Los «jardines salvajes» que tiñen de verde el callejero de Gijón

J. C. G. GIJÓN

GIJÓN

La proliferación de vegetación y especies animales en parcelas de titularidad municipal o privada crean en mitad del mapa urbano pequeños sistemas naturales que pueden generar problemas de insalubridad

18 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Son algo así como las zonas silvestres de la ciudad: parches de vegetación que no son precisamente jardines y que prosperan en solares públicos y privados de Gijón como pequeños ecosistemas aislados en mitad de la ciudad edificada. Tampoco son, ni mucho menos, periféricos: los hay incluso en pleno centro de la ciudad, y en más de un caso llegan a ser tan frondosos como para albergar sorpresas vegetales y animales que, cuando llega el desbroce, revelan su convivencia en secreto con los vecinos. Solo las parcelas municipales suman en Gijón 281.258 metros cuadrados de estos 'jardines salvajes' o 'selvas urbanas', aunque no son las de titularidad municipal las que, por razones evidentes, llegan a ser más densas y a estar más pobladas de especies que, sin el debido control y en su interacción con el ser humano, pueden crear algo más que un problema de desarreglo estético en la vecindad.

Vegetación en un solar ubicado entre la carretera de la Costa y la calle Aller, en pleno centro de Gijón
Vegetación en un solar ubicado entre la carretera de la Costa y la calle Aller, en pleno centro de Gijón

Hay parcelas de estas características en pleno centro, como la que se abre a la carretera de la Costa y a la calle Aller. Algunos de ellos son tan grandes y vistosos como el de la manzana sin edificar del barrio de Pumarin comprendida entre la avenida de la Constitución -justo a la entrada a la ciudad desde la antigua carretera de Oviedo- y las calles Río Eo y Severo Ochoa, junto a la gasolinera de Foro, recientemente desbrozado y a la espera de ser urbanizado.

Solar en junto a la avenida de la Constitución, en Pumarín, recientemente desbrozado
Solar en junto a la avenida de la Constitución, en Pumarín, recientemente desbrozado

Algunas crecen contiguas a zonas ajardinadas, como la situada en la confuencia de la calle Periodista Francisco Carantoña con la carretera de Ceares, junto al campo del equipo local y Los Pericones. Y otras, aunque más discretas, son sorprendentemente frondosas, como las que prosperan en dos parcelas contiguas de la calle Avelino González Mallada, en El Coto.

Solar con abundante vegetación en la calle Avelino González Mallada, de El Coto
Solar con abundante vegetación en la calle Avelino González Mallada, de El Coto

La normativa municipal tiene un ojo puestas en todas ellas, como lo tiene puesto en lo que crece y cuánto crece en sus propias parcelas. La Empresa Municipal de Servicios de Medio Ambiente Urbano (Emulsa) se ocupa mediante subcontratas del desbroce de las 85 parcelas municipales registradas, con distintas tipologías (urbanas, equipamientos...). Sus más de 28 hectáreas son objeto de limpieza de malezas y cuidados una o dos veces al año, en operaciones que unas veces afectan a la totalidad de la parcela y otras simplemente a su perímetro. Estos cuidados suponen un gasto máximo de 45.000 euros cada año.

Aunque Emulsa también actúa a través de sus Servicios Especiales en las parcelas privadas, solo lo hace en casos puntuales. La vigilancia de esas otras áreas de proliferación vegetal corresponde al Servicio de Disciplina Urbanística, con la Ordenanza Municial de Limpieza en la mano. La normativa obliga a sus propietarios a través de dos de sus artículos -el 19 y el 20-  «a cortar y mantener en perfectas condiciones  de  limpieza, los setos vivos,  bardales,  etc., utilizados  como  cierres  y  que den a las vías públicas dependientes del Municipio». El artículo 20 fija además para los «propietarios de fincas o solares no edificados» la obligación de mantenerlos cerrados «y en perfectas condiciones de limpieza e higiene». De no ser así, los servicios municipales actúan de forma subsidiaria -si bien de forma habitual previa denuncia y aviso al propietario- pasan el correspondiente cargo e incluso, en su caso, aplican sanciones. 

Las cuestiones de higiene y salubridad en estos pequeños 'ecosistemas' naturales que interactúan a su vez con el 'ecosistema' urbano está relacionada tanto con esa interrelación como con aquello que crece y habita en ellos y que, a partir de cierto momento, puede derivar en un problema de salud pública. «En sitios reducidos del ámbito urbano se producen procesos muy interesantes. Pero evidentemente, si esa evolución natural supera un cierto umbral de 'desmadre' -dicho coloquialmente y para que nos entendamos- o de exuberancia, y si hay interferencias, inputs de basura o restos aportados por los humanos, se pueden producir procesos en clave negativa que pueden generar la aparición de insalubridad», precisa Juan Carlos Martínez, Jardinero Mayor del ayuntamiento de Gijón.

En cuanto a las especies botánicas, Martínez señala que, aparte de la vegetación arbórea que ya se ha asentado en estas parcelas, en ellas prosperan «especies oportunistas, colonizadoras en una mezcla y batiburrillo» en el que la vegetación herbácea de este tipo más habitual en los suelos húmedos asturianos -ortigas, malvas, zarzas- puede acompañarse «si se da tiempo a que prolifere, por vegetación arbustiva». Otra especie oportunista que a aparecido en algunos de los solares es el temible plumero de la pampa; era el caso de la citada parcela de la avenida de la Constitución, donde una concentración de esta especie invasora apareció en uno de sus extremos y ha sido erradicada en el reciente desbroce.

Un aspecto del 'Solarón' de la playa de vías antes de su ajardinamiento.
Un aspecto del 'Solarón' de la playa de vías antes de su ajardinamiento.

«En estos lugares se produce a pequeña escala una mini-sucesión ecológica de los mismos procesos que se producen en un entorno natural», resume Martínez, que recuerda también que el mayor de estos enclaves es precisamente el 'Solarón' de la antigua playa de vías en el tramo que aún no ha sido acondicionado. Hasta que se ajardinó el tramo entre el museo del Ferrocarril y El Humedal y se desbrozó el que llega hasta el puente de la avenida de Carlos Marx, la abundante vegetación crecida espontáneamente en su superficie formó parte durante no pocos meses del paisaje céntrico de Gijón.

Señala el Jardinero Mayor que el tramo restante, del puente hacia las afueras, sigue siendo «es un solar que tiene unas características medioambientales diferentes a los del resto de la ciudad porque es un suelo más entropizado, es decir, más afectado por el hecho de que era una infraestructura. Hay muchísimo balasto, que al final es un material drenante que provoca la aparición de un tipo de vegetación diferente»; en este caso, más adaptada a suelos con escasez de agua.

La evolución ecológica que se da en estos microsistemas «puede llegar a ser incompatible con las condiciones de salubridad» a partir de un cierto grado de la evolución de las especies botánicas porque -explica Juan Carlos Martínez-  «en el momento que tienes un albergue con un cierto dosel vegetal se producen procesos relacionados con el mundo animal». Están, desde luego, los gatos a menudo aimentados por sus vecinos humanos, pero también las ratas «que acuden al alimento de los gatos curiosamente», insectos, lagartijas -en particular en suelos con tantos recovecos como los del 'Solarón'- y otras especies que no se tiende tanto a asociar tanto con el entorno urbano: culebras, salamandras e incluso puercoespines. De hecho, algunas de ellas aparecieron -y en algunos casos desaparecieron también, ante las protestas de grupos animalistas- en el anterior desbroce del solar de Pumarín aludido: gatos atrapados que resultaron atropellados en algún caso, una colonia de 10 erizos de los cuales solo sobrevivieron 4, más las poblaciones de culebras de collar o murciélagos enanos que fueron erradicadas en la limpieza.