratas bloquear las políticas de Trump y, sobre todo, lanzar investigaciones sobre sus asuntos oscuros, lo que le colocará a la defensiva y, probablemente, aumentará la polarización. En estos casos, los presidentes suelen concentrarse en la política internacional, donde tienen las manos más libres. Los demócratas también pueden iniciar incluso un proceso de revocación (impeachment) del presidente, pero con el Senado en manos de los republicanos es muy improbable que logren completarlo. Van a ser dos años turbulentos.