Un caso de espionaje trunca la amistad de Austria y Rusia

PATRICIA BAELO BERLÍN / E. LA VOZ

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Karin Kneissl, en el centro
Karin Kneissl, en el centro

Viena sospecha que un antiguo militar facilitó información a Moscú durante 20 años a cambio de 300.000 euros

10 nov 2018 . Actualizado a las 08:43 h.

El pasado agosto la ministra de Exteriores austríaca generó controversia al hacer una reverencia en su propia boda a Vladimir Putin, que era el invitado de honor. Muchos exigieron la dimisión de Karin Kneissl, ante el temor de que pudiera parecer que Austria, que ostenta la presidencia de la Unión Europea, se plegaba a la voluntad de Moscú.

Fue una petición sin efecto. Pese a que la UE y el Kremlin tienen visiones diametralmente reñidas en asuntos como el conflicto en el este de Ucrania, la alianza de Putin con el régimen sirio de Bachar al Asad o el envenenamiento de Serguéi Skripal en Londres, Viena trató de preservar la equidistancia con el gran vecino del Este que singularizó su política exterior durante la Guerra Fría. La pequeña república fue uno de los pocos socios del bloque que no expulsó a diplomáticos rusos tras el caso del exespía y que se ha mantenido cercano al Kremlin, pese a la presunta injerencia de Rusia en las elecciones de Francia, Alemania y Holanda, o en respaldo del secesionismo catalán.

Pero la buena vecindad puede tener los días contados a raíz de un caso de espionaje que amenaza con dilapidar la relación. El ministerio ruso de Exteriores citó ayer al embajador austríaco después de que Viena acusara a un coronel retirado del Ejército de haber facilitado información a Moscú durante dos décadas. «El espionaje es inaceptable», afirmó en rueda de prensa el canciller de Austria. Sebastian Kurz y su titular de Defensa, Mario Kunasek, aseguraron que un servicio de inteligencia extranjero avisó a su Gobierno de las actividades del exmilitar de 70 años y que supuestamente habría confesado sus actividades.

Sistemas de armamento

Al parecer, el hombre recibió unos 300.000 euros a cambio de proporcionar al Kremlin datos sobre los sistemas armamentísticos y la situación migratoria en el país, además de perfiles de varias personalidades desde 1990 hasta este mismo año.

«Significa que estamos ante un caso de espionaje», subrayó Kurz, que comunicó que la Fiscalía está analizando ordenadores y equipos técnicos del antiguo coronel. Aunque dijo que de momento se trata de una sospecha, reconoció que a partir de la información de que disponen las autoridades, parece probable que se confirme. De ser así, el episodio «no será ni el primero ni el último en la UE», ni ayudará «a mejorar la relación entre el bloque y Rusia», anticipó el mandatario conservador. De hecho, Kneissl ya ha cancelado un viaje a Moscú que tenía previsto realizar en diciembre.

Por su parte, el Kremlin rechazó las acusaciones, que el ministro de Exteriores calificó de «sorpresa desagradable», y lamentó que Austria no haya respetado la costumbre de establecer primero contacto con el Ejecutivo del país sobre el que pesan las sospechas. «Nos piden que nos disculpemos por un asunto del que no sabemos nada», insistió Serguéi Lavrov, que tachó el proceder de Viena y otros Gobiernos europeos de «diplomacia de la megafonía».