Los «trastornos psicoafectivos» cobran fuerza como móvil en el parricidio de Monteana

LA VOZ GIJÓN

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La parroquia gijonesa, sorprendida y conmocionada, despide hoy en el tanatorio de Cabueñes a Milagros Fresno Ramos, que murió asfixiada por su hijo Iván

01 dic 2016 . Actualizado a las 13:20 h.

La parroquia gijonesa de Monteana amanece hoy aún conmocionada y dispuesta a despedir a María MIlagros Fresno Ramos, la mujer de 54 años asfixiada ayer por su propio hijo, Iván G. Fresno. El hombre, de 34 años, se entregaba a primera hora de ayer en la Comisaría de la Policía Nacional en El Natahoyo confesando haber dado muerte a su progenitora con una almohada, con una «extraordinaria frialdad» y con una escueta declaración, según fuentes de la investigacion: «No podía dormir y la maté». El móvil: «Tengo un trastorno psicoafectivo. No tengo afectos ni sentimientos». La pesquisa que inmediatamente puso en marcha la Guardia Civil -competente en este caso, al tratarse de una parroquia rural- confirmó, ante la sorpresa y la desesperación de Rafael, el marido de la fallecida, y sus hijas Elsa y Lara, la veracidad de la confesión. Y durante la jornada se confirmarían también, tras la autopsia, que Milagros había muerto por asfixia, y que su hijo Iván padecía trastornos por los cuales recibía un tratamiento -que dijo no seguir- y que al menos en una ocasión, sus actos habían requerido la intervención de la Guardia Civil en la policía familiar, aunque sin mayores consecuencias.

Todo esto era ayer comentado en una vecindad entre el estupor y el dolor, que hoy acudirá a las 16 horas al tanatorio de Cabueñes a arropar a una familia muy conocida en la parroquia y a despedir a Marimí, como todos conocían a la fallecida.