¿Se está analizando a fondo lo que sucede en la playa de San Lorenzo?

J. C. Gea GIJÓN

GIJÓN

Mancha en la playa de San Lorenzo, en Gijón
Mancha en la playa de San Lorenzo, en Gijón

Expertos advierten de posibles limitaciones en la toma de muestras y sugieren análisis para ampliar la información sobre los recientes incidentes en la bahía gijonesa

29 jul 2018 . Actualizado a las 10:21 h.

Durante las últimas semanas, los gijoneses han estado muy pendientes de su playa: de la vigilancia a pie de barandilla del aspecto, el color o el olor de las aguas de San Lorenzo y también de los resultados de los informes sobre los análisis realizados tras cada uno de los incidentes de mayor envergadura registrados desde finales de mayo: dos vertidos con presencia de aguas fecales y otros dos casos de espumas y manchas junto al río Piles que llegaron a originar algunos episodios de dolencias estomacales, oculares o dérmicas. Los resultados, hechos públicos la semana pasada, parecen tranquilizadores: predominio absoluto del excelente en los tres puntos de medición de la concha gijonesa. Pero, ¿sabemos los ciudadanos qué se ha medido? Y lo que es más relevante, ¿es completamente fiable el método que se ha empleado en los análisis?

Aunque lleva viviendo la mitad de sus 36 años de vida en Barcelona, a Miguel Cañedo-Argüelles, también le preocupa la respuesta a esas preguntas. Reside desde los 18 años en la Ciudad Condal, donde trabaja como investigador de la Facultad de Biología, el Instituto de Agua de la Universidad de Barcelona (IDRA) y también para la Universidad de Vic. Hace escasas fechas, su nombre aparecía asociado a una relevante investigación sobre el impacto de los fármacos vertidos al medio ambiente. Realiza también con frecuencia análisis de calidad de las aguas, aunque de forma preferente en medios fluviales. Pero su interés por lo que sucede en San Lorenzo es más que profesional. «Me crié en un edificio frente a la Escalera 7. Me pasaba el día en el agua y soy surfero desde pequeño», cuenta el científico, que sigue viniendo siempre que puede y -en la medida de lo posible- disfrutando de la playa. Algo que le resulta mucho más difícil desde que «hace ya un tiempo» y «sobre todo, el verano pasado» empezó a notar que el agua no era la de siempre: «Más turbia, con más algas, incluso con algo de olor…»

No solo es la transparencia del agua que inquieta a Cañedo-Argüelles. Se pregunta «con preocupación, pero también con cierta indignación» si «se está siendo todo lo transparente que se tiene que ser» y si se está haciendo un esfuerzo «en profundidad» para diagnosticar con todas las garantías la excelencia oficial de la bahía. Porque -advierte- aunque los resultados de los análisis no sean cuestionables, sí puede serlo, por ejemplo, el modo en el que se toman las muestras.

¿Se puede buscar un punto para que los análisis «salgan bien»?

«Hace falta saber con exactitud cómo, dónde y cuándo se están tomando las muestras. Son datos cruciales, porque en una muestra química del agua, según dónde y cuándo la tomes te pueden salir cosas muy diferentes. Si quiero que me salga un buen análisis de la calidad del agua en San Lorenzo, es posible mirar las corrientes, tener en cuenta los puntos de vertido y dar con un punto en el que los análisis te salgan bien», asegura. También cree que «idealmente» sería adecuado hacerlo de manera «aleatoria» en «transectos» -el nombre técnico para los tramos de muestreo- con más puntos de recogida de muestras. En este momento, se obtienen en las escaleras 2 y 12 y en La Escalerona, y también «aguas adentro y tanto en superficie como a cierta profundidad»

Lo que perseguiría la ampliación del campo de muestreo que el biólogo gijonés propone no es exactamente lo mismo que tanto escándalo y preocupación ha causado en la ciudad, los espectaculares «pero al final excepcionales» episodios que más alarma han causado con sus manchas bien visibles, el arrastre de objetos e incluso de ratas. «Ese es quizá el problema más visible. Si se arregla, como parece que se ha arreglado, se puede maquillar bastante la situación y a la gente se le puede olvidar que el problema gordo es el de la depuradora», subraya, y apunta, por tanto, al emisario de Peñarrubia y sus vertidos sin tratar al Cantábrico.

Por eso hace falta moverse casi tanto como el propio Cantábrico para coger las muestras: «Una vez el vertido sale del emisario el vertido se diluye y las corrientes lo mueven, de manera que dependiendo a qué profundidad y dónde, detectas o no el vertido. Eso puede cambiar en horas, e incluso dependiendo incluso del día», explica.

Existen estudios tranquilizadores como el realizado por encargo del Principado por la empresa Taxus, que analizaron el entorno inmediato del emisario de Peñarrubia y llegaron a la conclusión de que no se observaba «nada» que incumpliese «las condiciones de referencia establecidas en el Plan Hidrológico, por lo que el estado ecológico de la masa de agua es muy bueno». El estudio tiene dos años y fue hecho en el entorno inmediato del emisario. Pero junto al rigor científico de ese estudio convive la percepción de muchos usuarios habituales de la playa cuya experiencia les dice que algo no está bien con las aguas de San Lorenzo. 

También es posible ampliar aquellos parámetros que se analizan y, sobre todo, darles una dimensión temporal que no muestre solo cortes, sino procesos. Miguel Cañedo-Argüelles opina que además de los análisis químicos en curso, de la detección de bacterias, de elementos como el fósforo o el nitrógeno que delatan aguas contaminadas por el uso humano y de algas que pueden proliferar si aumentan esos nutrientes y a las que también delata un aumento de la clorofila en el agua, cabe introducir otros tesimonios. Alude al trabajo de AZTI, una activa empresa vasca especializada en numerosos servicios relacionados con el medio marino que estudia, por ejemplo, a los poliquetos, un tipo de gusano marino «que tiene ciclos de vida de un año o un poco más» y que dan información sobre lo que ha sucedido en ese período en un determinado punto del mar.

«El análisis químico te da información del momento en el que has tomado la muestra. Pero ese mismo análisis en el mismo sitio una hora después puede no darte igual. Sin embargo, las comunidades biológicas te dan la historia de lo que ha estado pasando en ese sitio a lo largo del tiempo, porque han estado sujetas a las condiciones de esa agua y a todo lo que ha estado pasando durante un tiempo, meses o años, depende qué comunidad tomes como referencia», aclara. Esos análisis ya están estandarizados y tienen sus correspondientes índices, establecidos por la Unión Europea, para servir como referencia.

Finalmente, para explicar del todo lo que sucede en San Lorenzo, en opinión del biólogo, hay que tener también en cuenta los cambios producidos tras la ampliación del dique de El Musel que «ha convertido la bahía en una bahía cerrada, que renueva menos sus aguas» e incluso lo que puede tener relación con el cambio en los regímenes de precipitación de lluvia posiblemente asociados a la influencia del cambio climático, que obligarán «a cambiar infraestructuras».

Nada de ello, insiste, Miguel Cañedo-Argüelles, supone grandes costes. «Es cuestión de voluntad. Entiendo que los incentivos por parte de la administración son pocos y que no interesa que salga que la calidad del agua es mala». Y apela al final a un argumento que no es científico y que incluso contradice los análisis, pero que tiene que ver con la experiencia directa del baño en San Lorenzo. «La percepción de la gente que se baña habitualmente es muy valiosa. Si la gente tiene tiene la percepción de que la calidad del agua ha empeorado, hay que escuchar porque probablemente está pasando algo».