Ocho de las 9 víctimas del asesino de Múnich tenían menos de veinte años

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira REDACCIÓN / LA VOZ

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El tiroteo de Múnich

La Policía descarta conexiones terroristas y ve el ataque como «un acto de locura»

24 jul 2016 . Actualizado a las 14:31 h.

Una pistola Glock de 9 milímetros, trescientas balas guardadas en una mochila roja y muchas ganas de matar bastaron al germanoiraní Ali David Sonboly, de 18 años, para causar 9 muertos y 27 heridos en el centro comercial de Múnich en el que pasaba parte de sus ratos de ocio antes de pegarse un tiro en un descampado.

No hubo influencias del Estado Islámico. Tampoco de colectivos xenófobos o supremacistas. Las investigaciones policiales consideran que la acción que sumergió en el caos a la ciudad bávara durante la tarde del viernes «fue un acto de locura» de un perturbado. Así lo dejaron claro los responsables policiales, el ministro del Interior y hasta la mismísima Angela Merkel, que tuvo que posponer las vacaciones que pensaba empezar en los Alpes para ponerse al frente de la Comisión de Emergencias activada tras la masacre.

Los policías investigan ahora sobre el móvil y la planificación de la acción de Ali Sonboly. Según los primeros datos recabados en el registro de su habitación, no hay rastro de ninguna vinculación de carácter político o religioso. En su pequeño mundo sí había numerosos recortes y descargas de Internet sobre asesinatos en masa, incluyendo la traducción alemana de un libro cuyo título era ¿Por qué los niños matan? Dentro de la mente de la escuela de tiradores. Este libro está basado en el síndrome de Amok, diagnosticado por primera vez en 1972. Consiste en una explosión súbita de rabia salvaje que provoca que la persona afectada corra armada y dispare contra todas aquellas personas que se crucen en su camino. Según los expertos, ese ataque de rabia se produce después de una fase en la que el paciente está sometido a una sensación de preocupación, pesadumbre y depresión moderada como la que algunas fuentes atribuyen a Ali.

El ministro de Interior, Thomas de Maizière, también confirmó que encontraron documentos sobre Anders Behring Breivik, el noruego que hace cinco años asesinó a 77 personas, y sobre Tim Kretschmer, el joven de 17 años que en 2009 mató a quince personas en su antiguo colegio en de Winnenden (suroeste de Alemania) y luego se suicidó. Estos documentos no desvelan los motivos del tirador de Múnich, según los investigadores, pero atestiguan su fijación con este tipo de matanzas.

A expensas de la información que salga de las tripas de su ordenador, los investigadores consideran probado que el autor de la masacre de Múnich utilizó una cuenta de Facebook (posiblemente falsa) para citar en un establecimiento de comida rápida situado dentro del centro comercial Olimpia a una decena de jóvenes «para comer un poco de pollo». «Pago yo si no tenéis dinero suficiente», les llegó a decir a alguno de los convidados de menor edad.

Vínculos con las víctimas

Ahora, el siguiente desafío de la Policía es establecer la relación del asesino con las víctimas. Al parecer, Sonboly había sufrido algún tipo de acoso en el colegio y habrá que aclarar si alguno de los presentes en el centro comercial tenía algo que ver con ello. El perfil de los muertos refleja que todas las víctimas, excepto una, eran adolescentes. En el listado de víctimas había seis varones y tres mujeres, entre ellas dos hermanas de origen kosovar y apenas trece años de edad. Solo uno de los fallecidos tenía más de veinte años, concretamente 45. Y el perfil se repite también entre los 27 heridos registrados por los servicios de emergencia, de los cuales una decena siguen ingresados en situación de cierto peligro.

Tampoco hay ni rastro de las vinculaciones neonazis. El grito de «soy alemán, nací en Alemania» que algunos testigos aseguraron oír al tirador tenía que ver con una discusión con un viandante. «Le llamé gilipollas, se volvió y me dijo que era alemán. Me apuntó y disparó, pero no me dio», le contó Thomas Salbey, un conductor que tomaba una cerveza sobre el tejado de cristal del párking al diario Bild. Entre los fallecidos hay tres turcos, tres kosovares, un griego y tres alemanes. Y el porcentaje de germanos entre los heridos es incluso superior. «Fue un acto de locura», resumieron los responsables policiales.