Dos años después, nadie discute la estrategia del líder

G. B. M ADRID / LA VOZ

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César Quian

Sánchez se presenta ante los suyos como un secretario general al frente de un PSOE sin apenas críticos y como inesperado presidente del Gobierno

10 nov 2018 . Actualizado a las 14:24 h.

Mucho han cambiado las cosas desde el Comité Federal del PSOE celebrado el 1 de octubre del 2016, en el que, en una de las jornadas más tensas de la historia del partido, el sector encabezado por Susana Díaz descabalgó a Sánchez de la secretaría general de los socialistas. Aunque casi todos, dentro y fuera del partido, lo daban entonces por desahuciado, y más después renunciar a su acta de diputado, dos años después Sánchez se presenta hoy ante los suyos no solo como un secretario general al frente de una dirección del PSOE en la que apenas hay espacio para los críticos, sino como un inesperado presidente del Gobierno que ha vuelto al banco azul sin necesidad de ser diputado. Muchos de los que entonces le plantaron cara en el partido hasta provocar un amago de cisma se han plegado ahora a sus directrices, con excepciones como la del presidente asturiano Javier Fernández, que presidió la gestora tras su salida. Pero si el motivo principal por el que fue desalojado de la secretaría general del PSOE fue su presunta intención de pactar con Unidos Podemos y los partidos independentistas para llegar a la Moncloa, hoy nadie en el partido pone la más mínima pega a que Sánchez haya llegado a la presidencia del Gobierno mediante una moción de censura apoyada por Unidos Podemos y los partidos secesionistas catalanes, además de EH Bildu.

Solo Susana Díaz, pese a la distensión en público, mantiene si reto a Sánchez. El líder del PSOE es consciente de que las elecciones andaluzas son cruciales para su estrategia de resistir hasta el 2020 en Moncloa y de ahí que en las próximas jornadas se vaya a volcar en apoyo a la dirigente andaluza. Díaz sabe también que mantener el Gobierno andaluz es clave para Sánchez, pero piensa jugar con sus propias cartas. De momento, ya forzó al secretario general a renunciar a su intención de celebrar el comité federa de hoy en Granada, en un acto que estaba pensado para que todos los líderes socialista arroparan a la presidenta andaluza. Pero la intención de la candidata a la reelección es precisamente que su campaña electoral no se vea contaminada por los temas de la agenda política nacional, con la cuestión de Cataluña a la cabeza. Díaz sabe ya que tanto el PP como Ciudadanos piensan utilizar como principal argumento de su campaña electoral el convertirla a ella en cómplice de las supuestas concesiones del Gobierno de Sánchez a los independentistas a cambio de su llegada a la presidencia.