El gallo Maurice gana el juicio: puede cantar aunque protesten los vecinos

La Voz

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Un tribunal francés falla a favor de la propietaria, a la que habían demandado los dueños de una vivienda cercana porque el animal los despertaba al amanecer

05 sep 2019 . Actualizado a las 18:17 h.

Nadie podrá acabar con la voz del gallo Maurice. Al menos no por la vía judicial. Otra cosa es que a su propietaria le apetezca hacer un guiso con el ave. El Tribunal Penal de Rochefort, en Francia, falló contra unos vecinos que habían denunciado a la dueña porque Maurice los despertaba al amanecer y eso les impendía relajarse en su segunda vivienda, ubicada en la isla gala de Oleron.

«Maurice ha ganado y los demandantes tendrán que pagar a su propietario 1.000 euros por daños. Han sido desplumados. Espero que esto genere jurisprudencia. Así todos estarían protegidos, las campanas, las ranas... », manifestó el abogado de Corinne Fesseau, la propietaria del animal, según informa el canal BFMTV. El letrado hacía así referencia a otras denuncias extrañas que han llegado a los tribunales franceses y que han enfrentado a los vecinos de toda la vida con los veraneantes o los nuevos habitantes llegados de otros entornos más urbanos. «¿Por qué no aprueban una ley de Mauricio para proteger todos los ruidos rurales?», añadió.

Los denunciantes no acudieron a escuchar el fallo. Ellos llevaron el caso a los tribunales porque aseguraban que el canto del gaño les impedía descansar en el entorno idílico de la isla de Oleron. Estos vecinos ocasionales, que adquirieron allí un apartamento para descansar, primero le pidieron a Fesseau que se deshiciera del animal, le preguntaron si podía venderlo o regalarlo al alguien que viviera más lejos de ella. Pero la mujer no está dispuesta a desprenderse de Maurice. El conflicto comenzó en el año 2017. Los denunciantes, ambos jubilados, empezaron a enviarle misivas a la dueña comunicándole los trastornos que les ocasionaba el gallo. Como no alcanzaron ningún acuerdo, le remitieron las cartas al alcalde para tratar de encontrar un arreglo amistoso. Sin embargo, el regidor y muchos vecinos no tuvieron problema en ponerse de parte de Maurice desde el principio. El alcalde, Christophe Sueur, ya había recibido anteriormente quejas de turistas o de nuevos habitantes de la isla por el ruido de las campanas o el de los barcos de pesca del puerto. Sueur defiende que su municipio y su región son eminentemente rurales. Los vecinos de la isla han creado la asociación Los gallos enfadados de Oleron, un grupo que ha recogido miles de firmas en favor de la causa del gallo Maurice.

 

El abogado de la acusación argumentó durante el proceso judicial que no se trata de un duelo entre la ciudad y el campo, se trata de frenar lo que considera «un perjuicio sonoro» para sus clientes. E indicó que la casa de sus representados se encuentra en una zona residencial. La defensa apela a que la isla es rural, que tiene 7.000 residentes habituales que se convierten en 35.000 en verano, y que resulta muy llamativo que de cuarenta vecinos cercanos a Maurice solo dos hayan protestado y llevado el asunto ante los tribunales.

Esta curiosa causa judicial ha abierto el debate en toda Francia. Hasta algún diputado nacional se ha posicionado en esta cuestión diciendo que las zonas rurales lo son todo el año y defendiendo que hay que aceptarlas con todas sus singularidades, con sus ventajas, pero también con sus inconvenientes.