Los nacionalistas pierden fuelle en Escocia y los laboristas se hunden

Rita A. Tudela LONDRES / E. LA VOZ

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RUSSELL CHEYNE | Reuters

Los conservadores liderarán la oposición en Edimburgo por primera vez en 60 años

13 may 2016 . Actualizado a las 10:58 h.

El Partido Nacional Escocés (SNP) recibió el viernes una de cal y otra de arena al conocerse los resultados de las elecciones del superjueves británico. Aunque confirmó su tercera victoria consecutiva, perdió la mayoría absoluta conseguida en el 2011. Su líder, Nicola Sturgeon, lejos de importarle que sus tanteos para celebrar un segundo referendo independentista queden congelados, defendió ante las cámaras la «histórica victoria» de su partido, que consiguió 63 de los 129 diputados en juego. Seis menos que hace cinco años, lo que sugiere que el independentismo puede haber tocado techo.

«Hemos ganado un mandato claro e inequívoco y puedo asegurar que en él pondré en práctica el programa de gobierno audaz y ambicioso que propuse al país», afirmó la nacionalista, quien confirmó que gobernará en minoría. Las elecciones en Escocia registraron una participación del 55,6 % de los 4 millones que estaban llamados a las urnas.

La gran triunfadora de las autonómicas escocesas fue la atípica y carismática Ruth Davidson, que al conseguir 31 escaños coloca al Partido Conservador en el liderazgo de la oposición en el Parlamento de Edimburgo por primera vez en sesenta años. Relegando a tercera fuerza a los laboristas al perder 13 diputados y quedarse con 24. El viernes Glasgow dejó de tener diputados laboristas.

Davidson agradeció a los que pusieron la confianza en su partido, diciendo que van «a trabajar duro para ser la oposición fuerte» que necesita Escocia. Su inusual manifiesto, en el que confesaba que su pretensión no era alzarse con la victoria, pero sí hacer una oposición real, dio sus frutos y tuvo calado en los escoceses, muy reacios a votar a los tories las últimas décadas. Una mujer que trasciende las posiciones tradicionales conservadoras.

La otra cara de la moneda es Kezia Dugdale, quien lejos de dimitir y dar paso al séptimo líder para los laboristas en Escocia de los últimos diez años, anunció que seguirá trabajando. Desde Sheffield, el líder laborista, Jeremy Corbyn, reconoció que tienen «un montón de tareas que hacer» en el norte del país, pero sacó pecho al confirmarse que no iba a salir tan mal parado como muchos habían predicho.

Menos caída de la esperada

La cita electoral se planteó como un barómetro del liderazgo de Corbyn. Contra todo pronóstico, el Partido Laborista ha retenido la mayoría de sus feudos en los comicios municipales y la caída de los votos sería de apenas un 6 % respecto al registrado en las celebradas en el 2012.

«Incluso nuestros rivales opinan que sería injusto e impropio juzgar a Corbyn tras apenas ocho meses en el cargo. Necesitamos más tiempo», recalcó el laborista Tom Watson, en un intento de pedir unidad a los suyos y que dejen de cuestionar al líder del partido cada dos por tres.

Los de Corbyn mantuvieron el tipo en la Asamblea de Gales, pero su líder Carwyn Jones, sabe que puede necesitar el apoyo de los nacionalistas, Plaid Cymru, o los liberal demócratas para apoyar el presupuesto u otras medidas. Sin embargo, la auténtica campanada electoral la dio el partido euroescéptico y xenófobo UKIP, pasando de no tener representación a conseguir siete representantes.