El PP europeo elige a Weber para llevar el timón de la Comisión

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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Merkel y Weber chocan sus frentes al saberse que este será el cabeza de cartel popular
Merkel y Weber chocan sus frentes al saberse que este será el cabeza de cartel popular MARKKU ULANDER

El candidato de Merkel se impone con el 79 % de los votos a su rival del ala más liberal, Alex Stubb

09 nov 2018 . Actualizado a las 08:00 h.

El Partido Popular europeo (PPE) certificó ayer en Helsinki su giro a la derecha. El dilema ideológico al que se enfrentaban los conservadores a la hora de elegir a su candidato para presidir la Comisión Europea a partir del 2019 se decantó finalmente por la vuelta a los valores tradicionales, encarnados en la figura del alemán Manfred Weber (46 años). El candidato de Ángela Merkel, se impuso con el 79% de los votos sobre su rival, el ex primer ministro finlandés, Alex Stubb.

La victoria del bávaro fue posible gracias al apoyo de grandes delegaciones como la española, la francesa y la italiana, que cerraron filas en torno al candidato que mejor representa al aparato de partido. Nada de adentrarse en las ambigua alternancia ideológica de los democristianos nórdicos, más liberales en lo social. Con Weber, el PPE apuntala los viejos valores del conservadurismo. El secretario general del PPE, Antonio López-Istúriz, premió en público su férrea defensa de la unidad de España: «Siempre ha apoyado sin fisura a España en cuestiones como la defensa de la unidad territorial frente a los desafíos independentistas», señaló.

Ni el ímpetu, ni la experiencia ejecutiva, ni la energía renovadora de Stubb logró convencer a la familia popular que, obsesionada por recuperar el espacio arrebatado por la ultraderecha, trata de volver a sus orígenes.

Tendencia inquietante

Weber tiene ahora el cometido de unir a su familia política y mantener a raya la ofensiva de los extremistas de derecha hasta mayo del 2019, cuando los europeos acudirán a las urnas para elegir a la nueva tripulación encargada de la UE. Expertos y sondeos apuntan una tendencia inquietante para los partidos tradicionales: Los movimientos ultranacionalistas, eurófobos y antisistema siguen medrando a costa del miedo y la desconexión ciudadana con respecto a la política que se cocina en los lejanos cuarteles de Bruselas.

El alemán lo sabe bien. Por eso anunció que adoptará una línea más dura que su predecesor, Jean Claude Juncker. Incluso se mostró dispuesto a «tender puentes» con la derecha más recalcitrante, también la que anida en su familia europea. De hecho, en el congreso no han faltado las críticas veladas, los mensajes con doble sentido y los ataques directos hacia su candidatura por la actitud ambigua que mantiene hacia la «oveja negra» del partido: Viktor Orbán. El húngaro apoyó a Weber por descarte. Stubb siempre se mostró a favor de expulsarlo del PPE por su deriva antidemocrática.

El candidato de Merkel prefirió poner por delante el cálculo político a los principios para rechazar esa opción. No comulga con el autoritarismo de Orban, pero sabe que su partido, el Fidesz, tiene un peso importantísimo en la Eurocámara y en la familia conservadores, que ahora solo controla ocho de las 28 cancillerías europeas. «Volvamos a nuestras raíces para ver el renacer de la democracia cristiana», clamó ayer Orbán en el cónclave, retando a quienes en el PPE prefieren tejer alianzas con los partidos de centro. Otros miembros del partido, como el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, atacaron su actitud de forma velada: «El Estado de derecho no es un poema, es una obligación diaria. Si no te gusta la libertad de prensa, si toleras la homofobia, el nacionalismo y el antisemitismo, no eres un democristiano», deslizó.

La designación de ayer no es garantía de éxito, ni mucho menos. Los apoyos van y vienen y el que hoy es spitzenkandidat, mañana podría ser sacrificado para lograr el consenso entre una mayoría de líderes del Consejo tras las elecciones europeas.