Las protestas por la falta de comida llegan cerca del palacio de Miraflores

Pedro García Otero CARACAS / CORRESPONSAL

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JUAN BARRETO | Afp

La policía y los «colectivos» agredieron a 17 periodistas y les robaron los equipos

03 jun 2016 . Actualizado a las 01:30 h.

Una protesta acompañada de intentos de saqueo a muy pocas manzanas del palacio de Miraflores, sede del Gobierno de Venezuela, tuvo que ser controlada por la policía con gases lacrimógenos. La falta de alimentos parece estar llegando a un momento crítico y tres grandes avenidas del centro de Caracas estuvieron cortadas por manifestaciones al grito de «Queremos comida».

Según la oposición, el Gobierno ordenó que toda la comida en dos kilómetros a la redonda del palacio presidencial fuera desviada a consejos de vecinos (ligados al partido oficialista) para que estos los repartieran, con el supuesto objetivo de impedir las protestas en las cercanías. Pero la decisión tuvo el efecto contrario: cuando la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) lo anunció a los cientos de personas que hacían cola en los comercios, se produjo la reacción popular.

Varios equipos de prensa que cubrían las protestas fueron agredidos por la GNB cuando hacían fotos, que no fueron difundidas por los grandes medios pero tuvieron fuerte repercusión en las redes sociales. Al equipo de la televisión web Vivo TV le robaron una cámara y un micrófono; a un periodista de El Universal el propio jefe de Gobierno del Distrito Capital, Daniel Aponte, le robó el móvil con el que grababa las protestas. A tres fotógrafos de ese periódico les robaron las cámaras.

En total, 17 periodistas fueron agredidos y les robaron sus útiles de trabajo, según denunció el Sindicato Nacional de Trabajadores de la prensa. En algunos casos, como el de Ramírez, fue la propia Guardia Nacional; en otros, como el del equipo de una página web, fueron los colectivos paramilitares los que hicieron el trabajo. El sitio web Lapatilla.com identificó a uno de los agresores como José Bonaldy, jefe de la Corporación de Servicios del Distrito Capital, es decir, empleado de Aponte.

En Barinas, tierra natal de Hugo Chávez, un centro de acopio estatal de alimentos fue saqueado. En Guarenas, la GNB se tuvo que emplear para contener las protestas; y en Caracas este, en la barriada popular de Petare, hubo enfrentamientos con la policía.

La convulsión se produce solo un día después de que, a instancia de Argentina y por consenso, la OEA aprobara una tibia resolución instando al diálogo. De la aprobación del documento solo se abstuvo Paraguay, cuya embajadora, Elisa Ruiz, exigió que hubiera una referencia expresa al referendo revocatorio que exige la oposición a Nicolás Maduro.

La declaración de consenso fue celebrada como una victoria por el Gobierno y la oposición; sin embargo, los portavoces de esta fueron cautelosos y están a la espera de que sea discutida la solicitud de activación de la Carta promovida por Luis Almagro.

El secretario general de la OEA, a quien se le impidió expresar su punto de vista en la sesión, señaló en una entrevista que «Paraguay sostuvo los principios esenciales que hacen la democracia» y que «todos sabemos que hay un problema muy grave en Venezuela».

El Tribunal de Apelaciones de Caracas admitió, cuando estaba a punto de vencer el plazo legal, la apelación del dirigente opositor Leopoldo López contra su condena, el mismo día que se supo que el jefe de prensa de su partido, el periodista Johán Merchán, fue secuestrado la noche anterior en extrañas circunstancias en la capital venezolana.